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  • ¿No debería bastar con solo “ser bueno”?
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¡Despertad! 1985
g85 22/9 págs. 26-27

¿No debería bastar con solo “ser bueno”?

¡QUÉ excelente sería el mundo si toda persona que vive fuera verdaderamente buena! Nadie, prescindiendo del sexo o la edad, tendría que temer ser víctima de asaltos, violaciones o maltrato. No existirían las prisiones, ni habría policías ni militares. Sí, ¡qué excelente sería el mundo!

Hay que admitir que, bajo las presentes condiciones, parece poco realista esperar que el mundo sea así. Sin embargo, son dignas de encomio las personas que se esfuerzan por llevar una vida buena. Tal vez sus esfuerzos parezcan contribuir poco a crear un mundo mejor, pero, por lo menos, no están contribuyendo a que este empeore.

Pero ¿basta con “ser bueno”? Quizás ello agrade a nuestras amistades y vecinos, pero ¿basta para agradar a nuestro Creador? Las personas que desean tener la aprobación de Dios quisieran saberlo.

¿Qué implica “ser bueno”?

“Él es un niño bueno” significa a menudo poco más que decir que no es malo, o sea, que no se lo conoce como alguien que haga cosas malas. Pero cuando se usa esta expresión en sentido religioso, el ser bueno tendría que incluir algo más. ¿Por qué?

No se puede negar que muchos ateos, agnósticos y personas no religiosas son moralmente buenos. No se les conoce como personas que cometan actos malos. Pero ¿basta con ser buenos en este sentido para agradar al Creador, cuya mismísima existencia ellos rechazan, ponen en duda o prefieren pasar por alto? Es obvio que no.

Por consiguiente, es necesario tener conocimiento exacto de lo que Dios considera bueno, para que no sea que, “a causa de ignorar la justicia de Dios”, procuremos “establecer la [nuestra]” (Romanos 10:1-3). Esto sería un error, porque las normas humanas de la justicia —que nosotros consideramos buenas— están muy por debajo de la norma divina.

Durante su ministerio terrestre, Jesucristo, el Hijo de Dios, indicó cuál es la norma divina de lo que es bueno. Un joven rico le preguntó: “¿Qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?”. El relato de su conversación es sumamente revelador. Leemos: “‘Observa los mandamientos continuamente.’ Él le dijo: ‘¿Cuáles?’ Jesús dijo: ‘Pues: No debes asesinar, No debes cometer adulterio, No debes hurtar, No debes dar falso testimonio, Honra a tu padre y a tu madre, y, Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’ Le dijo el joven: ‘Todos éstos los he guardado; ¿qué me falta aún?’ Jesús le dijo: ‘Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo, y, ven, sé mi seguidor.’ Al oír el joven este dicho, se fue contristado, porque tenía en su posesión muchos bienes”. (Mateo 19:16-22.)

Especialmente, en vista del relajamiento actual en cuanto a las normas morales y el comportamiento social, ¿no consideraría usted que este hombre era bueno? Nunca había asesinado, ni cometido adulterio, ni robado, ni dado falso testimonio, ni dejado de honrar a sus padres ni de amar a su prójimo como a sí mismo.

Pero Jesús indicó que no bastaba con que este hombre fuera bueno. Todavía faltaba algo, algo que impedía que su buen comportamiento fuera perfecto, o completo. ¿Qué faltaba? El amor abnegado a Dios, que lo motivaría a hacerse seguidor de Jesús. El amor abnegado que también haría que participara activamente en predicar acerca del Reino de Dios, obra para la cual Jesús estaba entrenando a sus seguidores. Puesto que la escritura dice que este hombre “tenía en su posesión muchos bienes”, es muy posible que estos ocupaban mucho de su tiempo. Si él seguía el consejo práctico de Jesús de deshacerse de sus posesiones materiales y distribuirlas entre los pobres, estaría relegando los intereses materiales a una posición de menos importancia que la de los intereses espirituales. Ello le permitiría seguir “buscando primero el reino” con muchísimas menos distracciones. (Mateo 6:33.)

De modo que el ser bueno a la vista de Dios significa más que solo abstenerse de hacer lo malo. Significa estar activo en hacer lo bueno por medio de ser seguidor de Cristo. Esto incluye dar “testimonio a la verdad” acerca de Dios y sus propósitos, poner ‘su nombre de manifiesto’ a otras personas así como defender a Dios celosamente ante las falsas acusaciones y mentiras, como lo hizo Jesús (Juan 17:4, 6; 18:37). También significa “el compartir cosas con otros”. (Hebreos 13:15, 16.)

Cómo llegar a ser más que simplemente bueno

Puesto que no basta con ser bueno, ¿qué podemos hacer para mejorar? Lucas 10:38-42 nos da una clave. Dice: “Cierta mujer, de nombre Marta, lo recibió [a Jesús] en la casa como huésped. Esta también tenía una hermana llamada María, quien, sin embargo, se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. Marta, por otra parte, estaba distraída atendiendo a muchos quehaceres. De modo que se acercó y dijo: ‘Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender las cosas? Dile, por lo tanto, que me ayude.’ Contestando, el Señor le dijo: ‘Marta, Marta, estás inquieta y turbada en cuanto a muchas cosas. Son pocas, sin embargo, las cosas que se necesitan, o solo una. Por su parte, María escogió la buena porción, y no le será quitada’”.

¿Qué revela esta conversación? Aunque el atender a Jesús en sentido físico era encomiable, el escuchar sus enseñanzas, mostrando así debido aprecio por los asuntos espirituales, era aun más digno de encomio. Lo que Marta hizo era bueno. Pero, en ese momento en particular, no bastaba. Por eso, lo que hizo María fue mejor.

En su Sermón del Monte, también, Jesús recalcó que se diera énfasis a los valores espirituales, en contraste con los valores físicos o materiales. Dijo: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos”. (Mateo 5:3.)

¿Conoce usted a personas buenas, quienes, a pesar de serlo, no están particularmente “conscientes de su necesidad espiritual”? Puede que sí. De hecho, quizás usted hasta se dé cuenta de que usted mismo sea una de ellas. Si lo es, sería sabio esforzarse por aprender las normas de Dios en cuanto a lo que es bueno a la vez que dirige su atención a asuntos espirituales.

Si lo hace, puede tener la perspectiva de vivir hasta ver el nuevo sistema de cosas de Dios, que pronto será establecido por toda la Tierra. En este nadie jamás volverá a estar en peligro de ser asaltado ni habrá temor de ser víctima de violaciones ni de maltrato. No habrá más cárceles. Tampoco habrá policías ni militares... pues estos habrán hallado empleos más remuneradores y satisfacientes.

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