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  • Pero, ¿será usted sobreviviente cuando se hunda este sistema?

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  • Pero, ¿será usted sobreviviente cuando se hunda este sistema?
  • ¡Despertad! 1982
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¡Despertad! 1982
g82 22/4 págs. 9-12

Pero, ¿será usted sobreviviente cuando se hunda este sistema?

EL HUNDIMIENTO del Titanic era cosa inimaginable. Según el Times de Nueva York, hacía tiempo que el comandante de barco, el capitán E. J. Smith, había opinado que “la construcción naval ya era un arte tan perfeccionada que un desastre total, que afectara a los pasajeros de un gran transatlántico moderno, era del todo inconcebible.” Pero tal cosa ocurrió. Aun cuando el gran barco comenzó a hundirse, algunas personas a bordo rehusaban creer que realmente estaban en peligro. Según se informó en el Times de Nueva York del 19 de abril de 1912, un sobreviviente dijo lo siguiente:

“Los miembros de la tripulación instaron a todos a subir a bordo [de los botes salvavidas], pero nadie se apresuraba a hacerlo. Se creía que no había peligro alguno, y el sentimiento en general era que las personas que se hicieron a la mar estaban haciéndose objetos de burla y tendrían que tomarse el trabajo de remar de vuelta al barco después de unas horas.

“Al principio la gente por todo el barco estaba apática. Tal era su confianza en que el barco no podía hundirse que la mayoría de las personas contaron con la seguridad del barco hasta el último minuto. Más tarde cierto camarero nos dijo que había llamado a la puerta de una señora repetidas veces, pero ella rehusaba salir. Por fin, él trató de sacarla a la fuerza, pero ella luchó contra él, hasta que finalmente él se dio por vencido, y ella se fue al fondo del mar estando, según se cree, todavía en su camarote.”

Los botes salvavidas del Titanic tenían capacidad para 1.178 personas... no lo suficiente para todos, pero ciertamente más que lo suficiente para los 700 sobrevivientes. Mucha gente murió innecesariamente porque los primeros botes salvavidas se hicieron a la mar medio vacíos, debido a la confianza mal colocada en el barco que supuestamente “no podía hundirse.”

¿Notó el lector que un camarero llamó a la puerta de una pasajera repetidas veces y le advirtió que lo “inconcebible” estaba ocurriendo, con el único resultado de que ella hizo caso omiso de su advertencia? ‘¡Qué insensatez!,’ quizás diga usted.

No obstante, hay personas que llaman repetidas veces a su puerta, también, para darle una advertencia urgente. Esas personas son los testigos de Jehová, fieles “camareros” del Dios Todopoderoso. La advertencia que dan no es que este entero sistema mundial de cosas esté en peligro de “hundirse” en una inundación de guerra, crimen y violencia brutal. Antes bien, anuncian que Dios pronto va a enviarlo ‘al fondo’ para que se le pueda reemplazar con un nuevo orden justo bajo la gobernación de su reino celestial.

¿Cómo responde usted a esa advertencia? Como la pasajera del Titanic, ¿dice usted: ‘¡Ridículo! ¡Inconcebible!’ y cierra su puerta? Tal actitud puede costarle la vida.

Debería ser evidente el peligro

Es interesante que unas cuantas personas alertas a bordo del Titanic percibieron que era inminente un desastre. ¿Por qué? Porque el barco estaba violando las leyes más básicas de la buena náutica. Como lo explicó un sobreviviente: “Toda la tarde teníamos entendido que se estaban superando todas las velocidades anteriores para la travesía del océano. Tan solo unas pocas horas antes de que chocáramos con el iceberg se volvió a mencionar entre los pasajeros que estábamos yendo a una velocidad de 37 kilómetros por hora. Todos sabíamos en cuanto a las advertencias de peligro que el barco había recibido durante el día.”

¿Por qué se estaba yendo a una velocidad desesperada y peligrosa? Otro sobreviviente recordó lo siguiente: “Antes de irme a acostar [la noche en que ocurrió el desastre] tuve una charla larga con Charles H. Hays, presidente del ferrocarril Grand Trunk. Una de las últimas cosas que el Sr. Hays dijo fue: ‘Las compañías navieras White Star, Cunard, y Hamburg-American están dedicando toda su atención e ingenio a competir la una con la otra para lograr la supremacía respecto a barcos lujosos y para establecer la marca de velocidad. Pronto llegará el tiempo en que le ponga fin a esto algún desastre horroroso.’ ¡Pobrecito, unas horas después murió!”

