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  • Cómo la diferencia afecta nuestro futuro
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¡Despertad! 1975
g75 22/5 págs. 8-10

Cómo la diferencia afecta nuestro futuro

LA SITUACIÓN mundial que acabamos de reseñar se pronosticó con asombrosa exactitud en la Biblia. Esta predijo que en el período de tan solo una “generación” la humanidad vería acontecimientos que ocasionarían “sobre la tierra angustia de naciones, no conociendo la salida” y que los hombres desmayarían “por el temor y la expectativa de las cosas que tienen sobre la tierra habitada.” (Luc. 21:25, 26, 32; vea también Mateo 24:3-8.) En un esfuerzo por hacer frente a estos nuevos desafíos globales, las naciones le confieren creciente autoridad a las Naciones Unidas.

Previendo con precisión este desenvolvimiento, la profecía bíblica revela que esta organización internacional es “un octavo rey” que surge de los siete “reyes” anteriores o potencias mundiales que dominaron sucesivamente la historia bíblica. (Rev. 17:10, 11) La Biblia a menudo usa a animales o sus “cuernos” para representar a gobiernos. (Dan. 7:17, 23, 24; 8:20-22) Así es que esta potencia política compuesta se representa aquí por medio de una “bestia,” que cuenta con “siete cabezas,” para representar a los siete “reyes” anteriores que dominaron el mundo, de entre los cuales ella surgió. Pero también tiene “diez cuernos.” (Rev. 17:3, 7) Lo que éstos representan y hacen es muy significativo.

Los “diez cuernos,” continúa la profecía, son “diez reyes, que todavía no han recibido un reino [en los días del profeta], pero sí reciben autoridad como reyes por una hora con la bestia salvaje.” (Rev. 17:12) La cantidad proféticamente completa de “diez reyes” representa a todos los gobiernos políticos actuales que gobiernan por un corto tiempo junto con la O.N.U.

Durante este período breve, que se parece a “una hora” en comparación con la historia pasada, las condiciones serían de tal índole que, por primera vez, aunque en desacuerdo en casi toda otra cosa, finalmente llegarían a “un solo pensamiento, y así es que dan su poder y autoridad a la bestia [la O.N.U.]” en un programa humano para establecer la paz y seguridad global.—Rev. 17:13.

Reconociendo que las crisis a las cuales se enfrentan son diferentes de cualquier crisis a la cual se hubieran enfrentado antes, las naciones finalmente se agrupan en un intento supremo de salvar sus soberanías nacionales. Desesperadamente esperan que esa acción unida rescate a la “civilización” sobre la que están fundadas esas soberanías. Reconoce Kissinger:

“Como historiador, uno tiene que estar consciente del hecho de que toda civilización que ha existido finalmente se ha derrumbado. . . . uno tiene que vivir con una sensación de lo inevitable de la tragedia. Como estadista, uno tiene que actuar bajo la suposición de que los problemas se tienen que solucionar.”

¿Se solucionarán? La profecía bíblica sí indica que las naciones aplicarán un remiendo temporal, superficial a su “civilización” en decadencia, solo lo suficiente para provocar un grito de “¡paz y seguridad!” Pero en ese punto, dice la Biblia, “destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta.” (1 Tes. 5:3) ¿Por qué? Por dos razones:

Primero, nada fundamental ha cambiado en realidad. ¿Puede cualquier cantidad de acuerdos entre las naciones restaurar los cimientos de la sociedad humana que ya están podridos debido a la codicia, el crimen, la violencia, la inmoralidad, el derrumbe de la familia, los odios raciales y religiosos? La situación se parece mucho a lo que el famoso explorador noruego Thor Heyerdahl dijo de una reciente conferencia de la O.N.U. sobre la Ley del Mar:

“Tengo la sensación de que los delegados . . . están considerando cómo dividir y hacer el mejor uso de una manzana que está por podrirse, y dejan que se pudra al tratar de hallar un modo de repartirla.”

Segundo, al pasar su “poder y autoridad a la bestia [la O.N.U.]” en un intento abortivo para salvar sus propias soberanías terrenales, las naciones están rechazando el modo de Dios para traer verdadera paz y seguridad. Están despreciando Su reino prometido, fundado sobre principios duraderos y justos. (Dan. 2:44; 7:13, 14; Mat. 6:10) Es por eso que, después que los “diez reyes” le dan “poder y autoridad” a la O.N.U., la profecía pasa a decir: “Estos combatirán con el Cordero [el gobernante del Reino, Jesucristo], . . . el Cordero los vencerá.”—Rev. 17:14.

Así es que el escenario está preparado. Los que creen que los esfuerzos diplomáticos y tecnológicos humanos solucionarán las crisis que se multiplican en el mundo están destinados a un despertar brusco. “Intencionadamente quieren desconocer cómo desde el principio,” advierte la Biblia, “el mundo de entonces pereció” en los días de Noé por medio del mandato de Dios. Las actuales crisis proveen abundante prueba de que “los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra . . . para . . . la perdición de los impíos.”—2 Ped. 3:3-7, Versiones Paulinas.

Si las diferencias en aumento tan obvias en las crisis actuales no convencen a esas personas, entonces pronto se despertarán a lo que está sucediendo. Su exclamación de corta vida de “¡paz y seguridad!” súbitamente será interrumpida por una “grande tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.” (1 Tes. 5:2, 3; Mat. 24:21) Ciertamente ese no es el tiempo para enfrentarnos al hecho de que las crisis actuales son diferentes.

Más bien, los que con aprecio aceptan este hecho como una prueba de la proximidad del justo gobierno del prometido reino de Dios están en posición de actuar sabiamente ahora. Puesto que el actual sistema mundial será destruido, la Biblia insta: “¡Qué clase de personas deben ser ustedes en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa, esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová!” Ese “día” será seguido por los “nuevos cielos y una nueva tierra” predichos por Dios en los cuales “la justicia habrá de morar.” ¡Qué galardón precioso hay para los que están dispuestos a aprender el porqué son diferentes las crisis de la actualidad y a obrar en armonía con ello!—2 Ped. 3:11-13.

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