ARQUELAO
(“Gobernante del Pueblo”).
Gobernante de Judea. Fue el hijo que Herodes el Grande tuvo con Maltace, su cuarta esposa. Arquelao llegó a ser rey durante la estancia de José, María y Jesús en Egipto. Cuando José regresó, para no tener que vivir bajo el gobierno tiránico de Arquelao en Judea, se estableció con su familia más al norte, en Nazaret de Galilea, fuera de su jurisdicción. (Mat. 2:22, 23.)
Herodes el Grande le legó a su hijo Arquelao la gobernación de Judea, Samaria e Idumea, una parte del reino que equivalía al doble de la que dio a cada uno de sus otros dos hijos, y en la que estaban las importantes ciudades de Jerusalén, Samaria, Jope y Cesarea. Después de la muerte de Herodes, Arquelao intentó afianzar más su gobernación y para ello visitó personalmente a Augusto en Roma. Aunque hubo quienes se opusieron, entre ellos su propio hermano y una delegación de judíos, a Arquelao se le permitió retener su poder, pero Augusto no le nombró rey sino “etnarca”, príncipe tributario de mayor rango que un tetrarca. No obstante, Mateo no se equivoca al decir que “reinaba” porque, con anterioridad, el ejército local, y los mismos mercenarios de Herodes, lo habían proclamado rey.
Arquelao fue un gobernante cruel y muy impopular entre los judíos. En una ocasión, al sofocar un motín, ordenó la matanza despiadada de 3.000 judíos en el recinto del templo. Dos veces depuso al sumo sacerdote. Su divorcio y segundas nupcias también fueron contrarios a la ley judía. Finalmente, las quejas de los judíos y de los samaritanos ante Augusto resultaron en una investigación que culminó con el destierro de Arquelao en el noveno o décimo año de su reinado. A partir de entonces, Judea llegó a estar bajo gobernadores romanos. (Véase HERODES.)