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¡Despertad! 1986
g86 8/8 págs. 5-9

¿Son los desastres “obras de Dios”?

ALGUNAS personas de la antigüedad creían que cuando el suelo que pisaban se mecía —a causa de un terremoto— esto se debía a que alguna criatura subterránea se había agitado. Muchas personas también pensaban que los truenos, los relámpagos y las tormentas eran manifestaciones de contiendas entre sus dioses.

Para tratar de prevenir desastres, estas personas practicaban religiones con las que esperaban apaciguar a dichos dioses. El libro Disaster! When Nature Strikes Back (¡Desastre! Cuando la naturaleza devuelve el golpe) comenta: “Durante la mayor parte de la historia, el hombre ha tratado de explicar las catástrofes naturales que ha sufrido [...] mediante el folklore, la mitología y la religión”.

Hoy día en los países de habla inglesa se usa a menudo la frase “obra de Dios” en sentido legal. Sin embargo, un jurisconsulto del siglo XIX dio la siguiente explicación: “Personalmente, nunca he tenido duda alguna de que esta frase no significa obra de Dios en el sentido bíblico del vocablo [...] Significa una circunstancia extraordinaria que no pudo ser prevista, y contra la cual no se pudo tomar precauciones”.

Las verdaderas obras de Dios

Para ayudarnos a esclarecer la confusión que existe respecto al significado de la expresión “obra de Dios”, primero tenemos que entender las normas, o las condiciones, que un suceso tiene que satisfacer para que sea una verdadera obra de Dios.

La Biblia nos dice claramente que Dios es Todopoderoso. (Éxodo 6:3.) Pero también dice: “Perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él”. (Deuteronomio 32:4.)

El saber que Jehová es justo, recto y consecuente nos ayuda a establecer las normas que nos permiten determinar cuándo una catástrofe es en realidad una obra de Dios. Algunos de los factores clave son: 1) Siempre está en armonía con el propósito de Dios; 2) Dios da advertencia antes de obrar; 3) Él da instrucciones a los obedientes para que puedan sobrevivir.

Teniendo esto presente, considere dos ocasiones en que Dios obró para traer un desastre. Una fue durante los días de Noé, hace más de 4.300 años.

Una verdadera obra de Dios

¿Qué condiciones existían en la Tierra durante los días de Noé? “La maldad del hombre abundaba en la tierra, y [...] toda inclinación de los pensamientos del corazón de éste era solamente mala todo el tiempo. Y la tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios verdadero, y la tierra se llenó de violencia.” (Génesis 6:5, 11.)

Por consiguiente, Dios se resolvió a eliminar de la Tierra a todos los humanos inicuos mediante un desastre mundial. El Creador, como “Propietario” del planeta, estaba plenamente justificado para hacerlo en vista de la depravación de la humanidad.

Sin embargo, Dios observó la sobresaliente integridad de Noé y su familia. Les prometió que, si obedecían sus instrucciones, los protegería durante el cataclismo que se aproximaba. (Génesis 6:13-21.) ¿Se apegaron a este arreglo Noé y su familia? El relato de la Biblia declara: “Noé procedió a hacer conforme a todo lo que le había mandado Dios. Hizo precisamente así”. (Génesis 6:22.)

¿Valió la pena el que Noé obedeciera? Sí, pues el apóstol Pedro declara que Dios “guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía”. (2 Pedro 2:5.) Verdaderamente, Dios se interesa en sus siervos, se comunica con ellos y se asegura de que se les preserve cuando él obra. Como dice la Biblia: “El Señor Soberano Jehová no hará ni una cosa a no ser que haya revelado su asunto confidencial a sus siervos los profetas”. (Amós 3:7.)

Otra obra de Dios

Otra obra de Dios aconteció varios siglos después del Diluvio. Las ciudades de Sodoma y Gomorra se encararon a la destrucción divina debido a la crasa inmoralidad que se practicaba allí. Ni siquiera se pudo hallar en ellas a diez personas justas; solo se hallaron a tres... Lot y sus dos hijas.

¿Qué actitud tenían las personas de estas ciudades? Como ejemplo, note la respuesta de los prometidos de las hijas de Lot cuando se les dijo que salieran de la ciudad porque la destrucción que Dios traería era inminente: “A los ojos de sus [futuros] yernos parecía como hombre que bromeaba”. (Génesis 19:14.)

Anteriormente, cuando los mensajeros de Dios se quedaron en la casa de Lot, los hombres de Sodoma “cercaron la casa, desde muchacho hasta viejo, toda la gente en una chusma”. ¿Por qué? Siguieron llamando a Lot y diciéndole: “¿Dónde están los hombres que entraron contigo esta noche? Sácanoslos para que tengamos ayuntamiento con ellos”. ¡Querían cometer sus perversiones homosexuales con los agentes de Dios! Por eso, debido a tal inmoralidad, la destrucción divina arrasó las dos ciudades. (Génesis 19:4, 5, 23-25.)

