Preguntas de los lectores
● ¿Cuál es el significado de la declaración de Jesús, en Mateo 17:26, de que los “hijos son libres de impuestos”?—E. D., EE. UU.
Jesús estaba mostrando mediante ilustración por qué él, como el Hijo de Dios, no estaba obligado a pagar el acostumbrado impuesto del templo entre los judíos, los recaudadores de cuyo impuesto visitaban cada población de Judea anualmente a determinado tiempo. Después de la caída de Jerusalén, los romanos recaudaban este impuesto, respecto a lo cual Josefo dijo que César impuso un “tributo sobre los judíos dondequiera que se hallaban, y mandó que cada uno de ellos trajera dos dracmas cada año al capitolio, como solían pagar lo mismo al templo en Jerusalén.”—The Jewish War, VII, 6, 6.
El relato es singular del Evangelio de Mateo y dice: “Después que llegaron a Capernaum se acercaron a Pedro los hombres que cobran el impuesto de los dos dracmas y dijeron: ‘¿No paga el maestro de ustedes el impuesto de los dos dracmas?’ Él dijo: ‘Sí.’ Sin embargo, cuando entró en la casa, se le anticipó Jesús diciendo: ‘¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de la tierra contribuciones o la capitación? ¿De sus hijos o de los extraños?’ Cuando dijo: ‘De los extraños,’ Jesús le dijo: ‘Entonces, realmente, los hijos son libres de impuestos. Pero para que no los hagamos tropezar, . . . dásela a ellos por mí y por ti.’”—Mat. 17:24-27.
Posiblemente en un esfuerzo por implicar a Jesús en alguna violación a la costumbre aceptada, Pedro fue interrogado en cuanto a la posición de Jesús. Al hablar más tarde del asunto con Pedro, Jesús indicó que, según el proceder normal de las cosas, los reyes de la Tierra no imponen contribuciones a sus propios hijos, sino, más bien, imponen contribuciones a otros, los extraños. Los hijos son libres de impuestos.
El punto que Jesús recalcó fue que como el Hijo de Dios, según la práctica normal, él podría reclamar exención. Esto era sobre la base de que el hijo del rey pertenece a la casa real para quien se recauda el impuesto y no por quien se rinde. De manera semejante, el Padre de Jesús, el Rey del universo, era el Dios que se adoraba en el templo, por eso el Hijo no estaba obligado a seguir la costumbre, no siendo un requisito legal. (Éxo. 15:18; 1 Tim. 1:17) No obstante, no queriendo hacer tropezar a otros sugiriendo que él no apoyaba la adoración que se llevaba a cabo en el templo, Jesús se encargó de que se pagara el impuesto.