“Las principales víctimas de la persecución religiosa”
LA PERSECUCIÓN religiosa ha existido durante toda la historia. Caín asesinó a Abel motivado por diferencias religiosas. No le gustaba que Dios aprobara el sacrificio de Abel y no mirara con favor el suyo. Se enardeció de gran cólera y finalmente asesinó a su hermano. (Génesis 4:3-8.)
Jesucristo profetizó que sus seguidores serían perseguidos, especialmente en el tiempo del fin. Advirtió: “Entonces los entregarán a tribulación y los matarán, y serán objeto de odio de parte de todas las naciones por causa de mi nombre”. (Mateo 24:9.)
A lo largo de los milenios las principales religiones se han perseguido unas a otras cuando han visto amenazado su monopolio del control sobre la gente. Católicos, protestantes, hindúes, musulmanes, judíos y otras religiones se han entregado al derramamiento mutuo de sangre. La persecución se ha justificado en nombre de la ortodoxia, la verdad infalible y la salvación del alma. Los judíos han sido perseguidos debido tanto a su religión como a su raza. En este siglo veinte, en algunos países los comunistas ateos se han vuelto contra la religión, al considerarla “el opio del pueblo”.
Pero en este mismo siglo ha habido un grupo que ha sido perseguido tanto por el flanco religioso como por el político. ¿Quiénes son, y cuáles han sido los motivos?
“Las principales víctimas”
En su reciente libro titulado The Court and the Constitution (1987), Archibald Cox, fiscal especial del caso Watergate, escribe: “Las principales víctimas de la persecución religiosa en Estados Unidos durante este siglo veinte han sido los testigos de Jehová”. ¿Qué provocó esta situación? Sigue explicando: “Empezaron a atraer la atención y a provocar la represión en la década de los treinta, cuando aumentó su proselitismo y número de miembros. Apoyándose en la revelación divina de la Biblia, se pusieron en las esquinas de las calles y fueron de casa en casa ofreciendo tratados de la Sociedad Watchtower Bible and Tract y predicando que el inicuo triunvirato de las iglesias organizadas, el comercio y el Estado es el instrumento de Satanás”.
Cuando las naciones se enzarzaron en la segunda guerra mundial, los testigos de Jehová llegaron a ser las víctimas y mártires del desenfrenado espíritu nacionalista fomentado por los gobiernos en guerra. En algunas naciones se impuso en las escuelas el saludo obligatorio a la bandera. El servicio militar obligatorio llegó a ser la regla. Aunque los testigos de Jehová creen que debe pagarse a César lo que es de César —y posiblemente pocos grupos pagan los impuestos y obedecen las leyes del país de modo tan concienzudo—, también pagan a Dios lo que creen que Él requiere, a saber, la adoración y la lealtad suprema. Respetan los elevados principios que representa la bandera de la nación, pero para ellos, el saludo a la bandera es adoración divisiva de imágenes. Esta postura les acarreó problemas en Estados Unidos durante las décadas de los treinta y cuarenta.
Cientos de niños fueron expulsados de la escuela porque rehusaron saludar a la bandera. Sobre este asunto, el profesor Mason dijo en su libro Harlan Fiske Stone: Pillar of the Law: “Su negativa no significaba que fueran antipatrióticos o que no amaran a su país. Solo significaba que, tal como entienden las Escrituras, el saludo a la bandera viola la prohibición bíblica de inclinarse ante una imagen tallada”.
La cuestión se llevó al Tribunal Supremo de Estados Unidos, y en 1940 se rechazó la demanda de los testigos de Jehová por un voto de ocho a uno. El valiente juez y único disidente fue Harlan Fiske Stone. El profesor Mason explicó cómo reaccionaron algunos: “John Haynes Holmes, presidente de la Unión de Libertades Civiles, dijo que el disentimiento de Stone podría ‘calificarse de una de las grandes opiniones discrepantes de la historia americana’. La prensa fue muy favorable. Ciento setenta y un periódicos importantes condenaron de inmediato la decisión; solo unos pocos la aprobaron”. Pero, ¿qué pasó entonces?
