SISTEMAS DE COSAS
La expresión “sistema de cosas” comunica bien el sentido del término griego ai·ón en más de treinta de las veces que se utiliza en las Escrituras Griegas Cristianas.
En cuanto al significado de ai·ón, el libro Synonyms of The New Testament, de R. C. Trench (págs. 202, 203, novena edición impresa en 1961), dice: “Como kó·smos [mundo], ai·ón tiene un sentido primario físico y luego, por extensión, uno secundario desde el punto de vista ético. En su [sentido] primario, significa tiempo de cualquier duración ininterrumpida; [...] pero básicamente tiempo al cual están sujetas todas las cosas creadas, y la medida de su existencia; [...] como tiempo, llega a significar todo lo que existe en el mundo sujeto al tiempo; [...] luego, por extensión y según el criterio ético, el derrotero y corriente de los asuntos de este mundo”. En apoyo de este último significado, el escritor cita la definición del erudito alemán C. L. W. Grimm: “El conjunto de lo que se manifiesta exteriormente en el transcurso del tiempo”.
El sentido básico de ai·ón, por lo tanto, es “edad” o “período de existencia”, y en las Escrituras a menudo denota un largo período de tiempo (Hech. 3:21; 15:18), que puede ser ilimitado, es decir, “eterno”, “para siempre”. (Mar. 3:29; 11:14; Heb. 13:8.) Cuando lo que importa es lo que distingue a un período y no su duración, ai·ón puede traducirse apropiadamente como “sistema de cosas” o “estado”. A Greek and English Lexicon to the New Testament, de Parkhurst (pág. 17), emplea la expresión “este sistema de cosas” al considerar el término ai·ó·nes (plural) de Hebreos 1:2.
La traducción de ai·ón como “sistema de cosas” esclarece el significado original. Por ejemplo, en Gálatas 1:4 el apóstol escribe: “Él se dio por nuestros pecados para librarnos del inicuo sistema de cosas [ai·ón] actual según la voluntad de nuestro Dios y Padre”. Muchas traducciones vierten ai·ón como “edad” en este texto, pero es evidente que el sacrificio de rescate de Cristo no libró a los cristianos de una edad o período de tiempo, pues ellos continuaron viviendo en la misma edad que el resto de la humanidad. Sin embargo, fueron librados del estado o sistema de cosas que existía durante aquel período de tiempo y lo caracterizaba. (Compárese con Tito 2:11-14.)
Por esta razón, el apóstol escribió a los cristianos de Roma: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente”. (Rom. 12:2.) A lo que no tenían que amoldarse no era a un período de tiempo en sí, sino a la manera de ser de las personas de aquel tiempo, es decir, la moda, las normas, las prácticas, el comportamiento, las costumbres, los puntos de vista, los estilos y otros rasgos que caracterizaban aquel período de tiempo. En Efesios 2:1, 2, el apóstol habla de aquellos a quienes él escribe como si hubieran estado “muertos en sus ofensas y pecados”, y les dice: ustedes “en un tiempo anduvieron conforme al sistema de cosas [‘siguiendo la corriente’, Val; ‘según el proceder’, BJ] de este mundo”. Al comentar sobre este texto, The Expositor’s Greek Testament (vol. III, págs. 282, 283) muestra que el tiempo no es el factor único o principal expresado aquí por ai·ón. En apoyo de la traducción de ai·ón como “proceder”, dice: “Esa palabra transmite las tres ideas de tendencia, desarrollo y período limitado ininterrumpido. Este proceder propio de un mundo que es malo, también es malo, y el vivir en armonía con dicho proceder es vivir en transgresiones y pecados”.
DIFERENTES ‘EDADES’, ‘ESTADOS’, ‘SISTEMAS DE COSAS’
En Hebreos 1:2 se habla de Jesús como aquel por medio de quien Dios hizo “los sistemas de cosas [plural de ai·ón; ‘los mundos y las edades’, NBE]”. Por consiguiente, hay diversos sistemas de cosas o estados predominantes que han existido o existirán. Los que son producidos por Dios por medio de su Hijo, obviamente son sistemas de cosas justos.
