De los testigos de Jehová en Polonia
“Un señor que vive en una ciudad provincial grande de Polonia se enteró de la verdad concerniente a Jehová y su reino y se puso a proclamarla con verdadero celo. Su esposa se opuso a lo que hacía y peleaba con él constantemente. Pero a pesar de su oposición el esposo siguió predicando. Ella le robó toda su literatura bíblica y se la llevó al fiscal e hizo una acusación contra él. Declaró que él se había hecho testigo de Jehová, que estaba escondiendo literatura proscrita en su casa y, además, que él la golpeaba despiadadamente. Todos sus parientes, decía ella, habían presenciado esta terrible brutalidad y gustosamente testificarían en el juzgado. Todos los testigos tomaron juramento y se les instó a que dijeran la verdad. El testigo de Jehová se sorprendió mucho de lo que sucedió en seguida: al aparecer en el estrado de testigos cada testigo testificó que no sabía nada de la supuesta brutalidad. Al contrario, desde que el acusado se había hecho testigo de Jehová era un hombre verdaderamente agradable que no haría nada para lastimar a una persona. Terminados estos testimonios de parte de los testigos de la esposa, el juez habló airadamente con la acusadora y le preguntó si los demonios la tenían poseída, visto que había hecho tales acusaciones falsas. El acusado fue absuelto y el tribunal mandó que se le devolviera toda la literatura que su esposa le había robado y entregado al tribunal. Así fue como terminó el asunto: La esposa se dio cuenta de que es imposible luchar contra la verdad y su esposo, que es cristiano. Cedió y aceptó la verdad ella misma. Ahora se ha dedicado a estudiar la literatura junto con su esposo.”—1960 Yearbook of Jehovah’s Witnesses.