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  • ¿Qué les deparará el futuro?

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  • ¿Qué les deparará el futuro?
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  • Tierras sagradas
  • Problemas actuales
  • La lucha contra la droga y el alcohol
  • ¿Solucionan algo los casinos y el juego?
  • ¿Qué les deparará el futuro?
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¡Despertad! 1996
g96 8/9 págs. 12-16

¿Qué les deparará el futuro?

EN UNA entrevista concedida a ¡Despertad!, Lawrence Hart, jefe de paz cheyenne, mencionó uno de los problemas que afectan a los indios: “Nos encaramos al poder de la aculturación y la integración. Por ejemplo, estamos perdiendo nuestro idioma. Hubo un tiempo en que esta era una táctica deliberada del gobierno. Se trataba por todos los medios de ‘civilizarnos’ mediante la educación. Se nos enviaba a internados y se nos prohibía hablar nuestra lengua materna”. Sandra Kinlacheeny recuerda: “Si hablaba navajo en el internado, la maestra me lavaba la boca con jabón”.

El jefe Hart prosigue diciendo: “Últimamente anima ver que varias tribus están tomando conciencia de la situación. Se dan cuenta de que sus idiomas desaparecerán a menos que hagan algo para conservarlos”.

Solo quedan diez personas que hablan karuk, lengua de una de las tribus de California. En enero de 1996 murió a la edad de 76 años Nubarrón Rojo (Carlos Westez), el último indio que hablaba catauba. Por muchos años no tuvo a nadie con quien hablar en dicha lengua.

En los Salones del Reino de los Testigos de Jehová de las reservas de los navajos y los hopis en Arizona, casi todos los asistentes hablan su lengua nativa además de inglés. Hasta algunos Testigos que no son indios están aprendiendo navajo para llevar a cabo su obra de educación bíblica, ya que muchos navajos solo dominan bien su lengua vernácula. El hopi y el navajo siguen siendo lenguas vivas, y a los jóvenes se les anima a utilizarlas en la escuela.

Educación amerindia

En Estados Unidos hay veintinueve colegios universitarios indios con un total de 16.000 estudiantes. El primero se fundó en el estado de Arizona en 1968. “El derecho de impartir la educación a nuestra manera ha implicado una magnífica revolución en la nación india”, dijo el doctor David Gipp, del American Indian Higher Education Committee (Comité Amerindio de Educación Superior). En la Universidad Sinte Gleska, se enseña la lengua lakota como asignatura obligatoria.

Según Ron McNeil (de la subtribu hunkpapa-lakota), presidente del American Indian College Fund (Fondo Universitario Amerindio), las tasas de desempleo de la población amerindia oscilan entre el 50 y el 85%, su expectativa de vida es la más baja de todos los grupos de Estados Unidos y sus índices de diabetes, tuberculosis y alcoholismo son los más altos. Proporcionarles una mejor educación es solo una de las medidas que pueden ayudarlos.

Tierras sagradas

Para muchos amerindios, las tierras de sus antepasados son sagradas. Como dijo Trueno Blanco a cierto senador: “Nuestra tierra es lo que más queremos en este mundo”. Por lo general, cuando los indios firmaban tratados y acuerdos creían que estos eran para que el hombre blanco pudiera utilizar sus tierras, no para que se convirtiera en dueño absoluto de ellas. En la década de los setenta del siglo pasado, las tribus siux perdieron gran parte de su valioso territorio en las Black Hills, macizo montañoso de Dakota, debido a la afluencia de mineros que buscaban oro. En 1980 el Tribunal Supremo de Estados Unidos decretó que el gobierno estadounidense pagara una indemnización de 105 millones de dólares a ocho tribus siux, aunque hasta la fecha, estas se han negado a aceptar el pago, pues quieren que se les devuelvan sus tierras sagradas, las Black Hills de Dakota del Sur.

Como a muchos siux no les complace ver los rostros de presidentes blancos esculpidos en el monte Rushmore de las Black Hills, se está esculpiendo en una montaña cercana una efigie mucho mayor: la de Caballo Loco, el caudillo de guerra siux de la tribu oglala. Estará terminada para junio de 1998.

Problemas actuales

Para sobrevivir en el mundo moderno, los amerindios han tenido que adaptarse de diversas maneras. Hoy día hay un buen número de ellos que poseen una buena formación e incluso han cursado estudios universitarios, y que pueden utilizar sus aptitudes en el entorno tribal. Un ejemplo de ello es Burton McKerchie, un afable indio chippewa de Michigán que ha filmado documentales para el Servicio Público de Radiodifusión, y ahora trabaja en un centro de enseñanza secundaria de la reserva hopi de Arizona coordinando clases universitarias con videograbaciones por todo el estado. Otro ejemplo es Ray Halbritter, un líder tribal de la nación oneida educado en Harvard.

