Nacimiento de estrellas en un “nido de águila”
● ¿CÓMO nacen las estrellas? ¿Por qué algunas son más grandes y brillantes que otras? Una serie de fotografías tomadas por el telescopio espacial Hubble tal vez revelen de manera espectacular el proceso de formación de las estrellas. Este proceso singular está teniendo lugar en la nebulosa del Águila, una nube de gas y polvo situada en nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Desde la Tierra, la nebulosa del Águila presenta la apariencia de un ave con las alas desplegadas y las garras extendidas. El astrónomo Jeff Hester y sus colegas de la Universidad Estatal de Arizona tenían interés en fotografiar la zona de las garras, las cuales forman columnas semejantes a trompas de elefante. La radiación ultravioleta de la zona ioniza las moléculas de hidrógeno, es decir, que les arrebata los electrones.
El mosaico de fotografías del Hubble revela la existencia de decenas de pequeños canales que sobresalen de los extremos de las columnas. Al final de estos canales el gas se vuelve más denso, formando unos glóbulos esféricos en los que se gestan estrellas y, según algunos astrónomos, quizá incluso planetas. Sin embargo, el crecimiento de estos objetos se ve inhibido por fuertes vientos estelares procedentes de unas cien estrellas jóvenes que se formaron en la nebulosa anteriormente. Comparada con el Sol, la más reluciente de estas estrellas puede ser cien mil veces más brillante y más de ocho veces más caliente. Al parecer, la radiación que emiten tales cuerpos celestes ya ha erosionado las partes menos densas de la nebulosa. Este proceso, llamado fotoevaporación, inhibe la formación de estrellas al eliminar materia que absorberían las estrellas en estado embrionario. En las fotografías, el gas evaporado aparece desprendiéndose de las columnas de gas y polvo.
A fin de que uno de los glóbulos gaseosos empiece a brillar, debe tener suficiente masa para generar reacciones nucleares. Los científicos calculan que debe tener al menos un 8% del volumen del Sol. Además, tiene que desaparecer suficiente polvo de su periferia para que la luz pueda escapar. Si el glóbulo no alcanza el tamaño necesario para brillar, puede convertirse en una bola gaseosa oscura conocida como enana marrón. Los astrónomos han descubierto recientemente la primera enana marrón identificable.
El parecido de las nubes de polvo de la nebulosa del Águila con los nubarrones que se ven en nuestra atmósfera en los días tormentosos puede hacerle creer que las nubes de polvo no son muy grandes. En realidad, cada columna de nube es tan larga que un haz de luz tarda casi un año en recorrerla de un extremo a otro. Por otra parte, cada glóbulo “diminuto” de la imagen tiene el tamaño aproximado de nuestro sistema solar. Además, la nebulosa está tan alejada de nosotros que su luz —viajando a una velocidad de 299.792 kilómetros por segundo— tarda siete mil años en llegarnos. Esto significa que vemos la nebulosa del Águila tal como era antes de que el hombre caminara sobre la Tierra.
Los astrónomos creen que en otras nebulosas, como la de Orión, también nacen estrellas. No obstante, el ángulo de visión de estos otros ejemplos impide la observación clara del proceso. Las estrellas pueden asimismo morir, ya sea porque se apaguen; porque exploten violentamente, convirtiéndose en una supernova, o porque colapsen por acción de la gravedad y se transformen en un agujero negro. El Creador del universo, Jehová Dios, mantiene un registro de las estrellas, pues a todas les ha asignado un número y un nombre. (Isaías 40:26.) El “nido de águila” estelar tal vez demuestre algunas maneras como Dios ha ‘formado luz’ y ha producido estrellas que difieren en gloria. (Isaías 45:7; 1 Corintios 15:41.)—Contribuido.
[Reconocimiento de la página 14]
J. Hester y P. Scowen (AZ State Univ.), NASA