BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g79 8/6 págs. 8-11
  • La prueba del diseño

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • La prueba del diseño
  • ¡Despertad! 1979
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Nuestros huesos: “Triunfos de la estructura y el diseño”
  • “El oído: Obra maestra de la ingeniería”
  • La mano humana: “Instrumento de instrumentos”
  • El cerebro: “La creación más milagrosa del mundo”
  • Un universo musical al alcance de sus manos
    ¡Despertad! 2004
  • El sentido del oído: don que debemos apreciar
    ¡Despertad! 1997
  • El piano... instrumento adaptable y expresivo
    ¡Despertad! 1978
  • El maravilloso sistema auditivo
    ¡Despertad! 1990
Ver más
¡Despertad! 1979
g79 8/6 págs. 8-11

La prueba del diseño

LA EXISTENCIA de diseño invariablemente exige un diseñador con destreza y habilidad. ¿A quién se le ocurriría pensar, siquiera por un instante, que un reloj de mucha precisión se formaría por casualidad? La exactitud de su movimiento suministra prueba de un diseñador diestro.

Así, también, echemos una buena ojeada al cuerpo humano para ver indicaciones de un gran Diseñador. Un recién nacido en toda su radiante belleza, lleno de vida, en sí mismo es un milagro pasmoso. Además, dentro de ese “paquetito” hay pruebas de diseño refinado que impresionan hasta a ingenieros y científicos que han recibido una educación seglar superior. Note algunos ejemplos de espléndido diseño.

Nuestros huesos: “Triunfos de la estructura y el diseño”

¿A qué se debe que el libro The Body, que firmemente apoya la evolución, describa los huesos de la manera en que lo hace? Se debe a que los huesos “sostienen el cuerpo de la misma manera que una armazón de acero sostiene un rascacielos, y protegen los órganos vitales del cuerpo de la misma manera que un techo de hormigón protege a los ocupantes de un edificio. Al satisfacer estas asignaciones estructurales, el cuerpo humano resuelve problemas de diseño y construcción que son familiares al arquitecto y al ingeniero.”

¿Cómo se sentiría usted si fuera contratista de edificios y se le pidiera que ensanchara una casa, haciéndola tres veces más alta y ancha y no obstante que no molestara las labores diarias o el descanso nocturno del ocupante ni siquiera por una hora? Imposible, dice usted. Sin embargo, eso es precisamente lo que se exige de nuestros huesos. Nuestra armazón debe aumentar al triple desde nuestra infancia hasta que llegamos a la madurez.

¿Cómo efectúan nuestros huesos esta labor? Imagine que alguien raspa un poco de material del interior de las paredes y del techo de una habitación, y entonces deposita este material en el exterior de las paredes y el techo. Cada semana la habitación “crece” varios milímetros hasta que, por fin, después de 20 años, nuestra casa es tres veces más grande que antes. Pues bien, ciertas células especiales de nuestros huesos hacen esta misma obra de “albañilería”... osteoclastos (destructores de huesos) y osteoblastos (formadores de huesos).

¡Y con qué fortaleza y flexibilidad inherentes están construidos nuestros huesos! Su construcción es semejante a la del hormigón armado (un material de resistencia asombrosa que se usa extensamente en la construcción moderna y se obtiene mediante una colada de hormigón reforzada con barras flexibles de acero). Entre el calcio de los huesos semejante a hormigón se cruzan fibras de colágeno que suministran el refuerzo. No obstante la materia ósea es ocho veces más fuerte que el hormigón armado. Su resistencia a la tensión es más grande que la del hierro fundido. La tibia de usted puede soportar con regularidad un peso de casi dos toneladas y se le puede someter a presiones de hasta 1.400 kilos por centímetro cuadrado. No obstante los huesos son flexibles y asombrosamente ligeros. ¡Si en vez de ellos se usara acero, un hombre de 73 kilos pesaría casi 360 kilos! Piense en eso la próxima vez que esté flotando en el agua. De modo que en nuestros huesos se usa una mezcla perfecta que combina dureza con flexibilidad y ligereza.

