¿Cuáles son sus metas espirituales?
1 Si usted ha dedicado su vida a Jehová, es evidente que desea servirle para siempre. Pero ¿cuáles son sus metas espirituales a corto plazo? Las metas espirituales le ayudarán a dirigir sus energías y otros recursos de manera sensata (1 Cor. 9:26). Tales metas merecen la pena pues contribuyen al progreso espiritual y le ayudarán a concentrarse en las cosas más importantes mientras procura alcanzar más privilegios de servicio (Fili. 1:10; 1 Tim. 4:15, 16).
2 En la ilustración del sembrador, Jesús recalcó que la tierra buena produce diversas cantidades de fruto. Dijo: “En cuanto al que se sembró sobre la tierra excelente, este es el que oye la palabra y capta el sentido de ella, que verdaderamente lleva fruto y produce, este de a ciento por uno, aquel de a sesenta, el otro de a treinta” (Mat. 13:23). Si hemos captado bien el sentido de la palabra, ¿no deberíamos esforzarnos por producir fruto abundante para la alabanza de Jehová? ¿No es cierto que queremos llevar mucho fruto del Reino al participar celosamente en el ministerio? ¿Y verdad que deseamos producir en abundancia el fruto del espíritu de Dios en nuestra vida cotidiana? (Juan 15:2, 3; Gál. 5:22, 23.) Tener metas espirituales contribuirá a que produzcamos todo ese fruto.
3 El apóstol Pablo nos instó a imitar su ejemplo en el servicio a Dios (1 Cor. 11:1). Se esforzó con ahínco por servir a Jehová lo mejor que pudo y reconoció que tal servicio le brindaba muchas oportunidades. Cuando escribió a los hermanos de Corinto, les dijo: “Una puerta grande que conduce a la actividad se me ha abierto”. ¿No nos ha sucedido a nosotros lo mismo? ¿No es cierto que disponemos de muchas oportunidades para servir a Jehová junto a la congregación, particularmente en la predicación de las buenas nuevas del Reino? Pero al igual que Pablo, debemos tener presente que para cruzar esa “puerta grande” nos enfrentamos a “muchos opositores” (1 Cor. 16:9). Pablo estaba dispuesto a disciplinarse constantemente, tal como lo hacía el corredor que ansiaba ganar una corona en los juegos, aunque esta se marchitaba enseguida. Note lo que dijo el apóstol: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo” (1 Cor. 9:24-27). ¿Hacemos nosotros lo mismo?
4 Muchos misioneros están donde están porque, de niños, gracias al estímulo de sus padres y otros hermanos, se fijaron la meta de asistir a la Escuela de Galaad. De igual manera, muchos betelitas se pusieron la meta de servir en Betel cuando eran pequeños o cuando aprendieron las buenas nuevas y supieron de este privilegio especial de servicio.
5 Según las circunstancias particulares de cada uno, todos deberíamos ir en pos de metas teocráticas como la de participar en el servicio del campo todas las semanas, empezar y conducir un estudio bíblico, dedicar más tiempo a prepararse para las reuniones, hacer el precursorado auxiliar o regular, servir donde haya mayor necesidad de ayuda, colaborar en la construcción de Salones del Reino y Salones de Asambleas, o servir en Betel o en el campo misional. Por supuesto, en las reuniones, en las asambleas y en las publicaciones de los testigos de Jehová también se dirige la atención a otras metas teocráticas que usted, de acuerdo con sus circunstancias particulares, tal vez quiera considerar y tratar de alcanzar. Lo importante es que se mantenga firme y efectúe su ministerio plenamente. Si lo hace, honrará a Dios y alcanzará su objetivo final: servir a Jehová para siempre (Luc. 13:24; 1 Tim. 4:7b, 8).