¿Aprecia usted lo que Dios ha hecho por usted?
CIERTA señora trató de compartir las buenas nuevas de la Biblia con su vecina, un ama de casa china que tenía dos hijos. Pero ésta respondió a los esfuerzos de la primera con la siguiente declaración: “¡Yo nunca me convertiría en cristiana como usted!”.
En vez de sentirse desanimada debido a dicha respuesta, la cristiana siguió manifestando amabilidad a su vecina por medio de ayudarla repetidas veces cuando lo necesitaba. Poco a poco la vecina se conmovió por esta amabilidad y con el tiempo aceptó un estudio bíblico a fin de aprender más acerca del Dios cuyos adoradores despliegan un amor tan desinteresado. Después de algún tiempo la señora china misma llegó a ser adoradora de Jehová, el Dios de la Biblia, y esto a pesar de la oposición muy severa de su esposo.
Esta experiencia prueba que toda persona normal aprecia que se le trate con amabilidad y consideración. Y es solo natural y correcto que expresemos nuestro aprecio a alguien que nos muestre tal amabilidad. Después de todo, suponga que cierto amigo o amiga suyo le invitara a una comida suntuosa que haya requerido mucho tiempo, esfuerzo y dinero. Después de disfrutar de dicho banquete, ¿se le ocurriría a usted irse de la mesa sin decir siquiera una palabra de aprecio por la hospitalidad de su anfitrión? Bueno, pues, ¿qué hay del Creador? ¿Aprecia usted lo que él ha hecho por todos nosotros?