Como si esto no fuera suficiente, el interior de los huesos es como una “casa de moneda” donde se “acuñan y emiten” nuevas células de sangre, la vida del cuerpo. Como comenta el libro Man in Structure and Function:

“Tal como los bancos construyen sus bóvedas en los cimientos de sus edificios a fin de depositar sus reservas de oro en la indemnidad y seguridad de sus profundidades, el cuerpo ha usado los lugares más protegidos del cuerpo humano, el interior de los huesos, para depositar en ellos la moneda y el oro del estado celular: la sangre.”

No sorprende que la revista Today’s Health diga: “El esqueleto humano representa una obra maestra de diseño de ingeniería, . . . ”

“El oído: Obra maestra de la ingeniería”

Esa es la descripción que el libro Sound and Hearing da de nuestro órgano del oído. El libro añade: “Pero, detrás [del oído externo] hay estructuras de tanta sensibilidad que avergüenzan al artesano más hábil, y de una función automática tan confiable que inspiran admiración al más genial ingeniero.”

Piense: En un espacio de unos seis centímetros cuadrados hay todo un sistema receptor y transmisor de alta fidelidad construido en miniatura. Desde el oído externo (que recoge las ondas sonoras) a través del oído medio (que convierte las ondas sonoras en movimientos mecánicos) y hasta el oído interno (que transforma los movimientos mecánicos en impulsos eléctricos), vemos prueba de un diseño verdaderamente refinado.

En el caracol o cóclea (una parte del oído interno que se asemeja a un caracol [note la lámina de arriba]), ocurre el verdadero milagro. Es aquí donde los movimientos mecánicos se convierten en impulsos eléctricos y se transmiten al cerebro, que los descifra como sonidos. Para lograr esta función 24.000 pequeños vellos en el interior de este órgano funcionan como las cuerdas de un piano. Las ondas sonoras producen movimientos en el interior del caracol, y de ellos estas “cuerdas” reproducen los diferentes tonos. Por medio de nervios fijados a estos vellos se envían impulsos eléctricos al cerebro. Una obra de consulta dice: “Puesto que el caracol en el oído de un pianista es aproximadamente un millón de veces más pequeño que el piano que él toca, es preciso imaginar el teclado y las cuerdas de un piano de concierto reducidos aproximadamente 100 millones de veces a fin de llegar a las dimensiones del ‘piano’ auditivo en el oído.” ¡Nuestro “piano” reproduce perfectamente cada sonido —desde el más tenue murmullo hasta el crescendo de una gran orquesta— y todo esto en el interior de una parte que tiene el tamaño de un guisante! ¿Diseño o casualidad? ¿Ha oído usted que un gran piano haya llegado a existir por pura casualidad?

La mano humana: “Instrumento de instrumentos”

Eso es lo que dijo un médico de la antigüedad acerca de lo que ha hecho posible tantos logros humanos. El bioquímico Isaac Asimov hizo eco de ese sentir al referirse a la mano como:

“ . . . un órgano de manipulación superlativo, incomparablemente la cosa mejor de su índole en todo el campo de la vida... cuenta con cuatro dedos diestros y un pulgar opuesto a fin de que el conjunto pueda usarse como pinza delicada o para dar un firme apretón, torcer, doblar, tirar, empujar, y manipular teclas de piano y de máquina de escribir.”

De hecho, la mano no solo es poderosa, sino impresionantemente ágil. Con ella podemos golpear con un martillo y, no obstante, recoger un alfiler pequeño.

¿Dónde están los poderosos músculos que controlan nuestros dedos? Pues bien, si usted fuera a diseñar una mano, ¿dónde pondría los músculos? ¿Tal vez en los dedos mismos? ¡Qué espantoso sería eso! Porque aunque tendrían fuerza, lucirían como salchichas gruesas. ¿Ha tratado usted alguna vez de recoger un alfiler con una salchicha gruesa? Pero, en su mayor parte, los músculos que se usan para doblar los dedos se encuentran en el antebrazo. Haga una flexión con los dedos y sienta su antebrazo. ¿Siente los músculos moverse? Están conectados por medio de “cuerdas” o tendones a las yemas de sus dedos, lo cual suministra gran fuerza y flexibilidad genuina. ¡Qué sobresaliente diseño! ¿Por mera casualidad?

