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  • ¿Está preparando usted a sus hijos para su ‘vuelo’?

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  • ¿Está preparando usted a sus hijos para su ‘vuelo’?
  • ¡Despertad! 1983
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¡Despertad! 1983
g83 22/6 págs. 9-10

¿Está preparando usted a sus hijos para su ‘vuelo’?

EL ÁGUILA majestuosa es una buena madre. Se interesa en sus pequeñuelos, los protege y los alimenta. Mientras sus crías están pequeñas, les coloca el alimento directamente en la boca. A medida que los pequeñuelos van creciendo, les enseña a alimentarse por sí mismos.

Pero para sobrevivir, tienen que aprender a volar. Por eso ella hace que sus pequeñuelos ejerciten sus alas por medio de participar en juegos que consisten en saltar del nido. Y cuando los pequeñuelos están listos, el águila “revuelve su nido”. Atrae y empuja a los renuentes volantones hacia la orilla del nido. Algunos aguiluchos valientemente intentan volar. ¡Los menos valerosos son empujados al aire sin miramientos! No obstante, la madre está lista para abalanzarse y colocarse debajo de ellos, y hasta ‘llevarlos sobre sus plumas remeras’... tan solo para lanzarlos de nuevo hasta que aprendan a volar. (Deuteronomio 32:11.)

Es trágico, pero muchos adultos jóvenes no están listos para emprender el “vuelo” de la vida. Al hablar acerca de las teorías tolerantes relacionadas con la crianza de los hijos, teorías que se hicieron populares a principios de la década de los cincuenta, Dr. Richard C. Robertiello dijo lo siguiente: “Los padres se esforzaban más de lo necesario por ser afectuosos, expresivos, indulgentes para con las necesidades de sus hijos y muy tolerantes en cuanto al comportamiento de éstos”.

Aunque dicho método produjo cierto grado de éxito, el fruto de estas teorías ha sido una generación de adultos que “parecen incapaces de escoger una profesión, ganar lo suficiente como para mantener un buen nivel de vida, dirigir sus [...] talentos hacia alguna carrera significativa”. Tales personas “acuden a nosotros, los terapeutas, porque se sienten perdidas y no saben qué hacer”. ¿Por qué? “Se les introdujo en una situación [...] en la que esencialmente no había sufrimiento, privación ni desafíos [...] Los padres les prometieron un jardín de rosas, y lo que había era simplemente un campo ordinario con bastante mala yerba”.

La vida ciertamente no es un “jardín de rosas”. Los hijos a quienes no se les ha preparado son “como ovejas en medio de lobos” en un mundo materialista y depravado (Mateo 10:16). Es por lo tanto imprescindible que usted prepare a sus hijos para la supervivencia. Pero ¿cuándo debería comenzarse dicho entrenamiento?

El entrenamiento de los hijos

Carmen, madre de tres hijos, vio que era necesario entrenarlos desde temprana edad y recuerda lo siguiente: “Cuando mi hijo tenía tan solo unos meses, le enseñé a hacer cosas por su propia cuenta. Por ejemplo, no lo levantaba simplemente. Le agarraba del dedito y él se agarraba también mientras yo lo levantaba”.

Aun niños que todavía no están en la escuela pueden aprender a desempeñar ciertas tareas como el ‘vestirse, cepillarse el cabello, lavarse, guardar sus juguetes’, según dice el doctor Robertiello.

Pero ¿qué hay de los niños que tienen más edad? La Biblia muestra que José y David —quienes tuvieron éxito en la vida adulta— aprendieron a asumir sus responsabilidades por medio de desempeñar diversas tareas cuando eran jóvenes (Génesis 37:2; 1 Samuel 16:11). ¿Sigue siendo práctico dicho entrenamiento?

Bob y Mary, padres de tres excelentes jóvenes, dicen: ¡Sí! “Mientras eran pequeñuelos, nosotros preparamos a nuestros hijos para que se encararan a la vida.” Y, con una sonrisa, Bob dice: “¡Todos ellos tenían una ruta de periódicos, y yo no los llevaba en automóvil aun si se estaba cayendo el cielo! Les decía: ‘¡Ése es el trabajo de ustedes, y ustedes son los responsables!’”. Pero ¿era ése un castigo cruel y extraordinario? Bob explica: “Nosotros les proporcionábamos la ropa, el alimento y el abrigo. Pero nos parecía que si ellos querían ‘algo adicional’, debían trabajar para conseguirlo”. Tal entrenamiento dio buenos resultados. Bob agrega: “No hace mucho uno de mis hijos crecidos se me acercó y me dijo: ‘Papá, gracias por habernos criado correctamente’”.

Frank y Dawna también dicen: “¡Nosotros enseñamos todo a nuestros hijos! Saben cocinar, pintar, envasar, trabajar en el jardín, poner bloques de cemento e ir de compras”. Dawna agrega: “Una madre fácilmente puede decir: ‘No tengo tiempo para enseñarles. Es más fácil si yo misma lo hago’. Pero a la larga vale la pena proporcionarles dicho entrenamiento”.

En cambio, los hijos que dependen demasiado de sus padres pueden “resultar ser personas sin iniciativa, estudiantes que no logran tanto como pudieran conforme a sus capacidades, empleados descontentos y exigentes, y esposos mandones y difíciles de complacer”, según dice Dr. Jerome Singer. Bien dice la Biblia a este respecto: “Si uno viene mimando a su siervo desde la juventud, éste en el período posterior de su vida hasta llegará a ser un ingrato”. (Proverbios 29:21.)

Los valores morales

También, los adultos jóvenes necesitan tener una norma de lo que es correcto e incorrecto si han de “volar” y salir ilesos de la sociedad codiciosa, inmoral y materialista de hoy. Pero ¿cómo se puede proveer dicho entrenamiento?

Bob y Mary, a quienes mencionamos anteriormente, son testigos de Jehová. Por eso vieron que era importante estudiar con regularidad la Biblia con sus hijos. ¿Fue fácil hacerlo? Bob admite: “Era difícil sentarse para tener este estudio y hacer que fuera interesante. Pero lo hicimos con regularidad, como una rutina”. Para complementar el estudio, suministraron asociación y entretenimiento sanos para los miembros de la familia. Además, el trabajar con sus hijos en la obra de predicar de casa en casa fue especialmente valioso. “Tuvimos algunas de nuestras mejores conversaciones cuando íbamos de casa en casas”, recuerda Mary.

Los resultados de aquella ardua labor alegran el corazón. Los tres hijos de ellos son siervos dedicados de Dios. Si usted quisiera instituir dicho programa de estudio para su familia, los testigos de Jehová gustosamente le informarán en cuanto a cómo puede hacerlo. No espere hasta que sus hijos sean adolescentes o adultos para proporcionarles esta educación dadora de vida. Prepárelos mientras estén jóvenes y puedan responder favorablemente a la influencia de ustedes como padres.

Los padres que dedican tiempo a la tarea de preparar a sus hijos para la vida hasta pueden sentirse felices al dejarlos ir.

[Comentario en la página 9]

Uno de mis hijos crecidos dijo: “Papá, gracias por habernos criado correctamente”

[Comentario en la página 10]

“Tuvimos algunas de nuestras mejores conversaciones cuando íbamos de casa en casa”

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