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  • Instruyendo a su hija en los quehaceres domésticos
  • ¡Despertad! 1972
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¡Despertad! 1972
g72 8/1 págs. 20-23

Instruyendo a su hija en los quehaceres domésticos

¿HA ENSEÑADO usted con buen éxito a su hija a ser buena ama de casa? ¿Sabe ella encargarse de la ropa que hay que lavar? ¿Le ha mostrado usted buenos métodos de desempolvar y de lavar trastos? ¿Sabe el valor de un programa u horario para la limpieza?

Muchas novias jóvenes carecen totalmente de preparación para estos deberes simplemente porque no se les han enseñado. ¿Le aplicará eso a su hija cuando se case? Al considerar algunos aspectos de los quehaceres domésticos, ¿por qué no analiza lo que usted está haciendo para enseñar a su hija?

Cultivando un incentivo para ayudar

“Oh, usted no conoce a mi hija,” quizás digan algunas madres. “Ella simplemente no quiere aprender.”

Pero, ¿por qué reacciona así? Aunque quizás la pereza sea una razón, por lo general esa actitud es el resultado de una falta de incentivo. ¿Entiende su hija por qué son vitales los quehaceres domésticos? ¿Ha explicado usted cómo las diversas tareas contribuyen a la comodidad y funcionamiento ordenado del hogar? ¿Realmente la ha estimulado a que la ayude?

Una madre relató cómo hizo esto. Explicó a sus hijos que la casa también era de ellos, y que ellos también tenían una responsabilidad en cuanto a mantenerla nítida y limpia. Con este estímulo, concordaron en ayudar de buena gana. Pero se requirió paciencia de parte de la madre, así como disciplina firme, pues los niños eran jóvenes y a menudo no terminaban sus asignaciones de trabajo. Ahora, sin embargo, todos ponen manos a la obra y rápidamente efectúan el trabajo.

Quizás más que cualquier otra cosa, la propia actitud de usted para con los quehaceres domésticos afectará el punto de vista de su hija en cuanto a ellos. Si usted piensa que los quehaceres domésticos son un trabajo penoso, y refunfuña y se queja cuando desempeña sus quehaceres, es probable que su hija desarrolle la misma actitud. Por otra parte, si usted considera los quehaceres domésticos como una expresión de su amor a su familia, y está alerta en cuanto a cómo agradarles, ella notará el interés y alegría de usted. Esto será un verdadero incentivo para ella y querrá ayudar.

Es prudente hacer que los períodos de trabajo sean tan deleitables como sea posible. Una madre relata que a menudo ella y su hija escuchan la radio o discos mientras trabajan. En una de esas ocasiones, mientras se reían y cantaban juntas, su hija comentó: “¿Sabes una cosa, mamá? Me parece que Dios se propuso que las madres y las hijas se divirtieran así, ¿verdad?” Esta madre no tiene que regañar ni halagar a su hija para que ayude, porque realmente disfrutan de trabajar juntas.

Entrenamiento temprano

¿Cuándo debe comenzar una madre a entrenar a su hija? Algunas madres han dicho: “Esperaré hasta que sea más grande y pueda manejar mejor las cosas.” Sin embargo, a las madres que han esperado por lo general les pesa. Después que los niños comienzan a ir a la escuela y se envuelven en el trabajo escolar y otras actividades, a menudo es más difícil obtener su ayuda y cooperación.

De modo que el tiempo ideal para comenzar a enseñar a su hija acerca de los quehaceres domésticos es antes que vaya a la escuela. Cuando el entrenamiento se inicia temprano, llega a ser una parte natural de la rutina de una niña. Es algo que continúa haciendo como asunto de hábito cuando crece. Las muchachas de edad preescolar especialmente desean agradar y copiar a sus madres. Por eso, aproveche este deseo juvenil de ayudar.

Una madre que empezó a entrenar a sus hijas bien temprano informa los buenos resultados. Dice que sus hijas han aprendido a recoger sus cosas y ponerlas en su lugar debido todas las noches antes de acostarse. Y por la mañana tienden su cama y hacen otros quehaceres regulares. La madre dice que el trabajo que efectúan les hace apreciar más las cosas que otros hacen para ellas.

Es importante que las madres ejerzan paciencia cuando entrenen a hijas muy jóvenes. Recuerde, su hija está “en entrenamiento.” Esto significa que tiene que aprender por cierto grado de experimentación. No va a hacerse experta si usted le hace el trabajo. Por eso, después de mostrarle cómo, deje que ella misma lo haga.

