De nuestros lectores
El permanecer casto
Sobre su artículo “Los jóvenes preguntan... El permanecer casto... ¿es realmente mejor?” (8 de noviembre de 1985), mi respuesta es completamente positiva. En el pasado, viví con otra persona sin estar casada, y ambos creíamos que estábamos enamorados. Como consecuencia de esto, tengo hijos nacidos fuera del matrimonio, y estamos separados desde hace mucho tiempo. Estoy totalmente de acuerdo con el consejo bíblico de huir de la fornicación. Pero creo que en su artículo ustedes dan a entender que hay que ser virgen para llegar a tener un matrimonio feliz. ¿Qué hay de los que en el pasado cometimos el terrible error de cometer fornicación, pero que estamos dispuestos a rehacer el corazón y la mente y amoldarlos a las normas de Jehová?
W. D., Nueva York, E.U.A.
No hay duda de que el mantener la castidad antes del matrimonio en obediencia a la ley de Dios es una de las mejores maneras de asegurarse que el matrimonio de uno sea feliz. Sin embargo, esto no significa que los que no hayan sido castos antes del matrimonio nunca puedan tener un matrimonio feliz. Puede que les sea más difícil, tengan más problemas y penas y necesiten hacer un esfuerzo mayor por lograrlo. Aunque el perdón de Dios no quita las consecuencias naturales de las malas acciones, su perdón y bendición pueden ayudar a uno a alcanzar la felicidad. Léase Salmo 103:8-14; 1 Corintios 6:9-11.—La dirección.
Espero con toda sinceridad que los solteros, en especial los más jóvenes, tomen a pecho el artículo “Los jóvenes preguntan... El permanecer casto... ¿es realmente mejor?”. He estado casada por cinco años y, aunque mi esposo considera que soy una esposa maravillosa, secretamente lamento no haber sido virgen cuando me casé con él. Yo opinaba que ‘lo mejor era tener experiencia’. Mi deseo por adquirirla resultó en cuatro abortos inducidos, uno natural, y varios novios, todo en un período de cuatro años. Está de más decir que este no fue un período feliz en mi vida. Ahora tengo un matrimonio feliz, pero todavía me angustia el haber perdido el gobierno de mí misma en aquellos años de mi juventud. ¡Créanme! Lo mejor es mantenerse casto.
S. M., Minnesota, E.U.A.
La restauración del teatro Stanley
Me ha sorprendido y desanimado el artículo “Edificio histórico llega a ser Salón de Asambleas de los testigos de Jehová” (22 de octubre de 1985). Cristo nos ha dicho que seamos humildes y sencillos. Me molesta ver que los Testigos gasten su tiempo y recursos en semejante proyecto. ¿Es esto un ejemplo a las congregaciones alrededor del mundo para que se esfuercen por adquirir vidrios de color, arañas lujosas y columnas decoradas?
J. W., Tennessee, E.U.A.
Con el fin de poder usar el edificio para asambleas, había que restaurarlo. Lo que se hizo fue restaurar lo ya existente y, como consecuencia del esfuerzo hecho, nuestro uso de este local ha recibido la aceptación y el apoyo de la comunidad. Los testigos de Jehová no diseñan nuevos lugares de reuniones o de asambleas tan ornamentados. De hecho, en unas instrucciones generales que se enviaron a todas las congregaciones se indicó lo siguiente: “Se recomienda que los Salones del Reino sean sencillos, casas de adoración apropiadas, no exagerados en tamaño ni estilo, y que no se derrochen los recursos que se dediquen a esta obra”. El mismo principio aplica a la construcción de salones de asambleas.—La dirección.