¡Alto! ¡Prohibido el paso! ¡Propiedad privada!
EL HOMBRE es capaz de llegar muy lejos para proteger su vida privada. Con el fin de asegurarla, algunos construyen grandes muros alrededor de su propiedad. Otros, a fin de que nadie les moleste, prefieren situar su hogar en lo alto de una montaña, en lo más profundo de un bosque o a kilómetros de cualquier carretera principal. Los que viven en ciudades tal vez alquilen su apartamento en los pisos más altos, hagan que su número de teléfono no figure en la guía u oculten su identidad mediante el uso de nombres falsos o hasta disfraces.
La intimidad significa algo diferente para cada individuo. Tal vez una esposa desee que su marido la deje sola de vez en cuando. También los esposos requieren en ocasiones un rincón donde poder estar a solas. Hasta los jovencitos desean algo de intimidad. A menudo, el tener su propia habitación es para ellos un refugio en este sentido.
No obstante, hay quienes pueden intervenir su línea telefónica y escuchar las conversaciones más privadas e íntimas que usted pueda mantener en su casa o en su oficina. Aun en los vestuarios de una escuela, una fábrica o una oficina, cada movimiento que usted haga puede controlarse por televisión y grabarse en vídeo. Mediante el uso de rayos láser dirigidos hacia los cristales de su ventana, hay la posibilidad de captar y grabar sus conversaciones desde la calle. Actualmente ya se están utilizando computadoras para vigilar qué hacen los empleados en su lugar de trabajo. Hoy es posible que lo que usted escribe con la máquina de escribir de su oficina lo lean en un monitor a kilómetros de distancia personas que serían capaces de utilizarlo en contra suya. Tampoco en la oscuridad puede uno sentirse seguro de su intimidad. Es posible controlar cada movimiento que usted realiza en la calle durante la noche mediante cámaras que funcionan sin luz perfectamente. Si le molesta que su esposa abra la correspondencia que va dirigida a usted, ¿qué pensaría de las personas que irrumpen en su intimidad y la leen sin ni siquiera abrirla?
Quizás usted se ofendería si se le pidiera que hiciese un test con un detector de mentiras para asegurarse un puesto de trabajo. Pero un entrevistador puede hacerle un test muy parecido sin que usted ni siquiera se dé cuenta mediante un aparato que analiza la voz y que, según dicen, puede comprobar si está diciendo o no la verdad.
Empresas y grandes corporaciones están perdiendo altos secretos debido a que competidores sin escrúpulos invaden su intimidad. Como resultado del reciente desarrollo de los sistemas de investigación de alta tecnología, las naciones y potencias mundiales encuentran casi imposible evitar que otros países invadan su intimidad nacional. Los satélites espías, dotados de cámaras de gran resolución, pueden fotografiar desde el espacio exterior objetos tan pequeños como una pelota de tenis, o identificar a un hombre entre una muchedumbre simplemente por la forma de su barba.
Resulta evidente que la intimidad, “el derecho más abarcador y más apreciado por los hombres civilizados”, podría convertirse rápidamente en una libertad en peligro, como se mostrará en el siguiente artículo.