Martes 18 de noviembre
Ustedes han sido salvados por bondad inmerecida (Efes. 2:5).
El apóstol Pablo disfrutó de muchas alegrías en su ministerio, pero también se enfrentó a muchos retos. A menudo recorrió largas distancias, a pesar de que los viajes no eran fáciles. Al viajar, a veces se vio “en peligro a causa de ríos” y “en peligro a causa de ladrones”. En ocasiones sus enemigos lo maltrataron (2 Cor. 11:23-27). Para colmo, sus hermanos cristianos no siempre apreciaban los esfuerzos que hacía por ayudarlos (2 Cor. 10:10; Filip. 4:15). ¿Qué impulsó a Pablo a seguir sirviendo a Dios? Él había aprendido mucho acerca de la personalidad de Jehová gracias a las Escrituras y a sus propias vivencias. Estaba convencido de que Jehová lo amaba (Rom. 8:38, 39; Efes. 2:4, 5). Por su parte, Pablo llegó a amarlo muchísimo. Demostró ese amor al servir “a los santos y al continuar sirviéndoles” (Heb. 6:10). w23.07 30:5, 6
Miércoles 19 de noviembre
Sométanse a las autoridades superiores (Rom. 13:1).
En general, las personas reconocen que los gobiernos son necesarios y que hay que obedecer al menos algunas de las leyes de esas “autoridades superiores”. Pero, cuando les parece que una ley es injusta o que les exige demasiado, ya no están tan dispuestas a obedecerla. Según la Biblia, los gobiernos humanos hacen sufrir a la gente, están bajo el control de Satanás y pronto van a ser destruidos (Sal. 110:5, 6; Ecl. 8:9; Luc. 4:5, 6). Pero también nos dice que “el que se opone a la autoridad se ha puesto en contra del orden establecido por Dios”. Por ahora, Jehová permite que haya gobiernos para que las cosas no se salgan de control, y él espera que nosotros los respetemos. Por eso debemos darles “a todos lo que les corresponde”, y eso incluye pagar impuestos, darles honra y obedecerlos (Rom. 13:1-7). Puede que nos parezca que obedecer cierta ley no sea conveniente para nosotros o que nos salga demasiado caro, o tal vez el problema es que nos parezca injusta. Pero obedecemos a Jehová, y él espera que obedezcamos a los gobiernos, siempre y cuando no nos pidan algo que vaya en contra de las leyes divinas (Hech. 5:29). w23.10 42:9, 10
Jueves 20 de noviembre
El espíritu de Jehová lo llenó de poder (Juec. 15:14).
Cuando Sansón nació, los filisteos dominaban y oprimían a la nación de Israel (Juec. 13:1). Como eran tan crueles, hacían sufrir mucho a los israelitas. Entonces Jehová escogió a Sansón para que comenzara a “salvar a Israel de las manos de los filisteos” (Juec. 13:5). Obviamente, Sansón tenía que apoyarse en Jehová. En una ocasión, un gran grupo de soldados filisteos había ido a Lehí, que probablemente quedaba en Judá, para atrapar a Sansón. A los hombres de Judá les dio mucho miedo, así que decidieron entregar a Sansón a sus enemigos. Sus propios hermanos israelitas lo ataron bien fuerte con dos sogas nuevas y se lo llevaron a los filisteos (Juec. 15:9-13). Pero “el espíritu de Jehová lo llenó de poder”, y Sansón logró liberarse. Después “encontró una quijada de burro que todavía estaba fresca”, la agarró... ¡y con ella mató a 1.000 filisteos! (Juec. 15:14-16). w23.09 37:3, 4