Sin embargo algunas madres son muy impacientes. A veces se les oye expresar esta queja: “Es tan lenta que prefiero yo misma hacer el trabajo.” De modo que sus hijas nunca llegan a aprender a hacerlo bien. Otras madres critican todo lo que hacen sus hijas. Esto las desanima, en vez de animarlas. Es prudente evitar estas tendencias.

Nitidez... una lección valiosa

Para su hija, quizás los quehaceres domésticos no solo parezcan monótonos, sino también una actividad algo inútil. “¿Por qué hacer mi cama?” quizás pregunte. “Voy a dormir en ella otra vez esta noche de todos modos.” O: “¿Por qué tengo que recoger y guardar mis juguetes? Voy a usarlos de nuevo.”

Quizás un principio bíblico ayude a su hija a apreciar por qué es necesario repetir ciertas actividades. Dice: “Para todo hay un tiempo determinado, aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos.” (Ecl. 3:1-8) Y así sucede con los quehaceres domésticos. Hay un tiempo para hacer las camas y un tiempo para dormir en ellas. Hay un tiempo para sacar todos los utensilios necesarios para disfrutar de una comida, y un tiempo para lavar y guardar esas cosas en su lugar apropiado. Hay un tiempo para usar cierta ropa, y un tiempo para guardarla nítidamente en su lugar, etc.

Su hija debe aprender el valor de mantener nítida y ordenada la casa. Tiene que comprender, por ejemplo, que es mucho más fácil hallar las cosas cuando se guardan en un lugar apropiado. Usted puede indicar que ella no tiene que andar buscando la pasta dentífrica ni la botella de la leche, ¿verdad? No, estos artículos tienen un lugar, y todos los de la casa saben dónde están. Así se le puede mostrar que, si se aplica esta regla sencilla también a otros artículos, ¡qué excelente será eso!

También podría indicarle que cuando los juguetes y las prendas de vestir se guardan o se cuelgan nítidamente, duran más y permanecen más limpios. ¡Y cuánto mejor se ve una habitación cuando la cama está hecha y todo está nítido y ordenado! La mayoría de las mujeres concuerdan en que no es la suciedad misma lo que las pone nerviosas. Es el revoltijo y el desorden en una casa. Como lo expresó una madre: “Mientras las cosas están nítidas y se guardan en su lugar apropiado, se puede ver con mayor claridad exactamente qué es necesario hacer. Si la casa está en orden, uno no pensará que tiene demasiado trabajo que hacer y se cansará antes de empezar.”

Por supuesto, no hay que llevar la nitidez a tal extremo que sea exagerada meticulosidad. En algunas casas todo está siempre en tan meticuloso orden que uno casi teme el ahondamiento que va a hacer en el sofá al sentarse, o dejar huellas en la alfombra al caminar. Es deseable un equilibrio apropiado, mantener un hogar en el cual las cosas estén nítidas y ordenadas, sí, pero uno en el cual la familia todavía pueda estar cómoda y descansada.

Otras cosas que se pueden enseñar

Hay muchísimas otras cosas que usted puede enseñarle a su hija que le serán de verdadero valor. Por ejemplo, puede aprender mucho el día de lavar la ropa. ¿Le ha enseñado a clasificar la ropa que se va a lavar, a limpiar la ropa y doblarla cuando está seca? ¿Le ha mostrado cómo quitarle las manchas a las camisas y cuellos de su padre? Tal vez tenga que hacerlo para su esposo algún día. ¿Entiende ella la función de los detergentes y blanqueadores y el efecto que cada uno tiene en ciertas telas? ¿Le ha explicado usted la ventaja de secar la ropa al sol en preferencia a hacerlo en una máquina secadora?

También querrá enseñarle a su hija las vías por las cuales entra el polvo o suciedad en la casa, y cómo hacer frente a ésta. Las puertas, ventanas y las zonas adyacentes a ellas son algunos de los lugares obvios en los cuales buscar el polvo. Otros no son tan obvios: en roperos, rincones de las habitaciones, debajo de los muebles, y en los armarios y cajones de la cocina que se usan a menudo. Estas zonas deben atenderse con regularidad para impedir que se acumule el polvo, pues eso requeriría un mayor trabajo de limpieza después.

La entrada del polvo hace del desempolvar una necesidad. ¿Sabe su hija que hay un arte en ello? El polvo puede ser quitado o simplemente puede ser trasladado de lugar a lugar. La diferencia estriba en cómo se limpia y con qué. Si se utiliza un trapo húmedo, éste realmente recoge y quita el polvo de la superficie de los muebles o piso.

