Una ingeniera minúscula
EN PRIMERA fila entre los ingenieros, arquitectos, inventores y artesanos terrestres uno encuentra a la humilde araña de escotillón. Nativa de las zonas más calurosas del mundo, forma una clase singular debido a su grandiosa capacidad para hacer túneles. Y nos referimos a “ella” adrede, pues el macho lleva una vida de vagabundo, no tiene nada que ver con la construcción de la casa de ella y vive en cualquier hoyo o hendedura que pueda encontrar. Aun al tiempo de cortejar tiene que ser cuidadoso en presencia de la hembra, porque ella podría atacarlo y devorarlo.
La supervivencia es una de las principales preocupaciones de la araña. Dice un autor: “Las arañas de toda clase tienen muchos enemigos que poseen enormes ventajas sobre ellas en lo que se refiere a fuerzas o agilidad, o ambas combinadas: enemigos con alas, de movimiento veloz. . . . enemigos con aguijones mortíferos como la terrible flecha que ha sido envenenada con curare, vigilantes, despiadados, prestos para atacar; enemigos vestidos con una impenetrable cota de malla, contra los cuales las armas de la araña son impotentes, mientras que el propio cuerpo de la araña es blando y vulnerable.” ¿Le tiene usted miedo a las arañas? ¡Ciertamente ellas tienen más razón para temer!
Por eso la Atypus, la araña de escotillón, tiene que construir un refugio para sí misma y para su cría. El “escotillón” revela el genio de su habilidad en el oficio. Tan experta es ella que sus puertas sedosas esparcidas en la tierra oscura son casi invisibles. ¿Cómo disimula o usa de camuflaje tan bien en estas puertas del tamaño de una moneda?
Su hogar es un hoyo profundo que ella excava en la tierra, y el cual forra con seda pura de arriba a abajo. La puerta gira sobre una bisagra de precisión de seda tejida. Ahora el camuflaje: ingeniosamente oculta la entrada plantando musgo en la parte exterior de ella —musgo viviente tomado del vecindario inmediato— o teje hojas secas y pedacitos de ramitas o yerba en ella. El escotillón se hace mucho antes de que ella termine su túnel, pues debe disfrutar de seguridad mientras termina su hogar.
¿Es resistente esta importantísima puertita? Hay dos tipos: el tipo de oblea y el tipo de corcho, y este último es el más fuerte. ¡Pues, se ha sabido que la hoja de un cortaplumas se ha doblado cuando se ha tratado de abrirla con uno! Cuando se acercan enemigos del exterior, ella corre a la puerta y hunde en ella los colmillos mientras sus garras se hunden profundamente en los lados sedosos del túnel. Así su cuerpo sirve de travesaño vivo.
También hay otros peligros además de los enemigos más grandes como el ciempiés. Su cría necesita protección de la lluvia y los parásitos microscópicos. Su escotillón está adaptado con tanta precisión que la humedad y los piojos son mantenidos a raya, y ella puede criar hasta cuarenta de sus bebés de patas largas en seguridad comparativa. Su “hoyo en el suelo” es un asilo lujoso.
¡Pero déle un vistazo a la mecánica de su construcción! En el transcurso de ocho horas ella ha excavado el equivalente de nueve veces la propia longitud de su cuerpo. En comparación, un hombre tendría que excavar un hoyo con los dientes a una profundidad de quince metros, apuntalándolo a medida que avanzara, y todo en ocho horas, a todo tiempo arriesgándose a un ataque enemigo. Sí, pues mientras la Sra. Atypus está trabajando, “Pepsis,” una criatura semejante a avispa, merodea, esperando aguijonearla a muerte, aserrarle las piernas y llevársela arrastrando.
Pero, ¡vea cómo trabaja! Solo usa las mandíbulas y los colmillos para sacar todo gránulo menudo de tierra excavada, depositándolos uno por uno fuera del hoyo. El forrar ella el túnel con seda tiene un verdadero propósito práctico, además de hacer cómodo el hogar y apuntalar sus paredes de tierra. Le ofrece un agarro más seguro que la tierra, al ocuparse en atender la casa y criar a sus hijuelos.
Comparada con la eficacia móvil de ella, la maquinaria para excavar del hombre es difícil de manejar y desmañada. Ella lleva a cabo sus operaciones sin el estrépito y estruendo de las máquinas que usa el hombre para excavar. La Atypus no ha tomado ningún curso de ingeniería ni diseño, no ha obtenido ningún diploma. El gran Hacedor de todas las cosas, animadas e inanimadas, le dio la capacidad instintiva que le hace posible enfrentarse a su ambiente.