‘Los cielos declaran...’
A aproximadamente 150.000.000 de kilómetros de donde usted está ahora, el Sol resplandece en el cielo con brillo deslumbrante. Aunque se le ha adorado como un dios por miles de años, nuestro glorioso vecino celestial es en realidad un testimonio del poder de su Creador, “el Hacedor del cielo y de la tierra”. (Salmo 115:15.) Su luz y calor son esenciales para la vida en el planeta. Y lo que los científicos han aprendido acerca de él nos causa asombro.
Se ha descubierto que el Sol produce enormes cantidades de energía. ¿Sabía usted que menos de la mitad de una mil millonésima del calor y la luz que el Sol genera llegan a la Tierra? Sin embargo, ¡esa fracción equivale a una potencia colosal de 240 billones de caballos de fuerza!
¿Cómo produce esa energía el Sol? Un enorme horno nuclear en la zona central del Sol produce energía al consumir alrededor de 3.600.000 toneladas métricas de hidrógeno por segundo. La humanidad puede alegrarse de que haya suficiente combustible en el Sol como para que siga produciendo energía durante miles de millones de años.
Algunos descubrimientos científicos han hecho que surjan preguntas. Por ejemplo, el Sol vibra constantemente, como la vibración que se produce al golpear una hoja de metal con un martillo. ¿Por qué? Además, piense en esto: La parte más caliente del Sol es el núcleo ardiente, y entre más alejada del núcleo esté una capa, menos caliente será. Pero no es así respecto a la capa exterior de la atmósfera del Sol, o la corona. La corona es más caliente que las capas más cercanas al núcleo ardiente. ¿Por qué?
Además, mientras el Sol gira —como la Tierra— sus diferentes partes giran a diversas velocidades. Por ejemplo, la superficie gira más rápidamente que las capas interiores. ¿Por qué? ¿Y cómo es posible eso? Luego están las manchas solares. Estas vienen y van en un ciclo regular durante un período de 11 años. ¿Por qué cambian de manera tan regular?
Aunque todavía hay mucho que aprender acerca del Sol, lo que ya sabemos nos impele a mostrar reverencia a su Creador, Jehová. Siempre que vemos el Sol nos recuerda que “los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando”. (Salmo 19:1.)