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¡Despertad! 1990
g90 22/9 págs. 3-5

El exceso de basura. ¿Nos enterrará?

SE TRATA, sin duda, de una paradoja curiosa. En esta generación, el hombre ha ido a la Luna y ha regresado. Ha lanzado al espacio, a miles de millones de kilómetros de la Tierra, sofisticados satélites equipados con cámaras fotográficas de alta resolución con las que se han podido obtener primeros planos de planetas distantes. Ha descendido a las profundidades de los océanos y localizado barcos hundidos de otras épocas, sacando a la superficie sus atesorados bienes de eras hace mucho olvidadas. Los científicos han utilizado al esquivo átomo, tanto para beneficio del hombre como para arrasar ciudades enteras y aniquilar a sus habitantes de la superficie de la Tierra. En unos pocos y minúsculos chips de silicio, más pequeños que una uña humana, se puede grabar toda la Biblia para consulta instantánea. Y sin embargo, las personas que poseen este gran caudal de aptitudes e inteligencia no pueden sacar la basura de su propia casa y desecharla de manera conveniente para así librar a su generación del temor a quedar enterrados vivos en ella.

En primer lugar, considere el problema que plantean los desechos en Estados Unidos, donde se tiran más de cuatrocientas mil toneladas de basura cada día. Sin incluir el cieno de alcantarillas y los escombros de construcción, cada año se tiran 160 millones de toneladas de basura en “cantidad suficiente como para llenar 1.000 campos de fútbol hasta una altura de treinta pisos o una fila de camiones de basura hasta la mitad de la distancia a la Luna”, informó la revista Newsweek. Más del 90% de estos residuos se llevan en camiones a los vertederos, hasta que los montones de basura llegan a alcanzar decenas de metros sobre el nivel del suelo.

Por ejemplo, la ciudad de Nueva York tiene acceso en Staten Island (Nueva York) al mayor vertedero municipal del mundo, con una extensión de 800 hectáreas. Cada día se recogen 24.000 toneladas de basura y durante las veinticuatro horas del día un buen número de gabarras las transportan hasta este lugar. Se calcula que para el año 2000, este montón de basura será “una vez y media más alto que la estatua de la Libertad y ocupará más metros cúbicos que la mayor de las Grandes Pirámides de Egipto”, y cuando se cierre el vertedero, antes del fin de esta década, habrá alcanzado una altura de 150 metros. Cuando el recién electo alcalde de Nueva York, David Dinkins, ocupó su cargo, el portavoz de la junta municipal de Sanidad lo recibió con las siguientes palabras: “Hola. Bienvenido al ayuntamiento. A propósito, no dispone de ningún lugar donde echar la basura”.

Un especialista en este campo dijo: “Todas las grandes ciudades de Estados Unidos se enfrentan al problema de los vertederos”. La revista U.S.-News & World Report comentó: “Los basureros de América se están llenando y no se están preparando otros nuevos. Además, para 1995, se cerrarán la mitad de los vertederos existentes, ya que muchos no reúnen los requisitos exigidos por la normativa ambiental existente”.

Se calcula que el californiano de término medio tira unos 1.100 kilogramos de basura al año. “En el condado de Los Ángeles producimos suficiente basura como para llenar el Dodger Stadium cada nueve días aproximadamente”, dijo un especialista en la defensa del medio ambiente. Se calcula que para 1995 los vertederos de Los Ángeles habrán alcanzado su capacidad máxima. “¿Qué sucederá entonces?”, preguntan los ciudadanos. Puede ser que el momento decisivo venga antes de lo que se espera, pues, como indicó un ambientalista de California: “Lo cierto es que cada día tenemos camiones de basura dando vueltas por la ciudad sin encontrar un lugar donde verterla”.

Chicago se encara al cierre de sus 33 vertederos para la primera mitad de esta década. Otras grandes ciudades que se ven afectadas por la plaga de la basura se limitan a transportar sus residuos en camiones hasta los basureros de otros estados, lo que ha provocado la indignación de esos estados. Diariamente se transportan por las autopistas estadounidenses unas veintiocho mil toneladas de basura mientras se busca un lugar donde echarla. Por ejemplo, Nueva York, Nueva Jersey y Pensilvania exportan ocho millones de toneladas de basura al año. Desde luego ese método de deshacerse de la basura resulta bastante costoso. “Aún peor —escribe la revista Newsweek—, hay camioneros que transportan carne y productos agrícolas al Este en vehículos refrigerados y luego regresan al Oeste con los mismos camiones cargados de basura infestada de gusanos.” En vista de que esta práctica representa un peligro evidente para la salud, el Congreso se está planteando prohibirla.

Sin embargo, el problema de la basura no solo afecta a Estados Unidos, también representa un peligro para otros países. En Japón se calcula que para el año 2005 Tokio y tres ciudades vecinas tendrán un exceso de basura de 3.430.000 toneladas. También en ese país se encaran al problema de la exportación. Como lo expresó cierto escritor, “la basura es un artículo japonés de exportación que no tiene mercado”.

Aunque algunas naciones todavía no se ven agobiadas por el problema de cómo deshacerse de la basura doméstica, muchas se han visto cara a cara con el problema de qué hacer con sus residuos industriales. Por ejemplo, países que tienen en funcionamiento gigantescas incineradoras para quemar la basura se dan cuenta de que producen miles de toneladas de ceniza, parte de la cual puede ser sumamente tóxica. Las siglas NIMBY (Not in my back yard [En mi patio no]) constituyen una voz de protesta cada vez más oída en boca de los ciudadanos que se ven ante la posibilidad de que se instale un vertedero en las inmediaciones de su casa. Qué hacer con los residuos se ha convertido en una cuestión desconcertante para los que tienen conciencia del problema. Gabarras cargadas con miles de toneladas de residuos tóxicos navegan por los mares buscando en otras costas un “patio” donde descargar. Muchas no pueden hacerlo y el síndrome de NIMBY está dispuesto a impedírselo.

En los últimos años, los países en vías de desarrollo se han convertido en vertedero de miles de toneladas de residuos no deseados, y una parte simplemente ha ido a parar a descampados gracias a hombres sin escrúpulos. A este respecto la revista World Press Review escribió: “Los europeos y los americanos comienzan a reconocer que la protección de su entorno puede significar la contaminación de las tierras de otros pueblos”.

El periódico The German Tribune de octubre de 1988 informó que la ciudad de Zurich (Suiza) exportaba su excedente de basura a Francia, y que Canadá, Estados Unidos, Japón y Australia habían encontrado vertederos en el “patio” de Europa oriental.

Y así sucesivamente. “El problema de la basura es distinto a todos los demás que hemos tenido —dijo un funcionario estadounidense—. Si hay sequía, la gente reduce el consumo de agua. Pero en esta crisis, tan solo producimos más basura.”

[Comentario en la página 4]

‘Cantidad suficiente como para llenar una fila de camiones de basura hasta la mitad de la distancia a la Luna’

[Comentario en la página 5]

“La basura es un artículo japonés de exportación que no tiene mercado”

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