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  • ¿Qué trabajo realmente deben hacer los misioneros?

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  • ¿Qué trabajo realmente deben hacer los misioneros?
  • ¡Despertad! 1981
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¡Despertad! 1981
g81 8/12 págs. 20-23

¿Qué trabajo realmente deben hacer los misioneros?

CUATRO misioneras fueron muertas a tiros en un país centroamericano, y los disparos se oyeron alrededor del mundo. Este acto violento que ocurrió en 1979 convirtió en asunto de la primera plana la antigua pregunta: ¿Qué trabajo realmente deben hacer los misioneros cristianos?

El papel que estas cuatro misioneras desempeñaron ha sido asunto de discusión acalorada. Hay diferentes puntos de vista respecto a lo que debe ser el trabajo del misionero. Según se informa, un graduado de una escuela misional católica declaró: “No queremos cambiar a la gente... solo queremos ayudarla.” Muchas personas creen que los misioneros deben ayudar a la gente por medio de establecer hospitales, escuelas seglares, centros para refugiados u orfanatos... principalmente, que deben cuidar de las necesidades materiales de la gente.

Actualmente hay otros que creen que los misioneros deben hacer que la gente pobre a quien sirven esté más consciente de su situación y sus derechos. “Antes era la voluntad de Dios que se aceptara el sufrimiento,” declaró un misionero católico de Sudamérica. “Ahora la voluntad de Dios es que protesten en contra del sufrimiento.” Esta actitud ha hecho que los misioneros estén en pugna con los gobiernos nacionales.

¿Son estas actividades realmente el trabajo del misionero cristiano? ¿Constituyen la mejor manera de ayudar a la gente?

Una clase diferente de misioneros

Hay por lo menos una escuela misional que está convencida de que el papel del misionero cristiano es el de enseñar la Biblia a la gente. La Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower que fue establecida hace 40 años, durante la furia de la II Guerra Mundial, empezó a producir misioneros que solo se ocuparían en dar instrucción bíblica. “Su trabajo principal,” declaró N. H. Knorr, el entonces presidente de la escuela en el día de apertura de ésta, “es el de predicar el evangelio del Reino de casa en casa como lo hicieron Jesús y los apóstoles.”—Mat. 28:19, 20.

Los que terminan el curso de estudio con éxito reciben un diploma en el cual se declara que el graduado está “especialmente capacitado para participar en obra educativa que promueve la buena voluntad y obra en el interés de la paz permanente.” Por eso, los que componen la presente clase de graduados (vea la fotografía) han de promover la paz, no la contienda. “Nuestros misioneros han de ser educadores bíblicos,” declaró A. D. Schroeder, el primer secretario general de la Escuela. “Empleando la Palabra de Dios han de dar a la gente la más excelente educación para el corazón.” Para ayudar a los estudiantes a desempeñar este papel, se da atención especial a cursos bíblicos. Un estudio detallado de cada libro de la Biblia forma una parte importante del programa de educación.

Pero, ¿es práctica esta educación bíblica? ‘Hoy día muchas personas necesitan atención médica, alimento y alojamiento adecuados,’ exclaman los misioneros de las religiones tradicionales. ‘Necesitan ayuda material primero. Entonces podemos dar atención a sus necesidades espirituales.’ Por eso, ¿es poco práctico el papel de los misioneros instruidos en Galaad? ¿Qué han demostrado los resultados de casi 40 años?

“Una educación en cómo vivir”

“Los primeros cuantos días que trabajé en los sectores pobres de mi asignación en un país centroamericano llegaba a casa deshecha en lágrimas debido a las condiciones de vida,” declaró Charlotte Bowin Schroeder, que estuvo en la primera clase. Julia Clogston, que acompañó a Charlotte, añadió: “Pero cuando las personas comenzaban a poner en práctica los consejos de la Biblia, su vida de familia mejoraba, sus casas llegaban a estar más limpias y la gente misma vestía mejor. De hecho, en una de nuestras asambleas la hija de un antiguo presidente del país estaba trabajando al lado de varias otras jovencitas que eran Testigos. Pero su modo de vestir no revelaba diferencia alguna entre estas jóvenes. ¡Las muchachas que vivían en circunstancias poco afortunadas estaban vestidas con la misma pulcritud y nitidez que la hija del expresidente!”

