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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
w53 15/2 págs. 126-127

Preguntas de los lectores

● Jesús dijo: “Deja que los muertos entierren a sus muertos.” ¿Quiere decir esto que nosotros como cristianos no debemos usar tiempo para asistir a funerales?—L. S., Alemania.

El registro de Mateo 8:21, 22 (NM) es: “Entonces otro de los discípulos le dijo: ‘Señor, permítame primero ir y enterrar a mi padre.’ Jesús le dijo: ‘Continúa siguiéndome, y deja que los muertos entierren a sus muertos.’” Estas palabras no se oponen a que alguien asista a un funeral. El hombre a quien se le dirigió la palabra aquí había dicho a Jesús que quería ir y enterrar a su padre, pero eso no quiso decir que el padre del hombre ya estaba muerto, porque si su padre hubiera estado muerto en ese momento el hombre hubiera estado allá con el féretro y no escuchando a Jesús. Empero el hombre quiso decir que su padre estaba anciano y que tarde o temprano moriría; y por eso el hombre quería posponer el seguir a Jesús hasta después que hubiera cuidado a su padre hasta morir éste y recibir él la bendición de su padre agonizante y luego cumplir el deseo de su padre de que su hijo le cerrara los ojos piadosamente en el lecho de muerte después que la muerte le sobreviniera. Esto hubiera impedido por tiempo indefinido que el hombre siguiera a Jesús y por consiguiente Jesús le dijo que dejara que los muertos enterraran a sus muertos. Los parientes del hombre evidentemente no estaban siguiendo a Jesús en el camino a la vida y por consiguiente estaban muertos espiritualmente y se les podía dejar que enterraran al padre del hombre cuando él muriera. Pero cuando cristianos dedicados hoy que están en camino a la vida y fuera de la condenación del mundo tienen una muerte en la familia y efectúan un funeral, ¿puede decirse correctamente que éste es un caso de “muertos” (espiritualmente) enterrando a los muertos? No. El hombre del caso bíblico quería ir a casa a enterrar a su padre y no a dar un testimonio mediante un sermón funeral.

Mas los cristianos dedicados hacen arreglos para dar un testimonio a la verdad en el funeral. Esto es aprovecharse de una oportunidad. Jesús fué a la casa de Jairo donde una ceremonia funeral se conducía por la muerte de su hija, y la levantó. También se acercó a la procesión funeral del hijo muerto de la viuda de Nain y levantó al muchacho de entre los muertos. Pedro fué al funeral de Dorcas de Joppe, donde la levantó de entre los muertos. (Mar. 5:22-24, 35-42; Luc. 7:11-15; 8:41, 42, 49-55; Hech. 9:36-41) Estas ocasiones funerales proporcionaron grandes oportunidades para dar un testimonio tocante al Reino y el Mesías, y para eso se usan las ocasiones funerales por muchos de los testigos de Jehová en estos días, y mucho testimonio se da tanto por el orador del funeral como por los demás hermanos que asisten a tales funerales.

¿Qué hay de asistir a un funeral conducido por un clérigo de una de las muchas religiones falsas? No lo recomendamos como práctica general, porque tal práctica sería muy imprudente. Sin embargo, puede haber circunstancias en que los que están en la verdad asistirían a tal funeral, y podrían hacerlo sin ser censurados por ello. Parientes íntimos, quienes por razones ajenas a su propia voluntad se sienten obligados a ir a un edificio eclesiástico de alguna religión falsa para ver sepultar a su persona amada, van allí para ver el funeral y quizás consolar a otros asistentes. No van allí para practicar adoración falsa, si están en la verdad. Es igual que en el día del apóstol Pablo en el caso del hombre que entraba al templo de un ídolo para comer algo. Entraba allí para obtener una comida, no para adorar. (1 Cor. 8:7-10, NM) La conciencia de algún otro hermano no estaría lo bastante firme para permitirle hacer esto, y su conciencia débil se ofendería si viera a su hermano cristiano en tal lugar sólo por una comida. De modo que aunque no recomendamos el asistir a funerales conducidos por el clero, no está dentro de nuestra incumbencia criticar o condenar, sino que dejaremos que Dios juzgue a nuestro hermano, quien de acuerdo con su conciencia quizás se sienta obligado a concurrir a funciones bajo desempeño clerical.

● ¿Sobre qué base podría haber una distinción entre animales limpios e inmundos antes del diluvio de Noé, antes de que el hombre comiera carne, antes de que la ley mosaica se diera?—E. M., Nigeria.

Que tal distinción se hizo se manifiesta por el Génesis 7:2: “De todos los animales limpios tomarás de siete en siete, el macho con su hembra; y de todo animal que no es limpio, dos, el macho con su hembra.” Esta distinción difícilmente podría basarse en lo que podía comerse y lo que no podía comerse, porque antes del Diluvio la carne no se comía; fué sólo después del Diluvio que la carne animal se añadió a la vegetación como fuente de abastecimiento de alimento. Y aun entonces no hubo ninguna restricción en cuanto a qué animales el hombre podía comer, sino que todos servirían de carne para él, de acuerdo con su selección. (Gén. 1:29, 30; 9:2-4) En lo que toca a comer, las designaciones “limpios” e “inmundos” vinieron a existir con la ley mosaica, y terminaron con ella. (Hech. 10:9-16) Aparentemente la base de la distinción anterior a la ley mosaica fué lo que era adecuado para sacrificar en adoración a Jehová. Parece que Abel sabía lo correcto del sacrificio animal. Los animales que se informa que él usó con ese propósito resultaron ser “limpios”. Que Noé tuvo presente esta distinción tocante a sacrificio y no el comer se manifiesta por su acto tan pronto como salió del arca después del Diluvio: “Entonces edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio, y de toda ave limpia, y ofreció holocaustos sobre el altar.”—Gén. 8:20.

● La Atalaya del 1 de julio de 1952 citó el texto acerca de que Abel ofreció en sacrificio a Jehová “de las primogénitas de su manada”. ¿Por qué ofreció Abel en sacrificio una oveja hembra, cuando ordinariamente el requisito era de un animal macho?—W. F., Massachusetts.

La cita completa dada en La Atalaya fué del Génesis 4:3-7, según la traducción de Young. Esta traducción se escogió, no por su traducción del versículo 4 sobre el cual se basa la pregunta, sino por la idea que esta traducción expresa en el Gé 4 versículo 7, a saber, que fué una ofrenda por el pecado lo que yacía a la puerta de Caín y que si él se aprovechara de ella podría ofrecer un sacrificio aceptable a Dios igual como Abel lo hizo, es decir, un sacrificio con sangre. Sin embargo, cuando Young vierte la expresión hebrea del Gé 4 versículo cuatro como “primogénitas” no tiene razón. Es verdad que la palabra “primogénitas” en hebreo aquí tiene la forma femenina, pero eso no significa que designa primogénitas de animales. En hebreo cuando se habla del primogénito de los humanos el termino se expresa en el género masculino, pero cuando se hace referencia a los animales se usa el género femenino, y hablando de las primicias de las plantas se usa todavía otra forma de la palabra raíz. Esto no quiere decir que todos los primogénitos de animales son hembras, así como no quiere decir que todos los primogénitos humanos son varones. De modo que en este punto particular otros traductores tienen razón al verter el Génesis 4:4 como solamente “primogénitos”, sin limitar el sentido del término a un género u otro. De modo que la pregunta en cuanto al por qué Abel sacrificó primogénitos “hembras” queda sin base, porque cuando el relato se traduce correctamente no dice que él hizo eso.

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