Sepulcros de varios niveles
El disponer de los muertos humanos con ceremonia es costumbre universal. Pero hay una variedad de modos en que se atienden los restos. Lo que es un modo muy común para la gente de una parte del mundo parece extraño a las personas que viven en otro lugar. Como caso específico considere los sepulcros que se hallan en Hawai y en la América Latina.
En la América Latina se acostumbra meter el ataúd en una cavidad parecida a un túnel largo excavada en una pared, luego se amontonan ladrillos enfrente del ataúd y entonces se sella la cavidad con argamasa fresca. Para identificar al difunto, se coloca una placa sobre el frente sellado, a cuya base está un recipiente donde la gente pone flores frescas. Las paredes sepulcrales mismas pueden tener muchos metros de largo y suficiente anchura como para permitir la colocación de dos ataúdes en el mismo nivel. Verticalmente se pueden colocar hasta ocho ataúdes uno sobre otro.
En el Cementerio Universal de Barranquilla, Colombia, hay tres tipos de sepulcros: uno para los ricos, otro para la clase media y otro para la gente común u obrera. Con la excepción de los ricos, que son dueños de sus propios lugares de entierro, la mayoría de la gente paga cierto alquiler por varios años. Entonces compran un nicho en otra estructura de varios niveles, donde los restos se guardan en un pequeño recipiente de metal que tiene el doble del tamaño de una caja de zapatos. De nuevo se identifican los restos con una placa.
Es notable el hecho de que en las Escrituras no se prescribe el procedimiento que debe seguirse al tratar con los restos de los muertos, puesto que eso no afecta de modo alguno el que se les haga volver a vivir en la resurrección. Lo de suma importancia es que, durante su vida, uno se esfuerce por tener un nombre o reputación excelente para con Jehová Dios, para que Él lo considere digno de ser levantado de entre los muertos.—Ecl. 7:1; Hech. 24:15.