Los ancianos son el blanco
NO SE confunda. Los estafadores lo tienen todo muy calculado. Conocen bien los factores que hacen de la tercera edad una presa especialmente atractiva. En Estados Unidos, por citar un ejemplo, los mayores de 65 años constituyen tan solo un 12% de la población. Sin embargo, la suma de sus ingresos supera los 800.000 millones de dólares: casi el 70% del patrimonio neto de las familias del país. No es de extrañar que el 30% de los defraudados sean ancianos.
¿Por qué son vulnerables nuestros mayores? La revista Consumers’ Research explica la razón: “Por naturaleza tienden a ser confiados, y a veces no conocen bien las últimas formas de inversión”. Un policía deploró que los fraudes en la televenta “se ceben sobre todo en los más solitarios y vulnerables —nuestros mayores—, que conforman la mayoría de los afectados. Ellos crecieron en un tiempo en que un apretón de manos era casi un juramento”. Según fuentes solventes, un representante de la Asociación de Jubilados de Estados Unidos comentó: “Suele decirse que ‘la avaricia rompe el saco’. Pero en el caso de los ancianos no se trata de avaricia. Temen quedarse sin dinero antes de que les sobrevenga la muerte. No desean ser una carga para los hijos. Y luego tienen miedo de denunciar [el fraude] porque creen que sus hijos van a pensar que no saben valerse por sí mismos”.
En las estafas no siempre se les embauca o engaña. A algunos les abruma la soledad y sienten la necesidad de “comprar” amistad. En cierta localidad, se persuadió a unas cuantas viudas solitarias a adelantar 20.000 dólares a cambio de “clases de baile vitalicias —dijo una reportera—. Había viudas tan delicadas que ni caminar podían. No era cuestión de ingenuidad, sino de pura desesperación”. En la academia de baile, las matriculadas tienen donde estar con sus nuevas amistades, a menudo de su misma edad. No es fácil resistirse a los encantos de un vendedor lisonjero, zalamero y afable que quizás haga también de instructor.
Los estafadores de Japón
Hay timadores que se aprovechan de otras maneras de los ancianos solitarios. En Japón actúan sin escrúpulos, pues fingen ser afectuosos, y pasan tiempo charlando con sus víctimas ancianas y escuchándolas con atención. Las visitan cada vez con más frecuencia, y cuando se ganan su confianza absoluta, les ofrecen ventas fraudulentas. Un ejemplo típico de estos fraudes: con una estafa en el campo del oro se defraudó a treinta mil personas, muchas de ellas pensionistas, expoliándoles 200.000 millones de yenes (1.500 millones de dólares). “Es imposible recuperar el dinero de los afectados”, señaló un titular del Asahi Evening News.
Un periódico de Tokio, el Asahi Shimbun, refirió este caso: Una vendedora de mediana edad visitó a un anciano y le dijo: “Lo que más me inquieta no es mi trabajo, sino usted, señor Mengano, que vive solo”. Ella le escuchó multitud de historias y él quedó prendado de su encanto. Al irse, la vendedora le pidió permiso para volver al día siguiente, a lo que el anciano replicó: “¡Cómo no!”.
Las visitas se sucedieron periódicamente; cenaba con él y hasta le llevaba comida. Le hizo esta promesa: “Cuidaré de ti hasta que mueras”. Luego le planteó esta propuesta: “Administraré tus bienes. Trabajo para una compañía que acaba de ofrecer una inversión muy rentable de las posesiones”. El timo requería hipotecar la casa y los bienes, comprar oro y depositarlo en la compañía para la que trabajaba la vendedora. Estaba tendido el lazo. El señor Mengano fue un caso más de una larga lista de estafados. Una vez realizada la transacción, la señora ya no volvió.
“Cuando era soldado —dijo el señor Mengano—, estuve muchas veces al borde de la muerte. Pero aún fue más duro que me desvalijara alguien que se aprovecha de la debilidad de los ancianos solitarios que carecemos de una familia que nos respalde. Parece que este mundo ha entrado en una era en la que la gente quiere obtener dinero como sea, aunque sea con fraudes.”