El profesor Cox continúa su explicación: “La persecución de los Testigos aumentó. En algunos lugares, especialmente en Texas, los Testigos fueron atacados por chusmas debido a que rehusaron saludar a la bandera, y algunas veces se les tildó de ‘agentes nazis’”. En Maine quemaron un Salón del Reino. En un pueblo de Illinois toda la población “se volcó contra unos sesenta Testigos”. ¿Y qué hicieron las autoridades? “La policía, en su mayor parte, o se desentendió o participó activamente.” Con referencia a esto, el profesor Mason comenta: “El Departamento de Justicia atribuyó esta ola de violencia directamente a la decisión del Tribunal en el primer caso de saludo a la bandera. De este modo, el mismo Tribunal llegó a ser un arma en la batalla por la mente de los hombres”.
Un giro espectacular
A pesar de la atroz persecución, los hijos de los testigos de Jehová, al igual que los tres fieles hebreos, rehusaron saludar un emblema nacional, en este caso la bandera. (Daniel capítulo 3.) El Departamento Legal de la Sociedad Watchtower siguió presentando ante los tribunales de apelación los casos de saludo a la bandera. “Los testigos de Jehová continuaron presentando sus demandas con tanta vehemencia que el [juez] Stone dijo que ‘deberían recibir una subvención por su aportación a la solución de los problemas legales relacionados con las libertades civiles’.” (Harlan Fiske Stone: Pillar of the Law, página 598.)
Luego, el 14 de junio de 1943 (el día de la Bandera) el Tribunal Supremo de Estados Unidos hizo algo insólito. Cambió por completo su enfoque al juzgar un caso de saludo a la bandera (West Virginia State Board of Education v. Barnette) y exoneró a los Testigos. El mismo día, en otro caso que implicaba a testigos de Jehová, los jueces declararon: “Tal como se ha aplicado a los apelantes [los Testigos], el estatuto los castiga aunque no se alega que su postura tuviese un propósito malo o siniestro, ni se ha demostrado que lo tuviera; es decir: ellos no abogaron por la acción subversiva contra la nación o el estado, ni la incitaron. [...] Según nuestra tradición jurídica, no se puede imponer sanción criminal por tal postura”.
El juez Jackson, portavoz del Tribunal, incluyó una opinión que reflejaba la sabiduría de Gamaliel: “Si hay alguna estrella fija en nuestra constelación constitucional, es que ningún oficial, ni alto ni bajo, puede prescribir lo que es ortodoxo en política, nacionalismo, religión u otros asuntos de opinión, ni forzar a los ciudadanos a que acepten por palabra o hecho dicha ortodoxia oficial”. Esta decisión ha sido considerada “uno de los cambios más espectaculares en la historia del Tribunal”. (Compárese con Hechos 5:34, 38, 39.)
¿Por qué era razonable que la ley no obligara a los Testigos a venerar la bandera? El profesor Cox explica: “La ofensa a los hijos de Gobitis y Barnette [Testigos] consistió en que el Estado los obligara a proclamar una ortodoxia política en la que ellos no creían”. Todo lo que los Testigos habían hecho era seguir el principio bíblico: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. (Hechos 5:29.)
¿Por qué proteger a la minoría?
En el análisis de esos casos, Cox formula una pregunta significativa: “¿Por qué deberíamos preocuparnos por la libertad espiritual de esa pequeña minoría que rehúsa saludar a la bandera? O, ¿por qué deberíamos preocuparnos de proteger las oportunidades de alborotadores como los evangélicos testigos de Jehová?”. Responde: “Parte de la respuesta descansa en la premisa de la dignidad individual sobre la que se basa nuestra sociedad, una dignidad que pertenece tanto a los ortodoxos como a los no conformistas. Parte descansa en la conciencia de que si el estado puede silenciar el habla de los testigos de Jehová [...], la nuestra bien puede ser la próxima”.
Sí, la supresión de la libertad de adoración de una minoría impopular puede ser el primer paso que lleve a la supresión de otras libertades de todos los ciudadanos. Pero hay otro factor interesante que resalta el profesor Cox:
“Y parte descansa en la conciencia de que una minoría no convencional puede dar con la verdad, una verdad que, al suprimirla, ha quedado ocultada o se ha perdido para siempre.” Y entre las verdades que estaban siendo objeto de supresión se encuentra la que predican los testigos de Jehová, a saber, que la única esperanza de la humanidad de paz y salvación es el gobierno del Reino de Dios por medio de Cristo Jesús. (Daniel 2:44; Mateo 6:9, 10.)
