Aprovechemos todo el tiempo... siendo ministros regulares
1 Los cristianos verdaderos hemos hecho una dedicación para servir a Jehová como sus testigos 24 horas al día. Esto lo hacemos tanto por la conducta que exhibimos como por el mensaje que predicamos. Jesús dijo que “de la abundancia del corazón habla su boca.” Si tenemos la verdad en el corazón no nos será difícil hablar de ella, ¿verdad?—Luc. 6:45.
2 A veces no todos los publicadores están conscientes de este hecho, pues con frecuencia se hacen listas de hermanos que son irregulares en su ministerio. A veces dejan que uno, dos o hasta tres meses pasen si hablar de Jehová o su reino. ¿Por qué sucede tal cosa? Por enfermedad espiritual. Algunos han perdido la espiritualidad y ya no encuentra felicidad en hablar regularmente de la verdad. El dedicar todo el tiempo a cuidar los asuntos económicos se interpone. Falta de un buen horario y de atención personal por los siervos es otra causa.
3 ¿Qué podemos hacer para solucionar este problema? Mucho. Primero, es la responsabilidad de cada ministro ser un publicador regular. Sin embargo, los que tienen más madurez y especialmente los siervos pueden ayudar. Una lista de los que no hayan informado debe hacerse disponible el 1 y 15 de cada mes. Los hermanos que reciben estas listas pueden hacer arreglos para salir al servicio con los que están apuntados tan pronto como sea posible. Cuando hay precursores que trabajan con la congregación, ellos pueden cooperar también. Otros hermanos maduros pueden ser usados para trabajar con aquellos que generalmente tienden a ser irregulares. En algunos casos se requiere más que simplemente hacer arreglos para el servicio. A veces hay que fortalecer la fe del individuo por medio de un estudio. Si se logra mejorar la fe y madurez de estos hermanos, se puede conseguir que vean la necesidad de participar más regularmente en el ministerio.
4 Cuando nos disponemos a dar ayuda personal, no es solo asunto de animar a los irregulares a salir en la obra, es necesario conocer el problema que está impidiendo su participación regular en la predicación. Sería bueno sentarnos con estos hermanos, hablar con ellos, y después dar el consejo pertinente. Tal vez su problema sea un horario práctico y tengamos que ayudarlos a planear uno. Para las hermanas, su problema muchas veces son los niños. En este caso sería preciso ver quién podría ayudarlas con ellos para que puedan participar en la obra. Si la dificultad consiste en enfermedad física o vejez, entonces queremos ayudar a estos hermanos a participar en la obra de predicación incidental. Podemos suministrar revistas, folletos, tratados y hojas sueltas para que estos hermanos los distribuyan a los que los visitan, y animarlos a escribir cartas.
5 Algunas veces los irregulares son niños o jóvenes. Los padres tienen la mayor responsabilidad. No solo deben estudiar con ellos, sino enseñarles a usar sermones así como presentaciones de revistas, etc. Por eso, cuando salga al servicio, lleve a sus hijos con usted. Cuando ambos cónyuges son cristianos, los dos pueden hacer arreglos para que sus hijos participen regularmente en el ministerio. Cuando los padres de estos jóvenes no están en la verdad, le toca al que conduce el estudio con ellos hacer arreglos para que participen en el servicio. Cuando los publicadores viven lejos del Salón del Reino y no asisten a las reuniones con regularidad, puede ayudárseles a ver la necesidad de enviar sus informes con suficiente tiempo. Es bueno que los siervos animen y ayuden a los hermanos a entregar sus informes semanalmente.
6 A medida que el fin de este viejo sistema se acerca, nuestra responsabilidad de predicar las buenas nuevas aumenta. Aprovechemos el tiempo que queda predicando con regularidad y así ayudar a otros a ver la verdad, para que escapen de esa destrucción inminente.