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  • La Biblia, un registro condensado... ¿por qué?
  • ¡Despertad! 1970
¡Despertad! 1970
g70 22/2 págs. 27-28

“Tu palabra es la verdad”

La Biblia, un registro condensado... ¿por qué?

NO PUEDE haber duda de que la Biblia contiene un registro sumamente condensado de los acontecimientos históricos. Tan solo tocante al ministerio terrestre de Cristo Jesús el apóstol Juan escribió: “Hay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribiesen alguna vez en todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos escritos.”—Juan 21:25.

Es obvio, por lo tanto, que una obra que manifestara todos los detalles de la historia del hombre desde el principio hasta el primer siglo E.C. habría contenido mucho más materia de la que la persona de término medio pudiera haber leído en su vida. Pocas personas pudieran haberse dado el lujo de comprarla, y sin duda tal obra no habría llegado a estar disponible en todos los idiomas principales de los habitantes de la Tierra, como lo ha estado la Biblia. Por consiguiente, a fin de que todos los que desearan beneficiarse personalmente de su contenido pudieran hacerlo, la Palabra de Dios tenía que ser un registro condensado.

El que sea un relato abreviado acrecienta el valor del registro bíblico. Los puntos verdaderamente importantes no son oscurecidos por muchos detalles insignificantes. El mensaje de la Biblia es sencillo y directo, como se ilustra por su mismísimo primer capítulo. En ese capítulo a Dios se le identifica como el Creador de los cielos y de la Tierra, y sus obras creativas terrestres están alistadas en orden cronológico. Pero no se dice nada en cuanto a la composición del universo físico, las leyes que lo gobiernan ni el procedimiento que Dios usó para darle existencia. No obstante, el silencio de la Biblia en cuanto a estos asuntos no es defecto. Tomando en cuenta la dificultad que tiene el hombre por lo general en cuanto a entender asuntos científicos mucho más sencillos, verdaderamente un relato detallado de cosas completamente desconocidas para la experiencia humana habría estado fuera de su comprensión.

Por otra parte, la información sencilla y directa del capítulo 1 de Génesis suministra razón suficiente para hacer la voluntad de Dios. Esto debería impelernos a hacer una expresión sincera como la de las veinticuatro personas de mayor edad que vio el apóstol Juan en visión: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas.”—Rev. 4:11.

Al mismo tiempo no se puede interpretar correctamente que la falta de descripciones extensas de la Biblia en cuanto a las obras creativas significa que Jehová Dios quiere que el hombre permanezca en ignorancia. Si él se hubiera propuesto eso, no habría dotado al hombre con la habilidad para pensar y raciocinar. El hecho de que el Creador quería que el hombre usara su mente se indica por haberle dado al primer hombre, Adán, el privilegio de poner nombre a todos los animales. (Gén. 2:19, 20) Esto también muestra que no era necesario que el Dios Todopoderoso suministrara información en cuanto a cosas que el hombre podía determinar por sí mismo usando las facultades que Dios le había dado.

Sin embargo, el hombre no puede adquirir el conocimiento de mayor importancia por medio de fuentes seglares y observación física. Prescindiendo de lo extensamente que estudiara el universo material, no llegaría a conocer al Dios invisible. Permanecería ignorante en cuanto a los atributos, el nombre, los propósitos y la voluntad del Creador para los que desean conseguir Su favor. Aquí es donde entra la Palabra de Dios, la Biblia. Principalmente sirve para hacer disponible esta información importante. Por lo tanto, aunque de ninguna manera es exhaustivo, el registro bíblico suministra todo lo que el hombre necesita para conseguir la aprobación y vida de Dios. Por esta razón el apóstol Juan pudo escribir: “Por supuesto Jesús ejecutó muchas otras señales también delante de los discípulos, que no están escritas en este rollo. Mas éstas han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios, y que, a causa de creer, tengan vida por medio de su nombre.”—Juan 20:30, 31.

Puesto que pudo haberse dicho mucho más acerca de Cristo Jesús, algunos quizás se pregunten por qué los otros escritores del Evangelio: Mateo, Marcos y Lucas, a menudo informaron los mismos sucesos. La razón por la cual se hizo esto se hace evidente cuando consideramos que los relatos del Evangelio suministran la base para ejercer fe en Jesucristo como el Hijo de Dios. Esta fe es esencial para que uno consiga vida eterna. (Juan 3:16) Y el rechazar o aceptar el testimonio acerca de Jesucristo realmente es asunto de vida o muerte. En armonía con el principio de que los asuntos serios deben ser establecidos por boca de dos o tres testigos, Jehová Dios bondadosamente se encargó de que cuatro hombres diferentes registraran los sucesos del ministerio terrestre de Jesús. (Deu. 19:15; Mat. 18:16) En consecuencia, el testimonio de cuatro testigos puede suministrar una base para fe en Cristo Jesús.

Habiendo cuatro testigos, debemos esperar encontrar variaciones en los relatos y también detalles suplementarios que pueden ayudarnos a obtener un cuadro más completo de los sucesos. En sí las variaciones suministran una base adicional para la fe, ya que demuestran que no hubo ninguna colusión entre los escritores de la Biblia.

El que la Biblia no suministre todos los detalles también cumple otro fin. “Elimina” como indeseables a los que no desean sinceramente hacer la voluntad de Dios. Esto se ilustra por lo que sucedió en el primer siglo E.C. En una ocasión Jesús les dijo a sus oyentes: “Muy verdaderamente les digo: A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en ustedes.” (Juan 6:53) En esa ocasión no explicó cómo otros podrían alimentarse de su carne y beber su sangre. Ese detalle que faltó hizo que muchos dejaran de asociarse con él. Perdieron de vista completamente todas las otras cosas maravillosas que Jesús había dicho y hecho. (Juan 6:60-66) El que ellos no buscaran una explicación indicó que no le tenían verdadero aprecio a Jesús o a su mensaje y en consecuencia merecían ser “eliminados” de entre los demás como indeseables.

Lo mismo puede sucederle a la gente hoy. Quizás lean un pasaje en particular en la Biblia y, puesto que no se dan allí todos los detalles, comiencen a dudar de si Dios realmente fue justo cuando ejecutó juicio en cierto caso. Olvidando que ellos no han estado en la escena de lo acontecido y pasando por alto el testimonio abundante que se encuentra en otras partes de la Biblia acerca de la justicia de Dios, quizás tropiecen. Pero, ¡cuánto mejor sería que tales personas consideraran el testimonio de la Biblia en conjunto sobre el asunto! Por ejemplo, Dios estaba dispuesto a perdonar a las notoriamente inicuas ciudades de Sodoma y Gomorra por diez personas que fueran justas. Y, cuando ni siquiera pudo hallarse ese número, se encargó de que el justo Lot y sus hijas fueran librados. (Gén. 18:22-32; 19:15, 16) A la luz de esto, ¿pudiera alguien poner en tela de juicio correctamente la justicia de Dios cuando no se suministran todos los detalles? Ciertamente lo que Dios hizo en este caso contestó satisfactoriamente la pregunta de Abrahán: “¿El Juez de toda la tierra no va a hacer lo que es recto?”

Por lo tanto, que jamás nos encontremos entre los que tropiezan debido a que la Biblia contiene un relato condensado. Más bien, que siempre nos encontremos entre los que comprenden que la Biblia nos suministra la información vital que necesitamos para obtener aprobación y vida de Dios.

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