¿Volverán a vivir?
CUANDO un ser humano pierde a un pariente amado o amigo íntimo en la muerte, no se puede valer. De nada serviría conseguir el mejor conocimiento médico del mundo porque éste no puede librar ni siquiera a una solo persona de las garras de la muerte. Muchas personas no encuentran las palabras para confortar a los afligidos. La muerte parece tan final, tan irreversible. Pero ¿es éste realmente el caso?
Un libro que afirma haber sido inspirado por el Hacedor del hombre suministra una respuesta a esta pregunta. Una abundancia de evidencia corrobora la declaración que hace de haber sido inspirada por Dios. Después de haber investigado este libro, un anterior presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos declaró: “Fue un estudio largo, serio y profundo: y usando en este asunto religioso los mismos principios de evidencia que siempre uso en asuntos seglares, he llegado a la decisión de que . . . ha venido de Dios.” Basados en la evidencia a la mano, otros millones de personas han llegado a la misma conclusión. El libro de que se trata es la Santa Biblia.
La Biblia revela que el hombre fue creado de los elementos del suelo. Leemos: “Procedió Jehová Dios a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente.” (Gén. 2:7) Aquel primer hombre, Adán, tenía ante él la perspective de una vida sin fin. Sin embargo, cuando desobedeció la ley de Dios, se pronunció esta sentencia contra él: “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.” (Gén. 3:19) Con el transcurso de los muchos siglos desde la muerte de Adán, miles de millones de sus descendientes también han vuelto al polvo inerte, falto de vida.
Puesto que el Dios Todopoderoso creó al primer hombre de los elementos del suelo, ¿no es razonable concluir que él también debe poseer la habilidad para resucitar a los muertos? El traer de vuelta a la vida a las personas muertas no exigiría la restauración de las moléculas idénticas que componían el cuerpo del difunto. Aun durante la vida de uno las moléculas están siendo reemplazadas más o menos cada siete años. De modo que las moléculas no son el factor que determina precisamente quién uno es. Más bien, lo que nos identifica es nuestra apariencia física, voz, personalidad, desarrollo mental, experiencias y memoria. Por lo tanto, lo que tendrá que ser devuelto a la vida no será las moléculas idénticas, sino los individuos, o las almas.
El Altísimo ha prometido que esto es exactamente lo que acontecerá. Leemos en las Escrituras: “Habrá muchos de los que están dormidos en el suelo de polvo que despertarán.” (Dan. 12:2) “Tus muertos vivirán. Cadáver mío... se levantarán. ¡Despierten y clamen gozosamente, residentes del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de malvas, y la tierra misma dejará que aun los que están impotentes en la muerte caigan en nacimiento.”—Isa. 26:19.
¡Qué perspectiva más excitante! Tal como el rocío reaviva la vegetación, así la operación de la fuerza activa o espíritu de Dios despertará a los muertos de su sueño. La Tierra, cual matriz, dará a luz a aquellos que antes estaban “impotentes en la muerte.”
Si usted desea más información acerca de la promesa de Dios de restaurar a los muertos a vida, lo instamos a que hable con los testigos de Jehová la próxima vez que lo visiten. El tener una fe bien fundada en la promesa de Dios de resucitar a los muertos puede animarlo ahora y ayudarlo a brindar consuelo verdadero a otros cuando estén afligidos.