Jueves 20 de noviembre
El espíritu de Jehová lo llenó de poder (Juec. 15:14).
Cuando Sansón nació, los filisteos dominaban y oprimían a la nación de Israel (Juec. 13:1). Como eran tan crueles, hacían sufrir mucho a los israelitas. Entonces Jehová escogió a Sansón para que comenzara a “salvar a Israel de las manos de los filisteos” (Juec. 13:5). Obviamente, Sansón tenía que apoyarse en Jehová. En una ocasión, un gran grupo de soldados filisteos había ido a Lehí, que probablemente quedaba en Judá, para atrapar a Sansón. A los hombres de Judá les dio mucho miedo, así que decidieron entregar a Sansón a sus enemigos. Sus propios hermanos israelitas lo ataron bien fuerte con dos sogas nuevas y se lo llevaron a los filisteos (Juec. 15:9-13). Pero “el espíritu de Jehová lo llenó de poder”, y Sansón logró liberarse. Después “encontró una quijada de burro que todavía estaba fresca”, la agarró... ¡y con ella mató a 1.000 filisteos! (Juec. 15:14-16). w23.09 37:3, 4
Viernes 21 de noviembre
Esto concuerda con el propósito eterno que él estableció en relación con el Cristo, Jesús nuestro Señor (Efes. 3:11).
Jehová tiene un “propósito eterno”, que ha ido revelando poco a poco en la Biblia. De un modo u otro, él siempre tiene éxito porque “ha hecho que todo contribuya a su propósito” (Prov. 16:4). Y los resultados de lo que Jehová hace durarán para siempre. Entonces, ¿cuál es el propósito de Jehová, y qué cambios ha hecho para cumplirlo? Dios les indicó a los primeros seres humanos cuál era su propósito para ellos cuando les dijo: “Tengan muchos hijos, multiplíquense, llenen la tierra y tomen control de ella, y tengan autoridad sobre [...] todos los seres vivos” (Gén. 1:28). Es verdad que, cuando Adán y Eva se rebelaron, introdujeron el pecado en la humanidad, pero eso no impidió que el propósito de Jehová se cumpliera. Él simplemente modificó la manera de realizarlo. Enseguida decidió que establecería un Reino en el cielo que haría realidad su propósito original para la humanidad y la Tierra (Mat. 25:34). w23.10 44:6, 7
Sábado 22 de noviembre
Si Jehová no me hubiera ayudado, en poco tiempo yo habría muerto (Sal. 94:17).
Jehová puede ayudarnos a no rendirnos. A veces esto puede ser muy difícil, sobre todo si llevamos tiempo luchando con la misma debilidad. Y quizás nuestras debilidades nos parezcan peores que las del apóstol Pedro. Pero Jehová puede darnos las fuerzas para seguir adelante (Sal. 94:18, 19). Tomemos como ejemplo el caso de un hermano que, antes de conocer la verdad, llevó una vida homosexual durante muchos años. Aunque abandonó por completo su conducta inmoral, a veces tenía malos deseos. ¿Qué lo ayudó a no darse por vencido en su lucha? “Jehová nos fortalece”, explica. Y añade: “Con la ayuda del espíritu de Jehová [...], he aprendido que es posible seguir [...] en el camino de la verdad”. Y finalmente dice: “Jehová me ha permitido servirle [...], y a pesar de mis imperfecciones él sigue fortaleciéndome”. w23.09 40:12