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El estilo de vida que el hombre ha escogido durante las últimas décadas ha resultado en una gran contaminación de la biosfera de nuestro planeta: el suelo, los ríos, los océanos y la atmósfera han sido envenenados. Se trata de un problema verdaderamente internacional. Tal como declaró el Papa en su mensaje para el Día Mundial de la Paz (1 de enero de 1990): “En muchos casos los efectos de los problemas ecológicos trascienden de las fronteras de los estados individuales; de ahí que no se pueda encontrar la solución solo a nivel nacional”. (L’Osservatore Romano, 18-26 de diciembre de 1989.)
La indiferencia del hombre para con su propio futuro contrasta con el interés que Dios tiene en la Tierra, que al fin y al cabo es creación suya y le pertenece. (Isaías 45:18.) ¿Hay alguna posibilidad de conseguir una Tierra limpia? En caso afirmativo, ¿cómo y cuándo? En nuestra serie de artículos de portada se responde a estas preguntas.