¿No es muy parecida a esa situación la situación actual del mundo? Descuidado de la seguridad y confiado en el mito de su propia invulnerabilidad, el Titanic estaba envuelto en una carrera peligrosa. Hoy las naciones del mundo están envueltas en una carrera de armamentos mucho más peligrosa, confiadas, como el capitán del Titanic, en que no sucederá un desastre. Pero, ¿tienen ellas base para tal confianza? O, ¿está su confianza mal colocada? Observadores que reflexionan sobre la escena mundial sostienen que se está haciendo más y más probable que sobrevenga un desastre.

Si usted se siente tentado a decir: ‘¡Ridículo! ¡Inconcebible!’ cuando los testigos de Jehová le advierten de un desastre que se aproxima para este sistema de cosas, recuerde: Este mundo está violando las reglas más básicas que rigen a un buen gobierno, una buena ecología y buenas relaciones internacionales. ¿Por qué debe considerarse improbable que suceda un desastre?

Se tiene que hacer caso de la advertencia

Por supuesto, el que uno simplemente esté consciente del peligro no lo salvará del fin de este sistema mundial, así como no salvó al Sr. Hays, quien estuvo en el Titanic. Los sobrevivientes del Titanic fueron aquellas personas que tomaron las medidas debidas de acuerdo con las advertencias que se dieron tocante al peligro.

Para muchas personas el tomar las medidas debidas significó dejar un camarote cómodo en medio de la noche y subir apresuradamente a una cubierta fría, vestidas tan solo en batas. Significó seguir estricta y humildemente las órdenes de los camareros y la tripulación que les mandaban subir a bordo de un pequeño bote salvavidas y tal vez dejar atrás a esposo o hermano. Significó el ir en aquel botecito y separarse de un buque que en aquel entonces se describía como “un gran palacio flotante de quince pisos, espléndido y gigantesco en todo detalle . . . con . . . grandes salones y restaurantes, un teatro pequeño, una pista para jugar tenis y otra para otro juego de pelota, piscinas, baños turcos y baños eléctricos; grandes salones de fumar, cuartos para juego de naipes, hermosos salones de música, solanas, jardines invernales, patios con palmeras, un gimnasio, y . . . hasta un pequeño campo de golf.” Significó renunciar a todo aquel lujo y comodidad en cambio por un asiento duro en un bote expuesto a la intemperie en un mar frío. Significó, por lo menos para aquellos que subieron a bordo de los primeros botes salvavidas, tener que vencer el temor a las mofas de las personas que decían que estaban haciéndose “objetos de burla” y que dentro de poco tendrían que remar de vuelta tímidamente al Titanic. ¡Sí, aun si usted hubiera oído la advertencia, quizás el hacer caso de ella no hubiera sido fácil! El prestar atención a aquella advertencia requirió obrar con determinación, desplegar humildad, rechazar el materialismo, y tener un espíritu abnegado para aguantar el sufrimiento. Pero, ¡valió la pena! La alternativa fue unos minutos más de comodidad, luego la muerte.

Ya se está hundiendo

Este sistema mundial se ha estado ‘hundiendo’ desde 1914, cuando la I Guerra Mundial dio comienzo al notable cumplimiento de la profecía de Jesús que se halla en la Biblia en el capítulo 24 de Mateo, el capítulo 21 de Lucas y el capítulo 13 de Marcos. Jesús lo expresó de esta manera: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro. Todas estas cosas son principio de dolores de aflicción.”—Mateo 24:7, 8.

Como Jesús pasó a indicar, a aquellos “dolores de aflicción” les seguirían la persecución de cristianos, el aparecimiento de falsos profetas, el aumento del crimen y del desafuero, y la predicación de las buenas nuevas del reino de Dios por toda la Tierra. “Y entonces,” dijo Jesús, “vendrá el fin.”—Mateo 24:9-14.

¿Quién puede negar que todas estas cosas predichas se han estado cumpliendo más y más desde 1914? ¡Sería como si los pasajeros del Titanic negaran que el gran barco realmente había chocado contra un iceberg!

Lo que le pasó a este sistema mundial en 1914 fue mucho más significativo que cualquier choque de un barco con un mero iceberg. La cronología bíblica indica que en 1914 Jehová Dios instaló a Jesucristo como gobernante legítimo de esta Tierra.a La acción inmediata que Cristo tomó fue de arrojar a Satanás el Diablo del cielo a la vecindad de la Tierra, lo cual produjo el resultado que se describe bien en Revelación 12:12: “Ay de la tierra y del mar, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto período de tiempo.”