Pero, ¿cómo hizo la educación bíblica que la gente mejorara su vida? Julia puso el siguiente ejemplo: “El esposo de una señora que ya estaba estudiando la Biblia con una misionera de Galaad me preguntó: ‘¿Qué tiene que hacer uno para llegar a ser Testigo?’ Le mostré el capítulo 5 de Gálatas [Gál. 5 versículos 19-21], donde dice que cesen de prácticas tales como la inmoralidad sexual, los enojos, la borrachera y cosas semejantes. Él también empezó a estudiar la Biblia.

“En aquel tiempo este hombre estaba compartiendo sus pocas ganancias con ‘otra mujer.’ Esta práctica adúltera era común. Algunos hombres hasta mantenían varias familias. Por medio de aplicar lo que dice la Biblia, este hombre dejó de ser adúltero. Entonces su familia tenía más dinero, porque, aunque ganaba poco, ¡todo iba a un solo lugar! Como Testigo él ahora estaba orgulloso de su familia. He visto veintenas de casos exactamente como éste,” dijo Julia.

Esta obra de instrucción bíblica no se limitaba a los pobres. Entre las personas a quienes dieron instrucción los graduados de la primera clase de Galaad estaba un funcionario gubernamental que ciertamente no necesitaba la ayuda material de ningún misionero. ¿Por qué, pues, fue de tanto valor para él el conocimiento bíblico?

“La Biblia ayudó a nuestra familia a reconocer y estimar las realidades de la vida y a no vivir en un mundo de ensueño,” dijo el hijo de este funcionario, Baltasar Perla, hijo, al reflexionar sobre el asunto. “Por lo que dice la Biblia, mi padre se dio cuenta de que el ser ‘persona célebre’ no hace que uno sea mejor persona que las demás. Como resultado, desarrollamos amistades afectuosas, duraderas, porque podíamos ver el verdadero valor y mérito de otros. Aprendimos a tratar con respeto a toda persona, sin importar su origen o antecedentes.” Pausando entonces, como para dar una mirada retrospectiva a su vida, Baltasar añadió: “Pienso en las personas acaudaladas de nuestro país que de la noche a la mañana perdieron todo. O en los que ocupan puestos elevados y están demasiado atareados para poder disfrutar de sus familias, posiblemente pagando a criadas para que les cuiden los hijos. ¡Qué vacía hubiese sido mi vida si la riqueza hubiera sido la cosa principal de nuestra vida! Aunque teníamos criadas que se encargaban de las faenas de la casa, me alegro de que mis padres no tenían una que cuidara de nosotros, los hijos, sino que ellos mismos nos dieron de su tiempo. ¡La educación bíblica que los misioneros proporcionaron dio a nuestra familia el punto de vista correcto de los valores!”

¿Es práctica la educación bíblica?

Entre los 27 graduados de la clase de Galaad más reciente, la clase 71, estaba un matrimonio, Jamir y Rufina Dela Paz, que nacieron y se criaron en las Filipinas. Antes de venir a Galaad, Jamir enseñaba la Biblia a la gente en una zona en que servían los misioneros de otras iglesias. “Si la religión de usted es verdaderamente cristiana, ¿por qué no dan alimento a los pobres como lo hacemos nosotros?,” preguntó uno de estos misioneros. “¡Estoy repartiendo ‘alimento’!,” contestó Jamir. “No, no alimento como el de ustedes, sino ‘alimento’ espiritual.” Añadió: “Esperen hasta que se les acabe el alimento y no tengan qué dar a estas personas, entonces sabremos quién está haciendo la obra de Dios.” ¿Qué método resultó ser realmente práctico?

“Efectivamente, las provisiones alimenticias se acabaron,” informó Jamir. “Una por una la gente dejó de ir a la iglesia, que hoy día está prácticamente abandonada. Pero, ¡cómo contrasta esto con la congregación que yo ayudé a establecer allí usando la Biblia y que sigue aumentando en número!

“Había una familia allí que, antes de hacerse Testigo, recibía limosna en la forma de comestibles de esta misión. El hombre tenía relaciones con muchas mujeres y no estaba casado con la mujer con la que estaba viviendo. Puesto que eran pobres, ni la pareja ni sus hijos tenían ropa apropiada ni un lugar apropiado en que vivir,” explicó Jamir. “Entonces empecé a estudiar la Biblia con él. Pronto quiso enderezar su vida, de modo que pidió a la mujer con quien convivía que se casara con él.” Ella respondió: “¡De ninguna manera!” Ella le dijo a Jamir: “¡No se puede confiar en ese hombre! ¡Sé que tan pronto le dé la espalda tomará otra mujer!”