Las estafas a la tercera edad en Italia
El libro L’Italia che truffa (La Italia que estafa) refiere un complicado timo para despojar a los ancianos de Italia de sus valiosos ahorros. En 1993 se formó un gobierno dirigido por el ex gobernador del Banco de Italia. Los billetes emitidos durante su cargo, que obviamente mantenían su validez, contenían su firma. Algunos estafadores se presentaron con credenciales falsas de funcionarios del Banco de Italia en los domicilios de muchos ancianos y le dijeron a cada uno de ellos: “Ya sabe que el gobernador del Banco de Italia es ahora presidente del Consejo de Ministros, por lo que la firma suya que aparece en los billetes ya no es válida. Tenemos el encargo de retirar los billetes de cada familia y cambiarlos por nuevos con la firma del sucesor. [...] Aquí tiene un recibo. Pasado mañana, preséntese en el banco con este documento y se le reintegrará la suma que acaba de darnos”. Con esta estratagema, los timadores recogieron 15.000.000 de liras (unos 9.000 dólares) en un solo día.
En Italia hay estafadores que entablan contacto con los incautos, entre ellos ancianos, en la calle. A los crédulos les piden que colaboren en una encuesta y que firmen unos papeles solo para confirmar su participación. Lo que en realidad firman es un contrato que los compromete a hacer o adquirir algo.
Más tarde, la víctima recibe por correo un paquete de artículos que quizás lleve en el envoltorio una advertencia clara de que está penalizado su rechazo. Algunas personas, sobre todo los ancianos, se asustan y creen que más vale pagar un poco de dinero y quedarse con la mercancía que verse involucradas en un juicio.
¿Cuánta difusión tienen las estafas en Italia? Según el libro L’Italia che truffa, anualmente se denuncian 500.000 estafas. Una cantidad por lo menos tres veces mayor se queda sin denunciar. Un periodista de televisión comentó: “Se cometen unos dos millones de trampas de todo tipo cada año, lo que representa unas cinco mil o seis mil diarias”.
Y así siguen las cosas. Ningún sector, sin importar la edad, raza, nación o etnia, queda fuera de las miras de quienes desean estafar a la gente su dinero, con frecuencia los ahorros de toda una vida. Por tanto, ¡cuidado! Podría ocurrirle a usted.
[Ilustración de la página 7]
Los profesionales del timo a veces fingen cariño para estafar a los ancianos
[Ilustración y recuadro de la página 8]
Cómo evitar que le estafen
NO TODAS las organizaciones de televenta son deshonestas. En Estados Unidos, por ejemplo, había 140.000 compañías del ramo en 1994, según datos de la Asociación de Jubilados de Estados Unidos. Se calcula que el 10% del total, unas 14.000, eran fraudulentas. Es necesario, pues, tener cautela cuando se reciben ofertas que parecen demasiado buenas. He aquí algunos consejos para no caer en una estafa de televenta:
◆ Si llaman diciendo que usted ha ganado un premio, por lo general lo mejor es colgar el teléfono.
◆ Si un televendedor insiste en que compre hoy, porque después será demasiado tarde, suele ser indicación de que es un fraude.
◆ Reserve su número de tarjeta de crédito. No lo dé a extraños que llamen pidiendo fondos.
◆ No compre por teléfono a menos que haya llamado usted y esté tratando con una compañía reconocida de venta por correo.
Los propietarios de vivienda deben tener cuidado de que no les estafen en las reparaciones. He aquí algunas advertencias del Departamento del Consumidor de la Asociación de Jubilados de Estados Unidos:
◆ No contrate a un extraño sin examinar primero sus referencias; pídale nombres y números telefónicos de clientes anteriores.
◆ No firme nada sin leerlo antes, y cerciórese de que entiende y acepta todas las cláusulas de un contrato o acuerdo.
◆ No se fíe nunca de las explicaciones de un acuerdo salvo que vengan de alguien de confianza. Lea bien la letra pequeña.
◆ Nunca pague las reparaciones por adelantado. Compruebe que el trabajo está acabado a su gusto antes de hacer el pago final.
Sea cauteloso y juicioso. No vacile en negarse si no le interesa la adquisición. Y recuerde: si parece mentira que una oferta sea tan buena, probablemente será mentira.