GORRIÓN
(gr. strou·thí·on).
La palabra griega strou·thí·on es un diminutivo que significa cualquier ave pequeña, y se aplicaba especialmente a los gorriones.
Las únicas referencias directas que se hacen en la Biblia a los gorriones corresponden con una declaración que hizo Jesús durante su tercera gira por Galilea y que repitió aproximadamente un año después durante su ministerio posterior en Judea. Después de mencionar que “se venden dos gorriones por una moneda de poco valor [literalmente: un asarion] “, o que podían comprarse cinco “por dos monedas de poco valor”, Jesús dijo que aunque a estos pequeños pájaros se les daba tan poco valor, “sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin el conocimiento de su Padre”, “ni uno de ellos está olvidado delante de Dios”. Luego animó a sus discípulos a que no tuvieran temor, pues les aseguró: “Ustedes valen más que muchos gorriones”. (Mat. 10:29-31; Luc. 12:6, 7.)
Antiguamente se vendían gorriones en los mercados de Oriente, y aún se siguen vendiendo en la actualidad. Para comerlos se desplumaban, se atravesaban con pinchos de madera y se asaban (como brochetas de carne). En una antigua inscripción sobre la ley de tarifas del emperador Diocleciano (301 E.C.) se muestra que, de todos los pájaros que se vendían como alimento, los gorriones eran los más baratos. Solían venderse por decenas, y la ley fijaba que el precio máximo para una decena sería 16 denarios, siendo estos probablemente los denarios de cobre que introdujo Diocleciano. Según esta tarifa, cinco gorriones deberían costar en el cuarto siglo aproximadamente el mismo precio que lo que costaban cuando Jesús estuvo en la Tierra.