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  • ¿Padece usted de dolores de espalda?
  • ¡Despertad! 1994
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¿Padece usted de dolores de espalda?

“El dolor era terrible. Sentía como si alguien me hubiera prendido fuego en la espalda con una cerilla. Todo lo que recuerdo es que me había inclinado para alejar a mi sobrinito de unos cristales rotos y de repente sentí un ardor intenso en la espalda. Durante varios días fui incapaz de enderezarme. Nunca antes había tenido un dolor semejante.”—Karen, 32 años, ama de casa y madre de dos hijos.

LOS dolores de espalda ocupan el segundo lugar tras los de cabeza en cuanto a la cantidad de personas que los sufren en Estados Unidos. Es la primera causa de incapacidad grave en personas menores de 45 años y la tercera en el caso de los mayores. Los que padecen esta dolencia gastan unos 24.000 millones de dólares al año en busca de alivio: cuatro veces más que la cantidad empleada en el tratamiento del sida durante 1991.

Según el Dr. Alf L. Nachemson, investigador científico de los problemas de espalda, 2.000 millones de personas de todo el mundo han sufrido lumbalgias durante la pasada década. “El 80% de las personas experimentará algún tipo de dolor de espalda en algún momento de su vida activa”, dijo.

El círculo vicioso del dolor

El dolor de espalda no hace distinciones. Tanto los obreros como los oficinistas son propensos a sufrir lesiones de espalda. Hombres y mujeres, jóvenes y mayores pueden llegar a padecer este dolor. Cuando es recurrente y no remite, puede afectar el trabajo, los ingresos, la familia y las responsabilidades familiares del aquejado, y causar, además, sufrimiento emocional. ¿Cómo?

El libro The Fight Against Pain (La lucha contra el dolor) señala que los que padecen estos trastornos se hallan en un círculo vicioso. El dolor causa ansiedad y depresión, y estos, a su vez, pueden hacer que el dolor sea más intenso y persistente. Por ejemplo, un padre joven o cualquier persona que mantenga un hogar quizás soporte presiones en el trabajo, en el seno familiar o de sus amigos debido a la incapacidad que pueda resultar de un dolor de espalda.

“Encuentro que mi mayor problema es la falta de comprensión y empatía de mi familia y mis amigos. La gente tiende a quitar importancia al dolor, no comprenden lo mucho que de verdad estás sufriendo —asegura Pat, una secretaria de 35 años de edad que tuvo el primero de sus muchos dolores de espalda en 1986—. Como no se sabe cuándo o dónde aparecerá el dolor, procuras no hacer demasiados planes. Puedes dar la impresión de ser poco sociable, pues no aceptas invitaciones, no tienes en brazos al recién nacido de una amiga, no sonríes, y todo porque tienes un dolor. Si se lo permites, puede llegar a controlar tu vida.”

A qué se deben los dolores de espalda

¿Es inevitable el dolor de espalda? ¿Qué se puede hacer para aliviarlo o prevenirlo? ¿Cuándo se debería buscar ayuda profesional? Aunque el dolor de espalda persistente puede ser un indicio de muchos otros trastornos internos, en este artículo se analizarán dos de sus causas: la hernia discal y las contracturas musculares.

La hernia discal es una de las principales causas de dolores de espalda tanto en el caso de los jóvenes como en el de los adultos de mediana edad.

Después de los 20 años, el interior blando de los discos intervertebrales comienza a perder su elasticidad y humedad, lo que provoca una merma en el mismo, aunque, por lo general, sin dolor. No obstante, algunas personas experimentan un dolor intenso cuando parte del núcleo pulposo se hernia, o sale, a través del anillo fibroso exterior.

La revista Fortune comenta acerca de estos discos: “Cuando la degeneración está muy avanzada, la más mínima tensión —algo tan trivial como un estornudo o simplemente agacharse para mover el equipo de música— puede ser la gota que colme el vaso”.

Los discos intervertebrales actúan como amortiguadores de las primeras veinticuatro vértebras, o huesos de la espina dorsal humana. Estos huesos están encajados uno sobre otro y forman un túnel vertical, el foramen vertebral, por el que pasa la médula espinal. Entre cada par de vértebras se encuentran dos pequeñas aberturas —una a cada lado—, por las que salen unos manojos nerviosos llamados nervios espinales o raquídeos. Un disco intervertebral puede herniarse y presionar uno de estos nervios, lo que provoca la interrupción de las señales nerviosas que transmiten las sensaciones hacia otras partes del cuerpo y desde estas.

Si tal presión se ejerce, por ejemplo, sobre las raíces del nervio ciático, se produce la dolorosa afección conocida como ciática. Varios nervios raquídeos salen de cada lado de la parte inferior de la columna vertebral para formar el nervio ciático, que se extiende hasta llegar a la parte posterior de cada muslo a la altura de la rodilla, donde se ramifica para formar otros nervios. El dolor comienza por lo general en la región lumbar y se irradia rápidamente hacia la cadera y las nalgas, después a la parte posterior de los muslos y, en algunas ocasiones, incluso a las pantorrillas y los pies. Como resultado, el pie queda involuntariamente inerte por la incapacidad de los músculos de la pierna para elevar los dedos del pie. Quien padece ciática también puede experimentar pinchazos, entumecimiento y debilidad muscular en la pierna afectada.