¿Por qué no deja que su hija vea esto por sí misma? Haga que use un trapo ordinario para desempolvar y vea lo que sucede. Entonces haga que lo humedezca y realmente vea el polvo desprenderse de los muebles y adherirse al trapo. Una vez que ella vea la diferencia, usted no tendrá que repetir esas instrucciones. Ella captará la idea.

¿Sabe su hija hacer la cama? Hay diferentes maneras de hacerlo, y a menudo una manera es tan buena como otra. Usted puede enseñarle la manera en que lo hace en su casa. Si ella es muy pequeña y se le hace difícil alinear bien las sábanas y las cobijas, usted podría hilvanar una hebra de color como marcador en el centro de ellas. Esto facilitará el que ella alinee bien las sábanas y las cobijas en la cama.

Una parte fundamental de los quehaceres domésticos es el lavar diariamente los trastos, algo que usted querrá enseñar a su hija a hacer bien. ¿Se da cuenta ella de que con frecuencia el remojar los trastos sucios puede facilitar el trabajo? ¿Y sabe lavar los trastos en agrupaciones? Enséñele a lavar todos los cubiertos y entonces enjuagarlos juntos, en vez de lavar por separado cada cuchara o tenedor. El mismo principio aplica a otros artículos. Es mucho más sencillo y más aprisa de este modo.

El limpiar la estufa es un trabajo difícil y consumidor de tiempo que temen muchas mujeres ¿Le ha enseñado a su hija una manera más fácil de hacerlo? Haga que quite todas las partes movibles y las remoje en un fregadero o tina con detergentes durante la noche. A la mañana siguiente el polvo y la suciedad saldrán mucho más fácilmente. Cuando su hija crezca y tenga su propia casa, estará agradecida por haber aprendido esta lección.

Aprendiendo a planear y organizar

Una de las lecciones más importantes que puede enseñarle a su hija es a planear y organizar su trabajo. Entrénela a pensar antes de obrar. Hágale saber que no todos los movimientos significan logro. Es por esto que algunas mujeres logran mucho más que otras en el mismo tiempo y con menos esfuerzo y tensión.

Por eso, cuando ella tenga su propia habitación que limpiar, ayúdela a analizar lo que es necesario hacer. Por ejemplo, determine lo que hay que guardar en los cajones o el ropero; qué artículos hay que mudar a otra habitación donde deben estar; qué cosas pueden desecharse, etc. Una vez que esté mentalmente organizada, hará el trabajo con menos esfuerzo y lo terminará más aprisa.

Quizás pueda ayudar a su hija a ver cómo puede ahorrar pasos. Por ejemplo, usted quizás observe que al ir de habitación en habitación ella hace viajes repetidos para desechar ciertas cosas. Anímela a llevar consigo una bolsa grande de papel mientras limpia, y a echar en ella las cosas. Esto ahorrará tanto tiempo como energía.

La buena organización también envuelve el poder coordinar varios trabajos, haciéndolos como una unidad. Enséñele a hacer esto. Por ejemplo, después del desayuno los trastos y cacerolas que lo necesitan podrían remojarse mientras se hacen las camas que ya han tenido oportunidad de orearse. Luego podría asear la casa, utilizando la aspiradora o barredora en las alfombras, y después lavar los trastos. Ahora la casa está en orden y lista para cualquier visita inesperada.

O enséñele a atender otros trabajos de la cocina mientras se remojan los trastos de la comida. Por ejemplo, se pueden limpiar las impresiones digitales de las paredes, el refrigerador y los armarios; se podría revisar la estufa y el horno para ver si hay comida derramada en éstos; sacar la basura; forrar el bote de la basura con papel o una bolsa de plástico para que no se le pegue la suciedad ni huela, y así por el estilo. Después de lavar los trastos, puede terminar pasando un trapeador húmedo sobre los pisos. ¿Ha aprendido ya a hacer estas cosas?

El atender la cocina es un desafío en particular. Un buen sistema es imprescindible. Una madre informa que en su casa hay la regla de que, aparte de la hora de las comidas, cualquiera que use un plato o vaso tiene que lavarlo y guardarlo donde se debe. En otra casa la familia usa platos y vasos de papel una noche a la semana cuando todos tienen que salir a un tiempo fijo. Esto elimina el lavar los trastos y también da ambiente festivo a la cena. A algunas familias grandes les parece práctico poner la mesa la noche anterior cuando tienen que salir temprano a la mañana siguiente. Lo importante, sea cual sea el sistema que se siga, es que debe ser práctico y resultar en aligerar el trabajo.

Quizás no sea fácil mantener nítido, limpio y cómodo el hogar, así como entrenar a otra persona a hacer lo mismo, pero es remunerador. Tendrá el placer de ver que su hija se desarrolle en una ama de casa apta y eficaz.

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