En un artículo publicado en el Navajo Times, Arlene Young Hatfield comentó que los jóvenes navajos no viven las mismas experiencias ni hacen los mismos sacrificios que sus padres y abuelos cuando eran jóvenes. Ella escribe: “Debido a las comodidades [modernas], nunca han recogido ni cortado leña, acarreado agua ni cuidado ovejas como sus antepasados. A diferencia de los niños de antes, no contribuyen al sustento de su familia”. Y concluye diciendo: “Resulta imposible eludir los muchos problemas sociales que inevitablemente influirán en nuestros hijos. No podemos aislar a nuestras familias ni a la reserva del resto del mundo, ni tampoco podemos regresar a la vida que llevaban nuestros antepasados”.

En eso radica el problema de los amerindios: cómo aferrarse a sus tradiciones y valores tribales particulares y al mismo tiempo adaptarse al cambiante mundo exterior.

La lucha contra la droga y el alcohol

El alcoholismo está causando estragos en la sociedad amerindia. La doctora Lorraine Lorch, quien ha ejercido la pediatría y la medicina general entre los hopis y los navajos durante doce años, dijo lo siguiente en una entrevista concedida a ¡Despertad!: “El alcoholismo constituye un grave problema tanto entre los hombres como entre las mujeres. Personas con organismos fuertes sucumben a la cirrosis, la muerte accidental, el suicidio y el homicidio. Es lamentable ver que se anteponga el alcoholismo a los hijos, al cónyuge e incluso a Dios. La risa se ha convertido en lágrimas, la mansedumbre, en violencia”. Y añadió: “Hasta algunas de las ceremonias, en su día sagradas para los navajos y los hopis, en la actualidad son a veces profanadas por la borrachera y la obscenidad. El alcohol roba a este hermoso pueblo su salud, su inteligencia, su creatividad y su verdadera personalidad”.

Philmer Bluehouse, pacificador del Departamento de Justicia navajo, en Window Rock (Arizona), usó el eufemismo “automedicación” para referirse al abuso de drogas y alcohol. Es su forma de ahogar las penas y de evadirse de la dura realidad de una vida carente de trabajo y a menudo sin propósito.

Sin embargo, muchos amerindios han logrado vencer al “demonio” de la bebida —introducido por el hombre blanco— y el vicio de la droga. Dos ejemplos de ello son Clyde y Henrietta Abrahamson, de la reserva india de Spokane, en el estado de Washington. Clyde, un hombre fornido, no muy alto y de pelo y ojos oscuros, contó a ¡Despertad!:

“Habíamos vivido en la reserva casi toda nuestra vida y entonces nos mudamos a la ciudad de Spokane para estudiar en la universidad. No nos gustaba la vida que llevábamos, consumiendo alcohol y droga. Pero era la única que conocíamos. Crecimos detestando ambas influencias debido a los problemas que habíamos visto que causaban en la familia.

”Entonces conocimos a los testigos de Jehová. Nunca habíamos oído hablar de ellos antes de mudarnos a la ciudad. Nuestro progreso fue lento; tal vez porque no confiábamos plenamente en las personas que no conocíamos, particularmente si eran blancas. Por unos tres años nuestro estudio de la Biblia fue un tanto casual. Lo que más me costó dejar fue la marihuana. La había fumado desde que tenía 14 años y ya tenía 25 cuando traté de dejarla. Estuve bajo el efecto de la droga durante casi toda la primera etapa de mi vida adulta. En 1986 leí el artículo en la revista ¡Despertad! del 22 de enero titulado ‘Los demás fuman marihuana... ¿por qué no debo fumarla yo?’, y me hizo ver lo absurdo que es fumarla, especialmente tras leer Proverbios 1:22, que dice: ‘¿Hasta cuándo seguirán ustedes los inexpertos amando la inexperiencia, y hasta cuándo tendrán ustedes los burladores que desear para sí la burla consumada, y hasta cuándo seguirán ustedes los estúpidos odiando el conocimiento?’.

”Rompí con el vicio, y en la primavera de 1986 Henrietta y yo nos casamos. En noviembre de 1986 nos bautizamos, y en 1993 fui nombrado anciano en la congregación. En 1994 se bautizaron también como Testigos nuestras dos hijas.”

¿Solucionan algo los casinos y el juego?

En 1984 no había en Estados Unidos ninguna casa de juego regentada por indios. Según The Washington Post, este año hay 200 tribus que poseen 220 establecimientos de esa clase en 24 estados. Hasta la fecha, los navajos y los hopis se destacan por haber resistido la tentación de hacer lo mismo. Pero ¿son los casinos y bingos la vía a la prosperidad y a la creación de más puestos de empleo para los que viven en las reservas? Philmer Bluehouse dijo a ¡Despertad!: “El juego es una espada de dos filos. La cuestión es si beneficia a más personas que a las que perjudica”. Un informe dice que los casinos indios han creado 140.000 puestos de trabajo en toda la nación, pero añade que los indios solo ocupan el 15% de dichos puestos.