Cuando el disco intervertebral presiona los nervios raquídeos de la cola de caballo (conjunto de nervios situados justo por debajo de la cintura que actúan sobre la vejiga y los intestinos), se pueden dificultar ciertas actividades fisiológicas, como orinar o defecar. Si alguien presentara cualquiera de estos síntomas, debería consultar a un médico enseguida, pues pueden ser la señal de la existencia de problemas neurológicos graves.

Al contraerse y relajarse, los músculos de la espalda colaboran con los ligamentos en mantener la columna vertebral erecta y darle movilidad. No obstante, un músculo en tensión que no esté en forma puede sufrir un espasmo, tensarse tanto que se bloquee por completo. Como las contracturas musculares se presentan sin previo aviso e inmovilizan temporalmente a la persona, pueden convertirse en una experiencia angustiosa. Una víctima dijo que el dolor era como una “serie de erupciones volcánicas que recorrían la espalda”.

Los médicos concuerdan en que las contracturas musculares protegen los músculos debilitados de daños más serios. El libro The Fit Back (La espalda en forma), de la editorial Time-Life, observa: “Al inmovilizar la espalda, el espasmo le fuerza a elegir lo mejor y tumbarse. Esta posición no solo aligera la presión de la espalda, sino que también permite que el tejido inflamado se repare a sí mismo”.

Con el fin de prevenir la tensión lumbar excesiva, que con frecuencia desencadena los espasmos, los músculos de la espalda, el abdomen y los muslos han de mantenerse tonificados y firmes. Unos abdominales flácidos, por ejemplo, pueden dejar la espalda muy tensa por no dar el apoyo necesario y oponer una menor resistencia al efecto del peso del cuerpo sobre la columna. Si los abdominales están en forma, crean un “cinturón muscular” que impide que en la zona lumbar se forme lo que se conoce como espalda ondulada, un arqueamiento excesivo que provoca la descolocación de las vértebras lumbares.

Qué puede hacer para aliviar el dolor

La mala postura, la obesidad, la debilidad muscular y el estrés son cuatro factores que incrementan las posibilidades de padecer lumbalgias. Ciertas actividades normales realizadas de forma inadecuada, como sentarse, permanecer de pie o levantar objetos, son otros factores que predisponen a los dolores lumbares.

Existe una interrelación entre la buena postura y los músculos dorsales y abdominales. Si bien una postura correcta permite el funcionamiento adecuado de los músculos, para mantenerla es esencial la buena tonificación muscular. La buena postura exige que se respete la curvatura natural en forma de S de la columna, lo que no significa que la columna haya de estar rígida, en una posición forzada.

El libro de Robin McKenzie Treat Your Own Back (Cuide su espalda) asegura que si se corrige la mala postura, se eliminará el dolor que esta provoca, a lo que añade: “Sin embargo, si el tiempo pasa sin que se corrija, la mala postura provocará cambios en la estructura de las articulaciones, estas se desgastarán en exceso y, como consecuencia, sufrirán envejecimiento prematuro”.

La espalda también puede sufrir por el exceso de peso, sobre todo del abdomen, al crear una tirantez gravitatoria en los músculos que la sostienen. Un programa de ejercicio regular es la clave para mantener la espalda sana y en forma. Incluso cuando haya desaparecido el dolor, el ejercicio es básico, ya que el dolor de espalda tiende a reaparecer cuando menos se espera. Antes de comenzar el programa de ejercicios, es recomendable someterse a un examen médico completo. El médico quizás le aconseje ejercicios adecuados para su problema de espalda o prefiera mandarlo a un fisioterapeuta.

Muchos investigadores opinan que el estrés también puede hacer a una persona vulnerable a los problemas de espalda. El estrés pudiera provocar espasmos en algunas personas debido a que la tensión acumulada agarrota los músculos, lo que ocasiona dolores de espalda. Controlar o eliminar por completo las causas del estrés puede contribuir a reducir el riesgo de lumbalgias.

Asimismo, la gente que pasa mucho tiempo sentada en el trabajo o que viaja largas distancias corre el riesgo de sufrir dolores de espalda. Según un estudio sueco, la región lumbar soporta mucho peso mientras se está sentado. Lamentablemente, el riesgo aumenta por la utilización de sillas con una sujeción insuficiente para la espalda en las oficinas. Puede ser útil alternar el tiempo que se pasa sentado con períodos en los que se está de pie y se camina durante unos minutos.

Al levantar objetos pesados, e incluso ligeros, se han de tomar medidas para no hacer que el esfuerzo recaiga sobre los músculos dorsales. Se recomienda flexionar las rodillas para que los músculos de la espalda no soporten toda la presión.

