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Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 356-357

CORTADURAS

El hacerse cortaduras en la carne o rasguños en los brazos, manos y cara era en la antigüedad una práctica común en ocasiones de duelo. (Jer. 47:5; 48:37.) Con esta práctica se intentaba al parecer apaciguar o aplacar a las deidades que, se creía, tenían autoridad sobre los muertos. Hablando del comportamiento de los escitas a la muerte de su rey, el historiador griego Heródoto (Libro IV, sec. 71, pág. 299) escribe que su luto consistía en “cortarse un poquito de las orejas, en quitarse las puntas de los cabellos, en abrirse la piel alrededor de sus brazos, en llagarse la frente y narices, y en traspasarse la mano izquierda con sus saetas”.

Sin embargo, el infligirse laceraciones en la carne no estaba limitado a los ritos de duelo. Los profetas de Baal, con la esperanza de que su dios contestase sus ruegos, se cortaron “según su costumbre con dagas y con lancetas, hasta que hicieron chorrear la sangre sobre sí”. (1 Rey. 18:28.) Otros pueblos antiguos también practicaban ritos similares. Por ejemplo, Heródoto (Libro II, sec. 61, pág. 123) menciona que durante el festival de Isis los carios que residían en Egipto se cortaban la frente con cuchillos.

La ley de Dios prohibía específicamente el hacerse cortaduras en la carne por causa de los muertos. (Lev. 19:28; 21:5; Deu. 14:1.) La razón: Israel era un pueblo santo a Jehová, su propiedad especial (Deu. 14:2), y como tal, tenía que permanecer libre de estas prácticas. Además, estos despliegues extremos de duelo, acompañados con laceraciones que se infligían ellos mismos sobre la carne, eran totalmente impropios para un pueblo que era plenamente consciente de la condición real de los muertos, así como de la esperanza que hay para ellos. (Compárese con Daniel 12:13; Hebreos 11:19; 1 Tesalonicenses 4:13.) De igual manera, el hecho de que se prohibiesen las mutilaciones grabaría en los israelitas un respeto apropiado por el cuerpo humano como creación de Dios.

A pesar de todo, parece ser que los israelitas en algunas ocasiones pasaron por alto la ley de Dios con respecto a practicarse cortaduras en la carne. (Jer. 41:5; compárese con Miqueas 5:1.)

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