El hecho de que esta fue otra obra de Dios lo hace claro la siguiente declaración: “Al reducir a cenizas a las ciudades de Sodoma y Gomorra [Dios] las condenó, poniendo para personas impías un modelo de cosas venideras; y libró al justo Lot, a quien angustiaba sumamente la entrega de la gente desafiadora de ley a la conducta relajada”. (2 Pedro 2:6, 7; Judas 7.)

Desastres que no son “obras de Dios”

Una inspección minuciosa de las catástrofes que algunas personas llaman “obras de Dios” revela que, de hecho, muchas de ellas han sido causadas por el hombre. Otras, por supuesto, son el resultado de fuerzas naturales como lo son los terremotos y los huracanes.

Aunque la Biblia predice muchas calamidades naturales y causadas por el hombre como parte de la señal que identificaría estos “últimos días”, en ningún lugar da instrucciones que garanticen que no nos veremos afectados por ellas en este tiempo. (2 Timoteo 3:1-5; Mateo 24:3-12.) ¿Por qué no? Porque estas no son obras de Dios. No obstante, la Palabra de Dios explica por qué tanto la gente buena como la mala sufre a causa de estas.

Cuando los primeros humanos desobedecieron las instrucciones que Dios había enunciado con toda claridad, estaban acarreándose el desastre. Dios advirtió: “Positivamente morirás”. (Génesis 2:17.) El apóstol Pablo muestra lo trascendental de los efectos de la acción de ellos al decir: “Por medio de un solo hombre [...] la muerte se extendió a todos los hombres”. (Romanos 5:12.)

Pero había mucho más envuelto en el asunto. La desobediencia de la primera pareja significó que rechazaban la guía y el cuidado de Dios. Ya no querían que Dios fuera el Gobernante de ellos y de su hogar, el planeta Tierra. Al perder la superintendencia de Dios, perdieron también su protección de los desastres.

¿Qué significa para nosotros todo esto? Significa que “el tiempo y el suceso imprevisto” nos acaecen a todos. Significa que no podemos saber lo que ocurrirá, lo cual pudiera hacernos víctimas de lo inesperado. Como peces que son atrapados en una red o pájaros que son capturados en una trampa, así, también, “son cogidos en lazo los hijos de los hombres en un tiempo calamitoso”, como, por ejemplo, “cuando [la muerte] cae sobre ellos de repente”. (Eclesiastés 9:11, 12.)

Así, aunque los tribunales quizás consideren que las catástrofes naturales son “obras de Dios” en sentido legal, en realidad estas no son obras de Dios.

Se aproxima otra obra de Dios

Al describir la culminación de los últimos días del presente sistema de cosas, en los que vivimos desde 1914, Jesús advirtió: “Habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo [...], no, ni volverá a suceder”. (Mateo 24:21.) Ese acontecimiento pondrá fin al actual sistema de cosas injusto. Culminará con “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”... Armagedón. Realmente será una calamidad para los que sigan siendo “parte del mundo”. (Revelación 16:14, 16; Juan 17:14; 2 Pedro 3:3-13.)

¿Qué clase de juicio será este? Será selectivo; removerá solo a los que, porque así lo quieren, “no conocen a Dios y [...] los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús”. (2 Tesalonicenses 1:8-10.) Pero no será un desastre para los que escuchan la advertencia y las instrucciones que Dios da, tal como las escucharon Noé y su familia. Este acontecimiento ciertamente será obra de Dios, puesto que él protegerá a sus siervos. Esto lo hace diferente de otros desastres, en los que tanto los buenos como los malos pierden la vida. (Véase Isaías 28:21.)

¿Cómo podemos estar seguros de que la venidera “gran tribulación” será una obra de Dios? Podemos estar seguros porque se ajusta a las siguientes normas:

1) Está en conformidad con el propósito declarado de Dios: Su propósito es poner fin al actual sistema de cosas impío. (Jeremías 25:31-33; Sofonías 3:8; Revelación 16:14, 16; 19:11-21.)

2) Advertencia de antemano: Ya por casi siete décadas, los testigos de Jehová han dado advertencia clara del fin de este sistema y han declarado las buenas nuevas del Reino de Dios, que pronto ha de venir. El alcance de esta obra ha aumentado al grado que ahora hay más de tres millones de Testigos en toda la Tierra. (Mateo 24:14; Hechos 20:20.) Le animamos a que la próxima vez que los Testigos le visiten, les pregunte acerca de su mensaje. No sea como las personas del día de Noé, quienes, como dijo Jesús, “no hicieron caso” y perecieron en el Diluvio. (Mateo 24:37-39.)

