Marcas del verdadero cristianismo
CASI todo el mundo estaría de acuerdo en que una gran iglesia o el haber sido miembro de una iglesia por mucho tiempo no quiere decir que uno tiene las marcas del verdadero cristianismo. Pero, ¿cuáles en realidad deberían ser esas marcas? Note las declaraciones hechas por E. M. Green en su libro acerca del evangelismo entre los cristianos primitivos:
“Una de las más extraordinarias características del evangelismo en los días primitivos fue la gente que tomó parte en él. No se consideraba que el comunicar la fe era la prerrogativa de los muy celosos o de los evangelistas oficialmente designados. El evangelismo era la prerrogativa y el deber de cada miembro de la Iglesia. Hemos visto a apóstoles y profetas errantes, nobles y pobres, intelectuales y pescadores todos tomando parte con entusiasmo en ésta, la tarea principal encomendada por Cristo a su Iglesia. La gente común de la Iglesia lo veía como su trabajo: El cristianismo era primordialmente un movimiento laico, esparcido por misioneros que no se ajustaban a formalidades. . . .
“Este entusiasmo contagioso de parte de gente tan diferente en edades, antecedentes, sexo, y culturas estaba respaldado por la cualidad de sus vidas. Su amor, su gozo, sus hábitos cambiados y sus caracteres progresivamente transformados daban gran peso a lo que decían.”
Por lo tanto, un celoso evangelizar por todos en la congregación, viejos y jóvenes, así como las evidencias de verdadera transformación cristiana... éstas son las marcas del verdadero cristianismo.