Ese “corto período de tiempo” de “ay” mundial comenzó en 1914. ¿Por cuánto tiempo continuará? Jesús indicó que llegaría a su fin dentro de la vida de la generación que vio su comienzo. (Mateo 24:34) ¿Cómo terminaría este período de “ay”? No gradualmente, sino súbitamente cuando a este sistema de cosas, a este ‘barco’ que está hundiéndose, se le ponga fin en una confrontación dramática entre las fuerzas políticas de este mundo y los ejércitos angelicales de Cristo, confrontación decisiva que se conoce como la batalla del Armagedón.—Revelación 16:14, 16, Versión Valera (revisión de 1977); Rev 19:11-21.

Así que, ¡no se deje engañar por cualquier falsa apariencia de “flotabilidad” de este sistema de cosas! Algunas personas son como los pasajeros necios del Titanic que “bromearon acerca del asunto.” De hecho, según los informes de periódicos contemporáneos, “algunos trozos de hielo [del iceberg con el cual chocó el Titanic] habían caído sobre la cubierta, y algunos pasajeros jocosos los recogieron y los repartieron entre los otros pasajeros, ofreciéndoselos como recuerdos de la ocasión.”

Igualmente hoy día hay personas “jocosas” que de hecho dicen que el mundo siempre ha tenido su porción de guerras, crímenes y otras dificultades. ‘Así que,’ ellas preguntan, ‘¿por qué tanto alboroto?’ (2 Pedro 3:3, 4) Afirman que este ‘barco’ puede seguir a flote por mucho tiempo todavía. ¡Pero, recuerde! La guerra, el desafuero, el hambre y los otros sufrimientos solo son indicios de que el ‘barco’ se está hundiendo. No son lo que finalmente lo hundirá. Dios lo hundirá... ¡súbitamente y pronto!

La cubierta se está inclinando

No obstante, dos guerras mundiales, terremotos sin precedente, millones de víctimas del hambre por todo el mundo anualmente, el incremento de la carrera de armamentos... para las personas sabias todas estas cosas son un indicio claro de que la cubierta de este barco mundial está inclinándose. Su tiempo está por vencer. Así como los pasajeros del Titanic no pudieron encontrar suficientes botes salvavidas cuando por fin se dieron cuenta de lo grave que era su situación, la Biblia señala que cuando la mayor parte de la gente por fin se dé cuenta de que este sistema mundano está condenado será demasiado tarde. Los “botes salvavidas” se habrán ido.—Mateo 24:38-42.

Una vez que aquellos botes salvavidas se fueron, no había esperanza alguna de que las personas que se quedaron atrás se salvaran. De nada valió que en aquel entonces John Jacob Astor IV poseyera una fortuna personal de aproximadamente 100.000.000 de dólares. Su dinero no pudo salvarle la vida. Tampoco pudo salvársela el dinero de su hijo Vincent. En la ciudad de Nueva York donde él se encontraba, se informaba que él estaba “casi histérico de la aflicción” cuando acosó la oficina de telegrafía y decía a todos “que pagaría todo el dinero que se le pidiera si el radio telegrafista solo pudiera hacerle saber que había recibido noticias en cuanto a la seguridad de su padre.” Todo fue en vano.

Cierto, el desastre del Titanic fue grande, pero el desastre que pronto le espera a este sistema de cosas es mucho mayor. Casi una tercera parte de los pasajeros del Titanic logró salvarse. Sin embargo, en la Biblia no hay nada que indique que una cuota tan grande de la población del mundo haya de sobrevivir a la destrucción inminente de este sistema de cosas. Al contrario, “los muertos por Jehová ciertamente llegarán a estar en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el mismísimo otro extremo de la tierra.” (Jeremías 25:33) Los muertos incluirán “reyes . . . comandantes militares . . . hombres fuertes . . . libres . . . esclavos . . . pequeños y grandes.”—Revelación 19:18.

Ya hace muchos años que se dan las advertencias en las páginas de esta revista así como de su compañera, La Atalaya. Todavía queda tiempo para que los humildes encuentren un sitio en el “bote salvavidas” por medio de seguir las instrucciones bíblicas dadas por los “camareros” que todavía llaman a sus puertas. Pero, ¡el tiempo se está acortando! Mientras todavía hay oportunidad de hacerlo, ¿por qué no preguntar a un testigo de Jehová lo que usted debería hacer para sobrevivir al hundimiento de este sistema de cosas?

[Nota a pie de página]

a Sírvase considerar las páginas 82-93 del libro La verdad que lleva a vida eterna, publicado por la Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

[Comentario en la página 10]

Como la pasajera del “Titanic,” ¿dice usted: ‘¡Ridículo! ¡Inconcebible!’ y cierra su puerta?

[Comentario en la página 11]

Todavía queda tiempo para encontrar un sitio en un “bote salvavidas.” Pero, ¡el tiempo se está acortando!

[Ilustración en la página 9]

¿Hace usted caso de la advertencia respecto al fin de este sistema?

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