“Alborotadores” cristianos
Cuando Cox se refiere a los Testigos como “alborotadores”, debería recordarse cómo describieron a los discípulos cristianos primitivos sus opositores: “Estos son los que alborotan la tierra [...], y todos obran contra los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Jesús”. (Hechos 17:6, 7, Versión Nácar Colunga.) ¡Qué parecido a la situación en la que se han hallado los testigos de Jehová en muchos países! ¿Y por qué? Por las mismas razones por las que sufrieron los cristianos primitivos: su lealtad a Cristo Jesús —su Rey— y a su Reino.
El éxito de la predicación de los testigos de Jehová hace que el clero ortodoxo busque la ayuda de las autoridades seglares. Esto es similar a lo que sucedió después del próspero ministerio de Pablo. El relato nos dice: “Pero los judíos, llenos de envidia, reunieron a gente maleante de la calle, armaron tumultos y alborotaron la ciudad. [...] Arrastraron a Jasón y a algunos hermanos ante los magistrados de la ciudad”. (Hechos 17:5, 6, Biblia de Jerusalén.)
Los testigos de Jehová han sufrido persecución injusta en muchos países, tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz. En muchas ocasiones los promotores de tal persecución han sido los líderes religiosos, que han usado su influencia debida a los contactos con las elites gobernantes para recortar las actividades de los Testigos. Un ejemplo sobresaliente fue la persecución de los testigos de Jehová en la España católica durante el período de 1950 a 1970. Hombres, mujeres y niños fueron acosados, multados y encarcelados tan solo por estudiar la Biblia en privado en sus propios hogares. Cientos de jóvenes pasaron períodos incluso de más de diez años en las prisiones militares por mantener su neutralidad cristiana.a
El caso de los testigos de Jehová en España es tan sobresaliente que un prominente jurista, el señor Martín-Retortillo, escribió: “Al estudiar diez años de jurisprudencia y observar las sanciones gubernativas por razones de orden público que afectan a conductas religiosas, hay un hecho que llama decididamente la atención: es el de que, en casi todos los supuestos contemplados, quienes han intervenido son miembros de un único grupo religioso, [...] ‘los testigos de Jehová’”.
La persecución no puede detener a los testigos de Jehová
Desde 1970 los testigos de Jehová han disfrutado de reconocimiento legal en España, y en vez de los 10.000 Testigos que había activos en aquel año, ahora hay más de 70.000 que se reúnen en unas 1.000 congregaciones. En Estados Unidos también se ha producido un progreso similar. En el período al que hace referencia el profesor Cox (1930-1940) solo había de 40.000 a 60.000 testigos de Jehová en Estados Unidos, y un total de unos 115.000 por todo el mundo. Hoy hay más de 770.000 Testigos en Estados Unidos y 3.400.000 por todo el mundo en 55.000 congregaciones. La persecución no ha podido detener el progreso de la obra educativa mundial de los testigos de Jehová.
Cuando se enfrentan a persecución, solo hay una respuesta que los testigos de Jehová puedan dar: “Si es justo a vista de Dios escucharles a ustedes más bien que a Dios, júzguenlo ustedes mismos. Pero en cuanto a nosotros, no podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído”. (Hechos 4:19, 20.)
[Nota a pie de página]
a Para un informe detallado de la persecución en España, véase el Anuario de los testigos de Jehová para 1978, páginas 165-246.
[Fotografía en la página 23]
Los tribunales decretaron que el rehusar saludar a la bandera no es irrespetuoso
[Fotografía en la página 24]
Solo el juez Stone apoyó la posición de los testigos de Jehová en la sentencia de 1940 del Tribunal Supremo
[Reconocimiento]
Oficina del Administrador, Tribunal Supremo de Estados Unidos
[Fotografía en la página 25]
Por un voto mayoritario, estos jueces decidieron a favor de los testigos de Jehová en la cuestión del saludo a la bandera
[Reconocimiento]
Oficina del Administrador, Tribunal Supremo de Estados Unidos