Jueves 25 de septiembre
Con bondad nos perdonó todas nuestras ofensas (Col. 2:13).
Nuestro Padre celestial promete perdonarnos si nos arrepentimos (Sal. 86:5). Por eso, si lamentamos de corazón nuestros pecados, no tenemos razones para dudar de que cumple su palabra: seguro que nos ha perdonado. Recordemos que él no es exigente, sino razonable, y que nunca nos pide más de lo que podemos dar. Si lo que hacemos por él es lo mejor que podemos, sea grande o pequeño, lo valora muchísimo. Pensemos también en personajes bíblicos que sirvieron a Jehová con toda el alma. Por ejemplo, el apóstol Pablo trabajó incansablemente durante años recorriendo miles de kilómetros y fundando muchas congregaciones. Pero llegó un momento en el que sus circunstancias cambiaron y ya no pudo predicar tanto como antes. ¿Dejó de estar Jehová contento con él? Por supuesto que no. Pablo siguió haciendo lo que podía, y Jehová siguió bendiciéndolo (Hech. 28:30, 31). De manera parecida, no siempre podremos darle a Jehová lo mismo, pero lo que cuenta para él es por qué lo hacemos. w24.03 13:7, 9
Viernes 26 de septiembre
Temprano por la mañana, Jesús se fue a un lugar solitario y allí se puso a orar (Mar. 1:35).
Jesús les dio un buen ejemplo a sus discípulos. Durante su ministerio oró con frecuencia. Tuvo que sacar tiempo para orar porque por lo general estaba muy ocupado y rodeado de gente (Mar. 6:31, 45, 46). Solía madrugar para estar a solas y hablar con su Padre. En al menos una ocasión oró toda la noche antes de tomar una decisión importante (Luc. 6:12, 13). Y, la noche antes de morir, Jesús le oró vez tras vez a Jehová, pues sabía que tenía por delante la parte más difícil de su ministerio en la Tierra (Mat. 26:39, 42, 44). El ejemplo de Jesús nos enseña que, por muy ocupados que estemos, debemos sacar tiempo para orarle a Jehová. Como Jesús, quizás tengamos que programar momentos para orar: tal vez podríamos levantarnos un poco más temprano en la mañana o quedarnos hasta más tarde en la noche. Así le demostramos a Jehová cuánto valoramos este regalo tan especial. w23.05 20:4, 5
Sábado 27 de septiembre
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante el espíritu santo que hemos recibido (Rom. 5:5).
Un diccionario bíblico dice que la palabra “derramado” del texto de hoy transmite la idea de un río que viene sobre nosotros. ¡Qué imagen tan impactante para describir cuánto ama Jehová a los ungidos! Los ungidos saben que “son amados por Dios” (Jud. 1). Todos ellos se sienten identificados con lo que dijo el apóstol Juan: “¡Miren qué amor tan grande nos tiene el Padre que se nos llama hijos de Dios!” (1 Juan 3:1). ¿Ama Jehová solo a los ungidos? No, él ha demostrado que ama a todos sus siervos. ¿Cuál es la prueba más grande que tenemos de que Jehová nos ama? El rescate. Ese acto demuestra que nos ama más que nadie (Juan 3:16; Rom. 5:8). w24.01 4:9, 10