Por qué se le rinde culto

LOS historiadores admiten que los primeros cristianos ni adoraban ni veneraban a María ni a ninguna otra criatura. Entonces, ¿por qué tantos católicos han llegado a ser “adoradores de la Virgen”, como los ha llamado el sacerdote Franco Molinari?

Existen muchas razones. Algunas se derivan directamente de las doctrinas enseñadas por la iglesia católica. Por ejemplo: como la Iglesia enseña que Jesús es igual a Dios, no queda ya ningún mediador independiente entre el hombre y Dios. Dios y Cristo, rodeados de una aureola de misterio trinitario, ya no son abordables, y por esta razón se ha delegado en la Virgen el papel de “mediadora” entre la Divinidad y la humanidad. En algunos movimientos marianos, son comunes lemas como “A Jesús a través de María” o “La Virgen, el eslabón entre nosotros y Cristo”. En el discurso de apertura del año mariano, Juan Pablo II dijo que la gente tiene que “regresar a Dios por medio de María”.

A lo largo de la historia, Dios y Cristo a menudo han sido representados como jueces despiadados e inflexibles. De modo que no es de sorprender, como reconoce el teólogo René Laurentin, que algunos católicos hayan “contrastado la justicia vindicativa de Cristo con la misericordia de su Madre: ‘Jesús quiere condenar, María quiere salvar’”. Un obispo escribe: “Aunque hayamos cometido muchos pecados, la Madre celestial nos perdonará con ternura; si sentimos temor de la justicia de Dios, ciertamente no temeremos el corazón de la Madre”. Por lo visto, “Dios no ofrece suficiente confianza” a los católicos, concluye la revista italiana Panorama.

A través de los siglos, diversos concilios y papas han animado y siguen animando a los fieles a que veneren a María y a sus imágenes. La teología católica utiliza diversos términos tomados del griego para distinguir entre los diferentes grados de adoración: latría es la adoración dedicada a Dios, dulía es la veneración a los santos e hiperdulía es la “reverencia especial” reservada a la Virgen. En armonía con estas definiciones, el papa Juan Pablo II reafirma en su reciente encíclica que las “imágenes de la Virgen ocupan un lugar preferente en las iglesias y los hogares”, porque ella merece “reverencia especial”.

Pero, ¿no es cierto que esta “reverencia especial” ha motivado a algunos teólogos a considerarla, según dijo la revista Panorama, como “la cuarta persona de la Santísima Trinidad”? ¿No es cierto que les ha motivado a declarar —como hace un catecismo mariano— que “su grandeza raya en lo infinito”?

Por lo tanto, el concepto de María como un “modelo perfecto de todas las virtudes” sirve en realidad para satisfacer lo que Panorama llama el “deseo de seguridad” de los católicos fieles, especialmente ahora, en medio de las ansiedades actuales de esta generación. ¿Debería sorprendernos, entonces, que algunos clérigos católicos hayan condenado la beatería extrema en la que han incurrido los fieles?

¿Una guía para el año 2000?

Como se ha dicho, de acuerdo con las intenciones del Papa, el restablecimiento de la figura de María ayudará al mundo a prepararse para el año 2000. Frente a los temores y ansiedades causados por los “síntomas de malestar que impregnan esta generación”, el Papa ha cifrado su confianza en la Virgen para que esta interceda ante Dios y resuelva los problemas del mundo. Pero, ¿nos dirige la Biblia a María para hallar solución a estos “síntomas de malestar”? ¿En quién deberíamos realmente confiar a fin de presenciar la realización de la “esperanza de una nueva era, de un nuevo mundo”?

[Fotografía en la página 8]

La Virgen es venerada de diferentes formas por todo el mundo católico