Nuestra herencia de enfermedades

¡EL JOVEN matrimonio estaba tan emocionado! Era un gozo contemplar su anticipación resplandeciente mientras esperaban el nacimiento de su primer hijo. Por fin nació el bebé, una niñita. Pero nació con atraso mental grave. Nunca viviría una vida normal. Solo otro padre podría comprender la conmoción y el dolor de esta pareja.

Él es estudiante de escuela secundaria, sus profesores lo respetan, y sus condiscípulos lo estiman. Todo el mundo decía que él tenía ante sí un futuro prometedor y próspero. Durante este año escolar, el último de él, ha comenzado a sentir dolores en las piernas. El examen médico ha revelado que tiene esclerosis múltiple. “¿Por qué a mí?” pregunta él. “¿Por qué ahora?”

¿Sufre usted de dolores de cabeza, como esta señora? O, ¿se cuenta usted entre la multitud de gente que padece de malestares estomacales, dolores musculares, fuertes dolores de espalda, palpitaciones severas, tensión nerviosa, artritis u otros males semejantes? Tales males rara vez son mortíferos, pero disminuyen nuestro disfrute de la vida. Y hacen que algunos días sean sumamente difíciles de sobrellevar.

¿Hay esperanza de que algún día escenas como éstas desaparezcan? ¿Llegará el tiempo en que el hombre no sufra más de estos viejos enemigos, la enfermedad y la muerte? O, ¿son parte permanente de la escena humana?