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  • La vida en un pacífico nuevo mundo

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La vida en un pacífico nuevo mundo
T-15 págs. 2-5

La vida en un pacífico nuevo mundo

Al contemplar la escena representada en este tratado, ¿qué siente? ¿No ansía su corazón la paz, felicidad y prosperidad que se aprecia ahí? Seguro que sí. Pero, ¿es solo un sueño o una fantasía el creer que algún día existirán semejantes condiciones?

La mayoría de las personas probablemente piensen que sí. Las duras realidades de hoy son: guerra, delito, hambre, enfermedad, envejecimiento, por mencionar solo unas cuantas. Sin embargo, hay razón para tener esperanza. La Biblia predice para el futuro unos “nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa [de Dios], y en estos la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:13; Isaías 65:17.)

Según la Biblia, estos “nuevos cielos” y “nueva tierra” no son unos nuevos cielos materiales o una nueva Tierra literal. La Tierra y los cielos físicos fueron hechos perfectos, y la Biblia dice que permanecerán para siempre. (Salmo 89:36, 37; 104:5.) La expresión “nueva tierra” se refiere a una sociedad justa de personas que vivirán en la Tierra, y la expresión “nuevos cielos”, a un reino o gobierno celestial perfecto que regirá sobre esta sociedad terrestre de personas. Pero, ¿es ser realista el creer que podrá haber “una nueva tierra”, es decir, un glorioso nuevo mundo?

Pues bien, considere el hecho de que esas condiciones ideales eran parte del propósito original de Dios para esta Tierra. Él colocó a la primera pareja humana en el paraíso terrestre de Edén y les dio una asignación maravillosa: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla”. (Génesis 1:28.) Sí, el propósito de Dios era que tuvieran hijos y finalmente extendieran su paraíso por toda la Tierra. Aunque después escogieron desobedecer a Dios, demostrando así que no merecían vivir para siempre, el propósito original de Dios no cambió. ¡Y tiene que cumplirse en un nuevo mundo! (Isaías 55:11.)

De hecho, cuando usted ora el Padrenuestro y pide que venga el Reino de Dios, usted está orando que Su gobierno celestial libre a la Tierra de iniquidad y rija sobre este nuevo mundo. (Mateo 6:9.) Y podemos confiar en que Dios contestará esa oración, pues su Palabra promete: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. (Salmo 37:29.)

La vida en el nuevo mundo de Dios

El Reino de Dios proporcionará beneficios terrestres incomparables, logrando todo el bienestar que Dios se proponía originalmente que su pueblo disfrutase en la Tierra. Los odios y los prejuicios dejarán de existir, y finalmente todos los habitantes de la Tierra serán verdaderos amigos unos de otros. Dios promete en la Biblia que Él ‘hará cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra’. “No alzará espada nación contra nación ni aprenderán más la guerra.” (Salmo 46:9; Isaías 2:4.)

Finalmente toda la Tierra llegará a estar en una condición paradisíaca semejante a un jardín. La Biblia dice: “El desierto y la región árida se alborozarán, y la llanura desértica estará gozosa, y florecerá como el azafrán. [...] Pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica. Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua”. (Isaías 35:1, 6, 7.)

En la Tierra paradisíaca habrá toda razón para sentirse feliz. Nunca jamás volverá nadie a pasar hambre por falta de alimento. “La tierra misma ciertamente dará su producto”, dice la Biblia. (Salmo 67:6; 72:16.) Todos disfrutarán del fruto de su propio trabajo, tal como promete nuestro Creador: “Ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. [...] No plantarán y otro lo comerá”. (Isaías 65:21, 22.)

En el nuevo mundo de Dios las personas ya no vivirán hacinadas en enormes edificios de apartamentos o en tugurios ruinosos, pues Dios se ha propuesto: “Ciertamente edificarán casas, y las ocuparán [...]. No edificarán y otro lo ocupará”. La Biblia también promete: “No se afanarán para nada”. (Isaías 65:21-23.) De modo que las personas tendrán trabajo productivo y satisfaciente. La vida no será aburrida.

Con el tiempo, el Reino de Dios hasta restaurará las relaciones pacíficas que existían en el jardín de Edén entre los animales, y entre los animales y los seres humanos. La Biblia dice: “El lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos”. (Isaías 11:6-9; Oseas 2:18.)

¡Imagíneselo, en la Tierra paradisíaca también se curará toda enfermedad y todo mal físico! La Palabra de Dios nos asegura: “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. (Isaías 33:24.) “[Dios] limpiará toda lágrima de los ojos de ellos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Revelación 21:4.)

Cómo puede usted conseguirla

Seguro que su corazón se ha conmovido ante las promesas de Dios con respecto a la vida en su nuevo mundo de justicia. Y aunque hay quienes consideran que el ver realizadas tales bendiciones es demasiado bueno para ser verdad, estas no son demasiado buenas para venir de la mano de nuestro amoroso Creador. (Salmo 145:16; Miqueas 4:4.)

Por supuesto, si vamos a vivir para siempre en el venidero paraíso en la Tierra, hay que cumplir con ciertos requisitos. Jesús mostró uno de los principales cuando dijo en oración a Dios: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Juan 17:3.)

De modo que, si verdaderamente queremos vivir en el nuevo mundo de Dios, primero tenemos que aprender cuál es la voluntad de Dios y luego hacerla, pues es un hecho que este “mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Al proceder así, podremos disfrutar eternamente de las bendiciones que nuestro amoroso Creador derramará con abundancia. (1 Juan 2:17.)

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas se han tomado de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras.

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