Un libro para toda la gente

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Alemania

¿HAY mucha diferencia entre un español y un indio? O ¿entre un africano y un yugoslavo? Es cierto que hablan idiomas distintos y tienen antecedentes diferentes. Pero si busca a fondo, por decirlo así, hallará que en realidad no son muy diferentes. Son congéneres que tienen los mismos problemas y necesidades.

En los últimos años hombres y mujeres procedentes de muchos países se han mudado a Alemania, y las diferencias que existen entre ellos han añadido sabor y variedad —y ocasionalmente unos cuantos problemas— al escenario alemán. Sin embargo, los testigos de Jehová han descubierto que muchos de estos huéspedes extranjeros son receptivos al mismo mensaje bíblico que ya han aceptado decenas de miles de alemanes nativos.

La gente desea tener propósito en la vida

Si usted pregunta a un muchacho español qué quiere ser cuando crezca, a menudo recibirá esta respuesta: “¡Torero!” Eso fue lo que Ubaldo dijo, y eso es lo que precisamente llegó a ser cuando creció... un torero. ¿Era feliz?

No, porque toda persona inteligente necesita tener propósito en la vida. El toreo no proporcionó a Ubaldo este propósito, lo cual era un asunto importante para él. Se deprimió. “Traté de suicidarme, no solo una vez, ¡sino cuatro veces!,” dice él. Afortunadamente, no lo logró.

Con el tiempo los testigos de Jehová se pusieron en comunicación con Ubaldo y dirigieron su atención al libro que da verdadera razón para vivir. Ubaldo aprendió que los hombres y las mujeres son verdaderamente felices solo cuando usan su vida para servir a Dios y acercarse a Él. También aprendió que Dios se propone unir a toda la humanidad bajo un gobierno justo. (Daniel 2:44) Halló felicidad en compartir esta esperanza con otras personas. Actualmente vive en Alemania y ayuda a otras personas a hallar propósito en la vida.

Algo más que desean las personas inteligentes es la verdad. Y esto se convirtió en un problema para cierto joven africano.

La gente quiere conocer la verdad

África es una región vasta donde hay mucha pobreza. Pero no todos los que viven en África están muertos de hambre. Por ejemplo, John se crió en Ghana. Su padre tenía muchos hijos, pero podía cuidar de todos. Sin embargo, John deseaba ardientemente algo. Él dice: “En casa no recibimos absolutamente ninguna instrucción religiosa, pero a menudo yo pensaba en Dios. Comencé a buscarlo. A veces acompañaba a mis amigos católicos a la iglesia con la esperanza de hallar a Dios allí.” Pero fue en vano.

John se mudó a Alemania, y allí se hizo más intensa el “hambre” que sentía. “Muchas veces pensaba en Dios cuando estaba solo,” dice él. “Anhelaba su guía.” Finalmente los testigos cristianos de Jehová visitaron a John y le ofrecieron un estudio de la Biblia. ¿Se satisfizo su hambre? Sí. Dijo que la Biblia le enseñó quién es “el Dios verdadero y el camino que lleva a vida eterna.”—Salmo 83:18; Lucas 10:27, 28; Romanos 6:23.

En los últimos años los sicólogos han descubierto otra necesidad humana fundamental: el amor. ¿Es posible dar y recibir amor en el mundo desamorado de hoy día?

La gente desea que se le muestre amor

Nevriye y su esposo, Umberto, se preguntaban si esto sería posible. Nevriye es turca, aunque nació en Bulgaria. Su esposo es italiano. Él era católico; ella, musulmana. Tenían problemas de familia.

Umberto y Nevriye viven también en Alemania. Pero, en cierta ocasión, Umberto visitó a una parienta, testigo de Jehová, que vivía en Italia. “Habíamos ido a la playa,” cuenta él. “Repentinamente mi prima dijo: ‘Aquellos dos señores que están allí leyendo un libro verde son testigos de Jehová.’ Yo estaba perplejo. ‘¿Cómo puedes estar segura?,’ le pregunté. Los dos señores eran alemanes, así que ella me pidió que le sirviera de traductor. Me acerqué a ellos con recelo y les pregunté si eran testigos de Jehová. Ellos contestaron: ‘Sí. ¿Usted también?’ Dije: ‘No, pero ella, mi prima, lo es.’ Inmediatamente se abrazaron unos a otros como si se hubieran conocido por muchos años. Es una escena que nunca he olvidado.” Sin duda, el que estos cristianos se amaran unos a otros, a pesar de que ni siquiera se habían conocido antes, impresionó a Umberto.

Umberto estudió la Biblia y, con el tiempo, llegó a ser testigo de Jehová, junto con su esposa, Nevriye. Ahora Umberto dice felizmente: “Hoy mi esposa y yo y nuestro hijo de doce años de edad somos una familia unida.” ¿Por qué? Porque gracias a lo que aprendieron de la Biblia, ahora adoran a un Dios que los ama, practican una religión que se basa en el amor y se asocian con personas que se muestran amor entre sí.—1 Juan 4:16; Juan 13:35.