3) Instrucciones para sobrevivir: La Biblia nos insta: “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos”. (Eclesiastés 12:13.) La clave para sobrevivir es aprender las instrucciones de Dios y entonces seguirlas. Jesús lo expresó sin ambigüedades: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Juan 17:3.) Con gusto los testigos de Jehová le enseñarán cuáles son las instrucciones de Dios.

La Palabra de Dios también promete: “Espera en Jehová y guarda su camino [...] Cuando los inicuos sean cortados, tú lo verás”. (Salmo 37:34.) Usted puede mostrar que tiene esta esperanza al escuchar las instrucciones de Jehová ahora y seguirlas. Esto lo identificará ante Dios y los hombres como una persona que está procurando hacer la voluntad de Él, para poder contarse entre los que sobrevivirán. “El mundo va pasando [...], pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:15-17; Mateo 28:19, 20.)

Las perspectivas en verdad son alentadoras para aquellos que aprendan en cuanto a la venidera obra de Dios, y que toman las medidas necesarias para sobrevivir, pues se les introducirá en una nueva era bajo la gobernación del Reino de Dios. (Mateo 6:9, 10.) Pero ¿qué se hará en ese nuevo sistema para proteger a la gente de los desastres naturales o los causados por el hombre?

Prevención divina de desastres

¡Qué tiempo de paz y restauración habrá cuando el Reino de Dios tome pleno control! Es maravilloso reflexionar sobre los beneficios de someterse a la gobernación del Rey celestial, ya en poder, Cristo Jesús.

Considere lo que Jesús hizo cuando estuvo en la Tierra, lo cual demostró lo que hará mediante la gobernación del Reino: ¡Sanó a los enfermos, curó a los lisiados, abrió los ojos de los ciegos, destapó los oídos de los sordos, hizo que los mudos hablaran, y hasta resucitó a personas que habían muerto! (Mateo 15:30, 31; Lucas 7:11-17.)

Por eso la Biblia nos asegura que, bajo el gobierno del Reino, Dios “limpiará toda lágrima de los ojos de ellos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación 21:4.)

Lo que Jesús hizo en la Tierra ejemplifica la ayuda que él prestará a sus súbditos en el sistema de cosas que se aproxima. ¿Y qué se puede decir en cuanto a si habrá protección de desastres naturales? Recuerde que en cierta ocasión Jesús evitó un desastre al calmar una tempestad de viento. Sus discípulos estaban espantados y se decían unos a otros: “¿Quién, realmente, es éste, porque hasta el viento y el mar le obedecen?”. (Marcos 4:37-41.) Así que, puesto que posee control completo de los elementos, el poderoso Rey del nuevo sistema se asegurará de que nunca más causen daño al hombre los desastres naturales.

El Reino de Dios ciertamente remediará cualquier daño que ya hayan causado a nuestro planeta y a sus ecosistemas los desastres naturales o los causados por el hombre. La promesa de la Biblia es: “Hasta los páramos y el desierto se regocijarán en aquellos días; el desierto florecerá. Sí; habrá abundancia de flores, cánticos y júbilo. [...] Los terrenos resecos se convertirán en estanques, con arroyos en la tierra sedienta”. (Isaías 35:1-7, La Biblia al Día.)

En el nuevo sistema habrá un programa docente uniforme que enseñará a todos a trabajar bien y a interesarse en su semejante, y también en la Tierra. ‘Justicia es lo que los habitantes de la tierra productiva ciertamente aprenderán.’ (Isaías 26:9.) Gracias a esa educación divina por toda la Tierra, y a que la humanidad sea elevada a la perfección mental y física, las faltas que se atribuyen a la imperfección desaparecerán. Los intereses egoístas ya no harán que se tomen atajos en los procedimientos de trabajo, los cuales podrían causar accidentes.

Hoy día los desastres naturales, o los causados por el hombre, nos afectan a todos. Pero el desastre por el que más debemos preocuparnos todos, la “gran tribulación”, es la obra de Dios que pondrá fin a este inicuo sistema de cosas. Esa obra de Dios dará paso a una nueva era de justicia para los que en este tiempo no dejen que la verdad se les escape. A ellos, ciertamente, se les demostrará que “el Dios verdadero es para nosotros un Dios de hechos salvadores”. (Salmo 68:20.) De modo que los que manifiesten sabiduría piadosa ahora entrarán en un nuevo sistema en el que ‘residirán en seguridad y estarán libres del disturbio que se debe al pavor de la calamidad’. (Proverbios 1:33.)

[Ilustración en la página 7]

La destrucción de Sodoma y Gomorra fue otra obra de Dios

[Ilustración en la página 9]

Al calmar una peligrosa tempestad, Jesús demostró que tiene el poder de dominar las fuerzas naturales

[Recuadro en la página 6]

Factores que se manifiestan en una obra de Dios:

1) Siempre está en armonía con el propósito de Dios.

2) Dios da advertencia antes de obrar.

3) Da instrucciones claras para supervivencia.

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