Las personas que trabajan en posiciones forzadas también cuentan con mayores probabilidades de sufrir molestias lumbares. Los trabajadores de las cadenas de montaje, las enfermeras, los electricistas, las amas de casa y los granjeros han de permanecer inclinados hacia delante durante largos períodos para desempeñar sus labores. A fin de reducir el riesgo de daños en la espalda, los fisioterapeutas recomiendan el descanso regular o el cambio de posición. A los que han de permanecer de pie durante largas horas se les aconseja que utilicen un pequeño escabel o reposapiés para elevar ligeramente uno de los pies y así enderezar la parte inferior de la espalda.

La búsqueda de tratamiento

A la mayoría de los que padecen dolores de espalda de origen muscular los médicos les recomiendan un tratamiento clásico: descansar en la cama, calor, masajes, ejercicio y, al principio, la utilización de fármacos antiinflamatorios y analgésicos. Respecto al uso de fármacos, el Dr. Mark Brown, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Miami, da una advertencia. Señala que el empleo prolongado de medicamentos es una de las causas principales de dolores de espalda en Estados Unidos, como consecuencia de los efectos secundarios. Es necesario tener cuidado de no habituarse a un fármaco, pues podría resultar en que se aumentara la dosis, y posiblemente se creara adicción.

La fisioterapia y las visitas al quiropráctico también pueden ayudar y aliviar a algunos enfermos. La publicación HealthFacts indica que las visitas al quiropráctico representan en Estados Unidos dos tercios de todas las consultas médicas por dolores de espalda.

Puede que la intervención quirúrgica sea necesaria para corregir algunos problemas o eliminar el dolor causado por una hernia discal. No obstante, lo normal es que los médicos recomienden primero el tratamiento clásico a la mayoría de las personas que padecen de dolor de espalda. Si a una persona se le dice que necesita operarse, hará bien en buscar una segunda o tercera opinión.

Para millones de personas, tener un dolor de espalda constante, aunque soportable, constituye una parte habitual de su vida. Muchos se resignan al dolor mientras procuran que no interfiera en sus actividades cotidianas. Conocen los factores que contribuyen al dolor y toman las medidas necesarias para evitarlos o contrarrestarlos. Hacen ejercicio con regularidad, mantienen el peso adecuado, mejoran su postura y reducen el estrés. A pesar de los ataques de dolor que periódicamente le causan la hernia discal y contracturas musculares, Karen, a quien se mencionó al principio, mantiene con alegría un horario activo, dedicando una buena parte de su tiempo a la actividad de predicar y enseñar que los testigos de Jehová realizan. Al igual que Karen, muchas personas que sufren estos males mantienen una actitud positiva y se esfuerzan por controlar sus dolores de espalda.

[Recuadro en la página 24]

Algunos consejos para prevenir los dolores de espalda

☞ No haga movimientos rápidos ni bruscos cuando levante objetos. En vez de doblar la cintura, doble las rodillas.

☞ Pida ayuda cuando tenga que levantar objetos pesados.

☞ Al llevar varios paquetes, equilibre el peso a cada lado. Si porta un solo objeto pesado, llévelo con ambos brazos delante y cerca del cuerpo. Si decide llevarlo a un lado, alterne un lado y otro.

☞ Cuando viaje, utilice un carrito portamaletas portátil o una bolsa de mano con correas para colgar del hombro.

☞ Cuando saque paquetes del maletero de un vehículo, acérquelos al cuerpo antes de levantarlos.

☞ Al pasar la aspiradora, utilice un tubo de largura adecuada. En vez de doblar la cintura para aspirar debajo de ciertos lugares, apóyese en una rodilla sirviéndose de algo acolchado. Si tiene que agacharse, sujétese a algo con una mano siempre que sea posible.

☞ Si trabaja en una oficina, alterne el tiempo que pasa sentado con algún trabajo que pueda hacer de pie junto a una mesa o superficie a la altura de la cintura.

☞ Si cultiva su jardín, procure hacerlo arrodillado y divida el trabajo en períodos más cortos. Cuando esté de pie, no incline el cuerpo.

☞ Realice ejercicios de espalda con regularidad, aunque solo dedique de 10 a 15 minutos diarios. Si es una persona mayor, haga ejercicios moderados.

☞ Cuando haga las camas e intente alcanzar el otro lado, ponga una rodilla sobre la cama y apóyese con un brazo. Al meter las sábanas, arrodíllese en el suelo en cada lado de la cama.

☞ En caso de que tenga que hacer largos recorridos al volante, deténgase para descansar. Si el respaldo no es cómodo, utilice un almohadón a la altura de la zona lumbar.

☞ Cuando haga ejercicio, no corra sobre superficies duras. Lleve calzado deportivo adecuado.

☞ Utilice un almohadón u otro soporte apropiado al sentarse en una butaca o sofá. Levántese despacio, impulsándose con las piernas.

☞ Si pasa muchas horas sentado en su trabajo, utilice una silla con un respaldo adecuado para la espalda. Levántese de vez en cuando y dé una vuelta.

☞ Al consultar ficheros, no permanezca inclinado durante mucho tiempo. Siéntese siempre que pueda.

☞ Si ha de calzar zapatos de tacón alto durante el día, llévese un par de zapatos más cómodos para cambiarse cuando pueda.

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