La gente desea una vida feliz

Hay algo más que todos deseamos y que se relaciona con nuestra necesidad de amor. Todos queremos ser felices. Para muchos, sin embargo, eso no es fácil.

Jusuf y su esposa, Safija, descubrieron que eso era cierto. Jusuf nació en Yugoslavia y era descendiente de gitanos, pero ahora vive en Alemania. Él dice: “Nuestro sueño era que nuestra familia viviera en paz y armonía. Pero en vez de cuidar de mi familia, desarrollé costumbres malas. A menudo mi familia no tenía nada de comer. En vez de pagar el alquiler, perdía el dinero en el juego. Muchas veces me quedaba fuera hasta las cuatro de la madrugada, y regresaba a casa borracho y sin dinero. Mi hijo mayor, Began, me dijo en cierta ocasión: ‘Padre, ¡te amo más cuando no estás en casa!’”

Obviamente, debido a la conducta de Jusuf, su familia no era feliz. De hecho, su esposa, Safija, era muy desdichada. Desesperada, tomó una resolución: ¡dar veneno para las ratas a Jusuf!

Pero entonces la familia comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. El hijo, Began, progresó rápidamente y, a la edad de quince años, llegó a ser un cristiano bautizado. Jusuf estaba asombrado por el respeto que ahora le mostraba este muchacho. “Me resolví a ser mejor padre,” dice Jusuf. Tanto él como su esposa estudiaron la Biblia hasta que llegaron a ser cristianos bautizados. ¿Cuál fue el resultado?

“Desde nuestro bautismo, mi esposa y yo hemos llevado una vida de familia feliz y armoniosa. Todos tienen suficiente de comer y de beber. Todos visten bien. No tenemos deudas. Ya mi esposa no tiene que trabajar. Nuestro apartamento está limpio y ordenado.”

Sí, esta familia, sin duda, necesitaba la Biblia. Y también la necesitaba Dusan, porque los problemas de Dusan eran aún peores. ¿Qué podría ser peor que un matrimonio infeliz? Bueno, ¿qué hay de haber tenido dos matrimonios infelices... o hasta tres, y todos ya para la edad de dieciséis años? ¿Es eso posible? Dejemos que Dusan nos explique. Dusan también vive en Alemania, pero nació en Rumania.

“Cuando tenía solo diez años de edad,” dice él, “mis padres comenzaron a hacer los planes para mi matrimonio, pues tenemos la costumbre de que los padres planean el matrimonio de sus hijos cuando éstos tienen entre trece y catorce años de edad.” Sus padres le hallaron una esposa, pero puesto que Dusan era menor de edad, no se pudo inscribir legalmente el matrimonio. Sin embargo, para todos los interesados en el asunto, éste era un arreglo que se tenía que cumplir.

El matrimonio tuvo un comienzo poco favorable, y Dusan explica por qué: “Tenemos el dicho de que si el hombre no le pega a su esposa durante los primeros cuarenta días de matrimonio, ella acabará por dominarlo. Me aseguré de seguir ese consejo, pero aún así, ella me abandonó después de solo cinco meses de matrimonio. A la edad de catorce años me casé por segunda vez. Pensé que esta vez el matrimonio tendría éxito, pero fue aún peor. Mi segunda esposa me abandonó también. A la edad de dieciséis años volví a casarme.”

Parecía que este tercer matrimonio estaba condenado a ir por el mismo camino de los primeros dos, hasta que se llamó la atención de Dusan y de su esposa al consejo bíblico que Dios da a todas las parejas casadas: “Que cada uno ... ame a su esposa así como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa le debe tener profundo respeto a su esposo.” (Efesios 5:33) Dusan y su esposa se esforzaron por poner en práctica estos principios bíblicos. ¡Estos produjeron buenos resultados!

Ayuda para todos

No importa de qué nacionalidad sea la persona, la Biblia es el libro para ella. En él Dios contesta nuestras preguntas y satisface el hambre que tenemos por ciertas cosas, además de alimento. (Mateo 4:4) Tal como Ubaldo, podemos llegar a tener verdadero propósito en la vida. Como John, podemos hallar la verdad respecto a Dios. Como Nevriye y Umberto, podemos experimentar el amor de Dios y de nuestros compañeros cristianos. Y como Jusuf, Safija y Dusan, podemos llegar a hallar verdadera felicidad.

Los testigos de Jehová han podido ayudar a estas personas de diferentes culturas e idiomas a sacar provecho inmensurable de la Biblia. Tendrán mucho gusto en ayudarle a usted también. Dios también dará a usted la misma ayuda que ha dado a ellos. ¿Por qué? Porque somos congéneres, todos somos hermanos y hermanas en la enorme familia de la humanidad.—Hechos 17:26.

[Ilustración en la página 9]

La excitante vida de este torero español era vacía, hasta que ...

[Ilustración en la página 11]

Una terrible amenaza se cernía sobre este yugoslavo y su familia, hasta que ...