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  • ¿Está vivo su dios?
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¡Despertad! 1989
g89 22/12 págs. 10-12

¿Está vivo su dios?

AUNQUE Tadashi Ishiguro nació después de la segunda guerra mundial —cuando el emperador japonés ya había renunciado a su divinidad—, aún creía que el emperador era divino. “Nunca debió renunciar”, comentó Tadashi.

Sin embargo, el hermano de Tadashi razonó con él en estos términos: “El emperador, como cualquier otra persona, enferma y envejece, no puede escapar de lo que acaece a todo hombre: la muerte. Tampoco puede salvarse a sí mismo y mucho menos a los demás”. Después de aquella conversación, durante la cual su hermano se remitió a la Biblia, Tadashi decidió examinar más detenidamente sus creencias. (Eclesiastés 3:19; Romanos 5:12.)

Gradualmente, comenzó a darse cuenta de la sabiduría encerrada en la exhortación bíblica: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre”. ¿Por qué no? La Biblia añade: “A [él] no [le] pertenece salvación alguna. Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos”. (Salmos 146:3, 4.) Es un hecho incuestionable que el confiar en hombres mortales elevados a rango divino solo puede conducir a la desilusión, incluso a resultados desastrosos.

La leyenda dice que el archipiélago japonés se formó de las gotas de agua que cayeron de la lanza de Izanagi, padre de la diosa del Sol Amaterasu Omikami. Pero esa explicación carece de fundamento. ¿Qué decir, entonces, de la creencia que sostiene que el emperador japonés es un descendiente humano de esa diosa y que por lo tanto es divino? ¿No debería ser también mera leyenda mitológica? Por haber adorado sin conocimiento de causa, miles de japoneses han sacrificado su vida en aras de un dios incapaz de ayudarles. ¡Qué triste resultado!

Como consecuencia de las conversaciones de Tadashi con su hermano, llegó a ser evidente para él que nuestra hermosa Tierra y la vida que hay en ella es el producto de un Creador omnipotente y amoroso. (Hebreos 3:4.) La Biblia dice que el verdadero Dios es “de tiempo indefinido a tiempo indefinido” (Salmos 90:2), es eterno, no está limitado a setenta u ochenta años de vida ni depende de que otros le aconsejen. (Salmos 90:10; Romanos 11:34.)

De hecho, el texto bíblico dice acerca del Creador: “Él está haciendo conforme a su propia voluntad entre el ejército de los cielos y los habitantes de la tierra. Y no existe nadie que pueda detener su mano o que pueda decirle: ‘¿Qué has estado haciendo?’”. (Daniel 4:35.) ¡Qué diferente de aquellos humanos a los que se les trata como dioses pero que ni siquiera pueden llevar a cabo su propia voluntad!

A medida que Tadashi prosiguió su estudio, su fe en el Dios que inspiró la Biblia fue en aumento: no era un dios mitológico, sino una persona real, invisible. En la Biblia, escrita por hombres inspirados por Dios, Él nos dice que su nombre es Jehová. (Salmos 83:18.) También nos informa de lo que ha hecho, de lo que se propone hacer y de cómo debemos adorarle. Pero, con todo, ¿cómo puede usted estar seguro de que Jehová es un Dios vivo en el cual confiar sin temor a ser defraudado?

Cuando Jehová proclamó su superioridad sobre todo otro dios, dijo: “Yo soy el Divino y no hay otro Dios, ni nadie semejante a mí; Aquel que declara desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho; Aquel que dice: ‘Mi propio consejo subsistirá, y todo lo que es mi deleite haré’”. (Isaías 46:9, 10.)

Así, su facultad de predecir el futuro y hacer que su propósito se cumpla confirma su divinidad. A diferencia de los hombres que se hacen reverenciar como dioses, pero que tienen que ser protegidos por sus súbditos, Dios puede proteger y salvar a sus siervos. Ante estos hechos, con el tiempo Tadashi llegó a ser un adorador del Dios de la Biblia y se unió a su hermano en servir a Jehová Dios como uno de sus Testigos.

¿A quién adorará usted?

Hoy se rinde culto a muchas deidades, incluso a humanos a quienes la gente atribuye poderes divinos. A este respecto, la Biblia dice: “Hay aquellos que son llamados ‘dioses’, sea en el cielo o en la tierra”. (1 Corintios 8:5.) En la antigua ciudad griega de Atenas hubo un altar con la inscripción: “A un Dios Desconocido” (Hechos 17:23), lo cual indica que los atenienses se contaban entre aquellas personas que manifiestamente adoraban lo que no conocían.

Hoy también existe la posibilidad de adorar lo desconocido. Millones de japoneses han sido partícipes de ese tipo de adoración, debido a que guías religiosos falsarios que propagaron la creencia en un emperador deificado les engañaron. El propio emperador creyó el engaño. Esto encierra una importante lección: el que nuestros padres crean en cierta doctrina o determinados guías religiosos la enseñen no la ratifica como cierta. Es necesario que investiguemos para asegurarnos de que realmente conocemos aquello que decimos adorar.

Los antiguos atenienses, así como los japoneses que vivieron antes de la segunda guerra mundial, no han sido ni mucho menos los únicos que han adorado lo que no conocían. En la actualidad, millones de personas de la cristiandad creen en la doctrina de la Trinidad. Si usted es una de ellas, pregúntese: ¿Realmente conozco al Dios que adoro? ¿Cuál es su nombre? ¿Cómo es posible que tres personas sean un solo Dios? ¿En qué se sustenta mi creencia?

Probablemente, las personas que creen en la Trinidad suponen que Jesucristo y sus apóstoles la enseñaron y que, por lo tanto, es una doctrina bíblica, pero eso no es cierto. De hecho, la New Catholic Encyclopedia reconoce que “la doctrina ‘tres personas en un solo Dios’ no estuvo firmemente establecida —ni siquiera plenamente asimilada en la vida cristiana y su profesión de fe— antes de las postrimerías del siglo IV [siglos después de la presencia de Jesús y sus apóstoles en la Tierra]. [...] No hubo entre los Padres apostólicos nada que siquiera remotamente se aproximara a esa idea o punto de vista”.

Pero lo cierto es que cientos de años antes del nacimiento de Jesucristo, el concepto de un dios trino ya estaba fuertemente atrincherado entre pueblos cuya religión se fundamentaba en la mitología. Por ejemplo, los antiguos egipcios adoraron una trinidad compuesta por Osiris, Isis (su esposa) y Horus (su hijo). También los hindúes —aún hoy— adoran una trinidad compuesta de una figura tricéfala: Brahma, Visnú y Siva.

Por consiguiente, en lugar de sencillamente dejarse llevar por la corriente en lo que respecta a la adoración, investigue y asegúrese de que conoce bien lo que adora. A los atenienses, que adoraban lo que en realidad no conocían, se les dijo que Dios “no está muy lejos de cada uno de nosotros” y que puede ser hallado por todo aquel que le busque encarecidamente. En consecuencia, podemos estar seguros de que si buscamos con verdadero ahínco al Dios vivo y verdadero, lo hallaremos. (Hechos 17:27.)

[Fotografía en la página 10]

Tadashi decidió investigar más detenidamente sus creencias

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