Solo después que ella observó la conducta fiel de este hombre por un año, accedió a contraer matrimonio. “Pero, ¡qué cambios efectuaron!” exclamó Jamir. “Ambos se hicieron testigos de Jehová y dejaron de fumar, de beber en exceso y de jugar a la lotería. Entonces podían comprar ropa adecuada y alimento... sí, hasta arreglar su casa. Los vecinos comentaban sobre lo bien que esta familia vivía. Ahora no solo tienen lo que precisan para vivir, sino también una rica vida de familia, respeto de sí mismos y una esperanza firme para el futuro.”

Pero, ¿puede la educación bíblica producir paz verdadera? ¿Puede promover buena voluntad entre la gente, como se promete en el diploma que se da a los misioneros de Galaad?

La clave a la paz verdadera

“Puesto que las guerras comienzan en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres que hay que construir las defensas de la paz,” así reza el preámbulo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y así reconoce que para que haya paz se necesita la educación apropiada. Muchos líderes de gobierno reconocen que un factor que contribuye a la paz es un fuerte carácter moral en el país. De hecho, Charlotte Schroeder recuerda haber visitado varias veces al presidente del país en que ella servía para considerar con él el trabajo de los misioneros. Charlotte explicó: “Le dijimos que nuestro trabajo ayudaba al país puesto que enseña a la gente a llevarse bien los unos con los otros y a abstenerse de la violencia.” Esto impresionó tanto al presidente que él también empezó a estudiar la Biblia con los Testigos después que terminó su mandato.

Razonando sobre esto mismo, Julia Clogston dijo: “Cuando hay más de 7.500 personas en un país, pertenecientes a toda clase social, que rehúsan matar, engañar y hurtar, y que están hablando con sus vecinos acerca de estos principios elevados en un país de más o menos 4 1/2 millones de habitantes, no puede menos que mejorar el carácter moral del país y promover la paz.”

Puesto que los misioneros de Galaad dan de sí mismos altruistamente, han forjado muchísimas amistades afectuosas con la gente de la localidad. Rufina Dela Paz meditó sobre la relación que ella y sus padres tuvieron con los misioneros de Galaad que les ayudaron a aplicar los principios bíblicos hace muchos años, cuando estaban llegando a ser Testigos. “Nuestra familia se sentía estrechamente unida a los misioneros porque hicieron algo más que estudiar la Biblia con nosotros,” informó Rufina. “Nos visitaban con frecuencia en nuestro hogar simplemente para animarnos y para ayudar a mis padres con sus problemas.”

Pero el amor no fue solo de parte de Rufina y su familia. Mientras ella asistía a Galaad, recibió una carta de la persona que como misionero había ayudado a su familia. Aunque han pasado 30 años, él escribió: “Tu madre es una de las muchas madres que Jesús prometió que tendrían los que dejaran casa y familia por causa de las buenas nuevas. ¡Cuánto agradezco la atención que ella me dio cuando me picó la pastinaca y estuve muy enfermo! Jamás olvidaré su amor.”—Mar. 10:29, 30.

Un ‘amor inolvidable.’ Sí, este mismo amor es el que los misioneros que se graduaron el 13 de septiembre de 1981 esperan dar y recibir cuando viajen a los 14 países a los cuales han sido asignados. Su trabajo será el de dar instrucción bíblica... el único trabajo práctico y bíblico del misionero cristiano verdadero.

[Fotografía en la página 21]

Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower

Clase núm. 71, septiembre de 1981

En la lista que sigue, las filas están numeradas desde el frente hacia atrás y los nombres alistados de izquierda a derecha para cada fila.

(1) Boissiere, D.; MacNerland, K.; Dela Paz, R.; Weathers, B.; Widen, S.; Kaemmer, L. (2) Larsson, L.; Larsson, E.; Smith, S.; Dela Paz, J.; Guttau, G.; Larsson, E.; Larsson, W. (3) Boissiere, P.; Palviainen, A.; Rehurek, J.; Dalcius, A.; Du Raan, M.; Moreau, D.; Widen, D. (4) Forster, D.; Guttau, B.; Welch, J.; Weathers, J.; Du Raan, R.; Rehurek, P.; Tipton, S.

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