El cerebro: “La creación más milagrosa del mundo”

Así le llamó al cerebro allá en 1955 Loren C. Eiseley, un prominente antropólogo, evolucionista. Hoy día el hombre, con todo su incremento en tecnología, se siente atónito ante lo que nuestro cerebro puede hacer. Tiene “10 mil millones de células nerviosas, cualquiera de las cuales puede estar conectada con hasta otras 25.000 células nerviosas. La cantidad de interconexiones a la que esto equivale atolondraría hasta a un astrónomo... y los astrónomos están acostumbrados a tratar con cifras astronómicas,” informa una obra de consulta, y añade: “Una computadora lo suficientemente refinada como para tratar con esta cantidad de interconexiones sería lo suficientemente grande como para cubrir la Tierra.”

No obstante todo esto está reducido en una masa que pesa aproximadamente 1.360 gramos, lo suficientemente pequeña como para caber en sus dos manos. Es apropiado que se le llame “el trozo de materia más organizado del universo.”

Nuestro cerebro es capaz de lo que ninguna computadora hecha por el hombre es capaz: imaginación creadora. Esto se manifestó especialmente en la experiencia del compositor Ludwig van Beethoven. En el estreno de una de sus más grandes obras, la Novena Sinfonía, el público estalló en aplausos, debido a lo mucho que les gustó. Beethoven no pudo oír los aplausos; ¡estaba totalmente sordo! Piense, él “oyó” la riqueza plena de la composición primero en su propia imaginación y entonces escribió las notas, y en realidad nunca oyó ni un solo tono. ¡Qué poder de imaginación creadora posee nuestro cerebro!

¿No es obvio que en nuestro cuerpo hay ejemplos de sobresaliente diseño? ¿No deberíamos llegar a la misma conclusión lógica a la que llegó un sobresaliente ingeniero consultor que durante dos años se afanó en diseñar un “cerebro electrónico”? Dijo: “Después de encararme a los muchos problemas de diseño que me presentó [la computadora] y resolverlos, me parece completamente irracional pensar que tal artefacto pudiera llegar a existir de cualquier otra manera que por medio de un . . . diseñador inteligente. . . . Si mi computadora exigió un diseñador, cuánto más lo exigió esa compleja . . . máquina, mi cuerpo humano.”

¿Pudieran todos estos ejemplos de diseño sencillamente haber “sucedido por casualidad”? George Gallup, un conocido experto en estadística, alguien que cuidadosamente compila cifras y hechos sobre ciertos temas, dijo en una ocasión: “Puedo probar que Dios existe por medio de las estadísticas. Sencillamente considere el cuerpo humano... la probabilidad de que todas las funciones del individuo sencillamente surgieran por casualidad es una monstruosidad estadística.” En otras palabras, la probabilidad de que todo esto “sucediera por casualidad” sin algún poder director es, en realidad, imposible, “una monstruosidad estadística.”

El gran físico Lord Kelvin, quien para el tiempo de su muerte “sin disputa alguna era el mayor genio científico del mundo,” llegó a la misma conclusión: “La ciencia nos obliga absolutamente a creer con perfecta confianza en un Poder Directivo... en una influencia aparte de las fuerzas físicas, dinámicas o eléctricas . . . La ciencia nos obliga a creer en Dios.” (Las bastardillas han sido añadidas.)

Podemos ver prueba convincente de la existencia de Dios por medio de (1) la lógica científica sólida y (2) la existencia de diseño en el mundo que nos rodea. Aun así una pregunta viene a nuestra mente: ¿Cómo es este Dios? Para hallar una respuesta satisfaciente, tenga la bondad de leer el siguiente artículo.

[Ilustraciones de la página 9]

“El caracol [una parte del oído] . . . es un instrumento musical cuya compleja estructura se asemeja a la del piano”

Pueden observarse algunas maravillas del cuerpo humano en la estructura del oído, el cerebro y los huesos

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir