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  • ¡Despertad! 1980
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¡Despertad! 1980
g80 8/12 págs. 24-26

Avivando el fuego en Caprivi

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en África del Sur

“ENCIENDA el fuego.” Ese es el significado de Katima Mulilo... nombre de un pueblito primitivo en una de las más remotas regiones del África austral, la faja de tierra conocida como Caprivi.

Como superintendente viajante para los testigos de Jehová en el África del Sudoeste (Namibia), yo me preguntaba: ¿Hasta qué grado se ha esparcido el fuego de la verdad en Katima Mulilo... el rincón más remoto de la región donde estoy sirviendo? La Sociedad Watch Tower había recibido varias peticiones de ayuda desde esa región: “Nos interesa oír en cuanto a la Palabra de Jehová.” “¿Cuándo podemos bautizarnos?” Debido a inundaciones, dos tentativas anteriores de ir allí habían fracasado, pero ahora los caminos estaban abiertos y un amigo procedente de Windhoek estaba dispuesto a llevarme en su vehículo.

Caprivi Occidental es una zona que está controlada por las autoridades militares de África del Sur. ¿Nos darían permiso para cruzar la frontera? Nos dieron permiso. Así, con un abastecimiento de gasolina, agua y alimento, nos pusimos en camino desde Kavango, en la parte norteña de África del Sudoeste (Namibia), a Katima Mulilo, un viaje de 580 kilómetros por automóvil.

Pasando por una zona silvestre

Por una distancia de unos 200 kilómetros el rústico camino de tierra seguía los serpenteos del río Okovango... la frontera entre el África del Sudoeste (Namibia) y Angola. A nuestro lado del río la gente de Kavango tenía sus viviendas, una fila de casuchitas con sus techos de paja hábilmente hechos y sus sembrados de maíz. Pero al norte, es decir, al lado de Angola, no había ningún indicio de vida.

Dentro de poco llegamos a la frontera oriental de Kavango, donde el río Okovango se dirige hacia el sur a Botswana. El guardia que estaba en el punto de inspección nos permitió pasar. Desde allí en adelante atravesamos una remota zona silvestre... no había más casuchas, ni tierra cultivada ni ningunas otras señas de habitación humana. Más bien, había excrementos de elefante en el camino, lo cual nos recordaba que estábamos en una de las pocas regiones del África donde los animales silvestres todavía vagan libremente.

El camino se puso barroso y nuestro vehículo se atascó... de modo que nos quitamos los zapatos y sacamos la pala. Media hora después habíamos desatascado el vehículo. Vimos huellas que nos interesaron inicialmente, pero luego nos alarmaron... ¡eran huellas de leones! Partimos de allí rápidamente.

Al anochecer nos encontramos con una familia entera de bosquimanos... una de las tribus más primitivas del África. Estaban llevando consigo todas sus pertenencias: un caparazón de tortuga para contener agua, frazadas, una gallina y una lata vieja llena de intestinos de animales, lo cual nos llevó a tratar de dar la espalda al viento a fin de evitar el hedor.

Un poco más adelante llegamos a otro punto de inspección y se nos dijo que no podríamos continuar viajando esa noche... era demasiado arriesgado a causa de los terroristas. Por consiguiente, pasamos la noche en una antigua fortaleza, donde los únicos que nos atacaron fueron los mosquitos.

Un “fuego” en Katima Mulilo

La mañana siguiente llegamos a nuestro destino, el pueblecito de Katima Mulilo, al borde de Zambia. ¿Cómo se nos recibiría? Una grande y radiante sonrisa de un Testigo local nos dio la bienvenida. Aquella noche un grupo de 21 personas estuvo presente en el Salón del Reino; ¡éste era un edificio de barro y paja que había sido construido la semana anterior especialmente para nuestra visita!

Después de una sesión de preguntas y respuestas, quedó claro que los Testigos locales podían expresar su fe con claridad en lo tocaba a doctrinas y principios fundamentales. El fuego de la Palabra de Dios ciertamente estaba ardiendo brillantemente en Katima Mulilo. ¿Cómo había llegado la verdad de la Biblia hasta este rincón oscuro?

El Testigo que fue a nuestro encuentro cuando llegamos había obtenido conocimiento bíblico en Zambia, pero se había mudado a Katima Mulilo antes de haberse bautizado. Inmediatamente se había puesto a hablar con otras personas en cuanto al reino de Dios y pronto tuvo un grupo organizado para estudios bíblicos. Luego se juntaron a estas personas otras de Zambia, y el grupo comenzó a reunirse con regularidad debajo de un árbol grande para sus estudios de la Palabra de Dios.

Durante nuestra breve estadía visitamos personalmente los hogares de personas interesadas en la Biblia para hablar con ellas acerca del propósito amoroso de Dios en lo que toca a la humanidad. Jamás olvidaremos al viejecito de cabello gris que vimos en una aldea cercana sentado debajo de un árbol mientras leía una Biblia bien gastada. Todos los miembros de la familia expresaron aprecio por las verdades bíblicas que consideramos con ellos. Otra familia, después de haber oído las respuestas que dimos a sus preguntas sobre la Biblia, insistió en que nos quedáramos a cenar. Nos sentamos sobre esteras hechas de juncos y usamos las manos en vez de cubiertos, y disfrutamos de la comida de harina de maíz y pescado que aquella familia compartió con nosotros.

Problemas matrimoniales en el África

Nadie del grupo de Katima Mulilo se había bautizado todavía. ¿Por qué? “Todos estamos viviendo bajo el arreglo del matrimonio consensual. Tenemos que registrar nuestros matrimonios antes de que se nos pueda bautizar,” nos informaron. Habían llegado a comprender la importancia de un matrimonio honorable, en conformidad con lo que la Biblia enseña. (Heb. 13:4) Las autoridades civiles no se oponían de ninguna manera a esto. Estaban dispuestas a registrarles el matrimonio inmediatamente.

“Pero, hermano, hay el problema de lobola,” explicaron humildemente. “Lobola,” es decir, el precio de la novia, tiene que pagarse al padre de toda novia. Si el novio no tiene los fondos necesarios al casarse, el padre de la novia en esta parte del mundo permite que la pareja viva junta bajo el arreglo del matrimonio consensual, pero no se permite un matrimonio legal sino hasta que se haya pagado por completo el precio de la novia. Algunas de estas personas sinceras todavía debían sumas considerables por sus esposas. Después de haber repasado con ellas la importancia del bautismo cristiano en agua, fue conmovedor oír sus expresiones sinceras: “Estaremos listos para el bautismo cuando ustedes regresen dentro de seis meses.”

Después de estimularlos con la Palabra de Jehová a mantenerse firmes en la fe, nos despedimos de los miembros de este grupito que en tan pocos días había llegado a ocupar un lugar especial en nuestros corazones.

En la Biblia se compara a la Palabra de Dios con un fuego. (Jer. 20:8, 9) Unas cuantas chispas de este fuego encendieron algo de la yesca de Katima Mulilo. Fue un gran privilegio visitar al grupo de aquel lugar y avivar aquellas llamas. Que Jehová Dios mantenga ardiendo brillantemente el fuego de la verdad en Caprivi.

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