La ciencia y Dios
Mediante la ciencia moderna hoy es “más fácil probar la existencia de Dios que antes,” así declaró el afamado filósofo francés, Claudio Tresmontant. Dijo él que el continuo aumento de conocimientos científicos acerca del universo testimonia de que hay una voluntad e inteligencia creadora. Los que no hallen en su filosofía un lugar para Dios, dijo el profesor Tresmontant, deben estar preparados para afirmar que la materia inconsciente e inanimada “ha sido capaz de organizarse por sí misma y hacerse viva, y proveerse a sí misma de conocimientos y facultad de pensar.” Entre otras cosas dijo: “Si hemos de considerar que la materia es así, entonces se le tiene que atribuir grandes propiedades.” También dijo: “Para que la materia haya podido por sí misma inventar la evolución biológica, la cual a través de las edades ha tendido constantemente hacia la creación de organismos cada vez más complejos y diferentes, dotados de cerebros con mayor capacidad y un grado de inteligencia cada vez mayor, afirmo que debe estar dotada la materia de una sabiduría insondable y de un genio incomparable.” En efecto, si el universo material ha de considerarse como la única realidad, “habrá que atribuírsele a la materia las cualidades esenciales que los teólogos especifican que le pertenecen a Dios,” que incluyen inteligencia suprema, poder creativo y existencia autónoma. El profesor Tresmontant concluyó que el concepto de Dios no es un vestigio anticuado de los primitivos, ni tampoco una fantasía a la cual acuden los débiles y temerosos en busca de consuelo, sino más bien una interpretación “eminentemente razonable” de realidades que la ciencia moderna ha confirmado acerca de la historia y el conocimiento del universo.