El jefe cheyenne Hart expresó a ¡Despertad! su opinión sobre el efecto que producen en las reservas los casinos y el juego: “Tengo sentimientos encontrados. Lo único bueno es que [el juego] crea puestos de trabajo y genera ingresos para las tribus. Pero he observado que muchos clientes son de nuestro propio pueblo. Conozco a algunos que se han enviciado con el bingo y salen temprano de casa para ir allí incluso antes de que los hijos regresen de la escuela. Los niños tienen la llave de la casa y se quedan solos hasta que sus padres vuelven de jugar al bingo.

”El problema principal es que las familias creen que van a ganar e incrementar sus ingresos. Pero eso no suele suceder; por lo general pierden. Los he visto gastar dinero que habían apartado para comprar alimento o ropa a sus hijos.”

¿Qué les deparará el futuro?

Respecto al futuro de las tribus sudoccidentales, Tom Bahti dice que existen dos teorías bastante respetadas: “La primera predice de plano la inminente desaparición de las culturas indígenas en la corriente dominante de la vida norteamericana. La segunda es más vaga [...]. Menciona discretamente el proceso de aculturación, dando a entender que habrá una mezcla bien meditada de ‘lo mejor de lo viejo y de lo nuevo’, una especie de crepúsculo cultural dorado en el que el indio conserve lo típico de su artesanía, lo pintoresco de su religión y lo sensato de sus creencias, pero todavía sea tan razonable en sus relaciones con nosotros (la cultura superior [del hombre blanco]) como para ver las cosas a nuestra manera”.

A continuación, Bahti plantea una pregunta: “Si bien el cambio es inevitable, ¿quiénes cambiarán, y con qué propósito? [...] [Los blancos] tenemos la mala costumbre de considerar a los demás pueblos como tan solo americanos subdesarrollados. Damos por sentado que tienen que estar descontentos con su forma de vida y ansiosos de vivir y pensar como nosotros”.

Luego añade: “Una cosa es segura: la historia del amerindio todavía no ha terminado, pero cómo terminará o si terminará algún día es algo que está por verse. Puede que aún haya tiempo para considerar a las comunidades indias que todavía sobreviven como valiosos recursos culturales y no simplemente como problemas sociales desconcertantes”.

La vida en un nuevo mundo de armonía y justicia

Los testigos de Jehová saben, por su estudio de la Biblia, lo que el futuro puede deparar tanto a los amerindios como a personas de todas las naciones, tribus y lenguas. Jehová Dios ha prometido crear “nuevos cielos y una nueva tierra”. (Isaías 65:17; 2 Pedro 3:13; Revelación 21:1, 3, 4.)

Esta promesa no se refiere a un nuevo planeta. Como bien saben los amerindios, esta Tierra es una verdadera joya cuando se la respeta y trata adecuadamente. La profecía bíblica indica que una nueva gobernación celestial sustituirá a los gobiernos explotadores de la humanidad. La Tierra será transformada en un paraíso con bosques, llanuras, ríos y fauna que habrán recuperado su estado inicial. Todo el mundo participará desinteresadamente en la administración de las tierras. Nunca volverá a prevalecer la explotación y la codicia. Habrá alimentos buenos y actividades edificantes en abundancia.

Y con la resurrección de los muertos, todas las injusticias del pasado quedarán anuladas. Sí, hasta los anasazis (de una voz navaja que significa “los ancestros”), los antepasados de muchos de los indios pueblo, que residen en Arizona y Nuevo México, regresarán y tendrán la oportunidad de vivir para siempre aquí, en una Tierra renovada. Igualmente, es posible que otros caudillos famosos de la historia india, como Jerónimo, Toro Sentado, Caballo Loco, Tecumseh, Manuelito, los jefes José y Seattle y otros muchos, regresen en esa prometida resurrección. (Juan 5:28, 29; Hechos 24:15.) ¡Qué hermosa perspectiva ofrecen las promesas de Dios para ellos y para quienes le sirven hoy día!

[Ilustraciones de la página 15]

Hogan, vivienda navaja típica hecha de troncos y cubierta con tierra

Modelo de la efigie de Caballo Loco que se está esculpiendo en la montaña del fondo

Los Testigos hopis y navajos de Keams Canyon (Arizona) se reúnen en este Salón del Reino, que antes era un establecimiento comercial

[Reconocimientos]

Foto de Robb DeWall (por cortesía)

Crazy Horse Memorial Foundation (no lucrativa)

[Ilustraciones de la página 16]

Viviendas anasazis de más de mil años de antigüedad (Mesa Verde [Colorado])

Jerónimo (1829-1909), famoso jefe apache

[Reconocimiento]

Por cortesía de Mercaldo Archives/Dictionary of American Portraits/Dover

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