La caja de preguntas
● ¿Sería correcto que un hermano diera un discurso de funeral para una persona del mundo que fuera un delincuente notorio?
De vez en cuando surgen preguntas relacionadas con dar un discurso de funeral para alguien que haya tenido poca o ninguna asociación con los testigos de Jehová, tales como un familiar incrédulo. En La Atalaya del 15 de octubre de 1977, páginas 633-635, se presenta una manera equilibrada de abordar el asunto de efectuar un funeral para tal persona.
Si se pidiera que un Testigo diera un discurso de funeral para una persona mundana a quien se le consideró como malhechor notorio hasta el último momento, deberíamos rehusar hacerlo, pues esto pudiera desacreditar a Jehová y a su organización. (Pro. 18:3.)
¿Qué hay de una persona no dedicada que haya participado en conducta incorrecta en el pasado? Hay una diferencia entre alguien que llevaba una vida de pecado y alguien que en el pasado llevó una vida deshonrosa, pero que estaba haciendo esfuerzos para transformarse espiritualmente y ponerse la nueva personalidad. (Rom. 12:2; Efe. 4:17, 20-24.) La persona tal vez no había llegado a ser todavía un cristiano dedicado y bautizado, que anduviera de manera recta y estuviera en condición limpia. (1 Cor. 6:9-11; Rev. 7:9, 10.) Pero puede que haya estado dando pasos para transformar su vida, y eso pudiera tomarse en consideración si se pidiera que un Testigo diera el discurso de funeral. Si los ancianos piensan que eso no perturbaría la paz y armonía de la congregación ni traería oprobio al pueblo de Dios, entonces no habría objeción a que un anciano diera un discurso, si su conciencia se lo permite. (1 Cor. 10:23, 24, 29, 32, 33.)