Presentando las buenas nuevas... con discernimiento
1 “Un hombre de discernimiento es sereno de espíritu” (Pro. 17:27). A menudo, cuando participamos en nuestra actividad de predicar, se confirma la sabiduría contenida en estas palabras. Por ejemplo, puede que nos topemos con un letrero que diga en inglés: “No Soliciting”. O quizás se nos pida que salgamos de un edificio en que hemos estado predicando. En otros lugares, tal vez un portero o un administrador rehúse concedernos entrada en un edificio. ¿Qué podemos hacer en estos casos?
2 “No Soliciting.” Nuestra obra de predicar las buenas nuevas y dejar literatura en manos de la gente por una contribución voluntaria para sufragar el costo de impresión no constituye venta ni recaudación de fondos. Sin embargo, algunas personas se oponen a nuestra predicación y la llaman petición de dinero o venta. Si esto sucede, amablemente podemos explicar que nuestra obra no es comercial, que es una obra misional y evangelizadora, y que somos ministros. Al explicar esto, nuestra habla debe ser ‘siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepamos cómo debemos dar una respuesta a cada uno’ (Col. 4:6). Si se hace valer lo que dice tal letrero o personas autorizadas insisten en que no se desea nuestra presencia en el edificio, debemos abandonarlo tranquilamente y tal vez procurar predicar allí en otra ocasión.
3 “Se le pide que salga del edificio.” Si se pide a un publicador que salga de un edificio donde ha estado predicando, prudentemente puede mostrar que su obra es de índole religiosa, sumamente importante y que es un servicio al público. Si a lo que se objeta es a que se visite durante el domingo, procure hacer arreglos para volver otro día. Si, después de hablar con calma a la persona, se le manda salir, debe hacerlo. No es sensato insistir en los derechos de uno y crear más conmoción o hasta contribuir a que se le arreste innecesariamente. El publicador puede volver en otra ocasión, si le parece prudente, o escribir una carta personal que dé un testimonio a los que viven allí. Si vuelve, el discernimiento quizás dicte que solo llame a unas cuantas puertas o casas. Entonces, que vuelva después a visitar a unas cuantas más. Si guarda un registro exacto de todos los residentes, puede que con el tiempo llegue a testificar a todos.
4 “Se niega la entrada a un edificio.” El discernimiento exige que se preste atención a las palabras de Proverbios 15:1: “Una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero una palabra que causa dolor hace subir la cólera”. Así que, como ya se ha mencionado, por lo general, lo mejor es no insistir en los derechos de uno. No obstante, en algunos lugares en los que se nos niega entrada, si se hace una cita para hablar con el encargado del edificio y se le explica nuestra obra, quizás se nos otorgue el permiso para predicar en él. También, tal vez sea posible entrar en el edificio o en la zona valiéndonos de algún medio normal y legal, y visitar a una familia o más a la vez de un modo que no llame la atención de los que se oponen. Por supuesto, esto debe hacerse de manera discreta. En todo tiempo debe mantenerse la dignidad de nuestra obra para que se “hagan todas las cosas para la gloria de Dios”. (1 Cor. 10:31.)
5 “Tienen que predicarse las buenas nuevas” (Mar. 13:10). A medida que nos acercamos al fin de este sistema, es de esperar que Satanás siga haciendo que nos sea más difícil llegar a las personas que son mansas como ovejas. Seamos discernidores cuando predicamos para que podamos llevar a tantas personas como sea posible la esperanza que ofrece la Palabra de Dios.