Por ejemplo, por medio del pacto de la Ley, Dios introdujo lo que se podría llamar la época israelita o judía, y de nuevo, lo que distinguió a este período de la historia (en lo que tiene que ver con las relaciones de Dios con la humanidad) fue el estado de las cosas y los rasgos propios del pacto de la Ley. Algunos de estos rasgos eran: el sacerdocio, los sacrificios, las reglas dietéticas, y la adoración en el tabernáculo y en el templo con sus fiestas y sábados. Todos estos rasgos constituían tipos o sombras proféticos, y también configuraron una identidad nacional. Dios clavó de manera figurada el pacto de la Ley al madero de tormento de su Hijo en el año 33 E.C. Después, Dios hizo obsoleto aquel pacto al introducir oficialmente a los discípulos cristianos en un nuevo pacto. (Col. 2:13-17; Heb. 8:13.)
Por esta razón, Hebreos 9:26 dice que Cristo “se ha manifestado una vez para siempre, en la conclusión de los sistemas de cosas, para quitar de en medio el pecado mediante el sacrificio de sí mismo”. Sin embargo, los rasgos distintivos de aquella edad o época judía no llegaron a su final completo hasta el año 70 E.C., cuando Jerusalén y su templo fueron destruidos y el pueblo judío, esparcido. Aunque la última fortaleza de Judá (en Masada) cayó ante los romanos tres años después, es decir en el año 73 E.C., fue la calamidad del año 70 lo que acabó permanentemente con el sacerdocio judío, los sacrificios y la adoración en el templo según estaban prescritos en la Ley; y también acabó con la administración nacional judía establecida por Dios. Por esta razón, muchos años después de la muerte de Cristo, pero antes de la devastación romana de Jerusalén, el apóstol pudo decir, después de relatar ciertos sucesos históricos de la nación: “Pues bien, estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos, y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado”. (1 Cor. 10:11; compárese con Mateo 24:3; 1 Pedro 4:7.)
Dios utilizó a Jesucristo, por medio de su sacrificio de rescate y el nuevo pacto que validó, para introducir un sistema de cosas diferente, uno que afectaba principalmente a la congregación de cristianos ungidos. (Heb. 8:7-13.) Este nuevo pacto señaló el comienzo de una nueva época caracterizada por las realidades prefiguradas por el pacto de la Ley. Introdujo un ministerio de reconciliación, una mayor intervención del espíritu santo de Dios y una adoración por medio de un templo espiritual con sacrificios espirituales (1 Ped. 2:5), en lugar de un templo literal y sacrificios animales. Asimismo, introdujo revelaciones del propósito de Dios y una relación con Él que significaba una nueva manera de vivir para los que estaban bajo el nuevo pacto. Todos estos eran rasgos que caracterizaban aquel sistema de cosas introducido por Cristo.
EDAD O SISTEMA DE COSAS INJUSTO
Cuando Pablo escribió a Timoteo en cuanto a los que eran “ricos en el presente sistema de cosas”, sin duda no se estaba refiriendo al sistema de cosas judío o la época judía, pues en su ministerio Timoteo no trató sólo con los cristianos judíos sino también con muchos cristianos gentiles, y la riqueza de cualquiera de estos nada tenía que ver con el sistema de cosas judío. (1 Tim. 6:17.) Del mismo modo, al referirse a Demas como uno que le había abandonado “porque ha amado el presente sistema de cosas”, Pablo no querría decir que Demas había amado el sistema de cosas judío, sino más bien el estado predominante de las cosas en el mundo en general y la manera mundana de vivir. (2 Tim. 4:10; compárese con Mateo 13:22.)
El ai·ón, o sistema de cosas mundano ya había estado en existencia antes de la introducción del pacto de la Ley, continuó existiendo con el ai·ón de aquel pacto, y después del fin del ai·ón (judío) o estado de cosas que había introducido aquel pacto. El ai·ón mundano empezó algún tiempo después del Diluvio cuando se desarrolló una manera de vivir injusta caracterizada por el pecado y la rebelión contra Dios y su voluntad. Por consiguiente, Pablo podía decir también que el “dios de este sistema de cosas” cegaba las mentes de los incrédulos, refiriéndose evidentemente a Satanás el Diablo. (2 Cor. 4:4; compárese con Juan 12:31.) El dominio y la influencia de Satanás es lo que fundamentalmente ha moldeado al ai·ón mundano y le ha dado sus rasgos y espíritu distintivos. (Compárese con Efesios 2:1, 2.) Comentando sobre Romanos 12:2, The Expositor’s Greek Testament (vol. II, pág. 688) dice: “Incluso una conformidad aparente o superficial a un sistema controlado por tal espíritu, y más aún, una acomodación a sus caminos, sería desastroso para una vida cristiana”. Ese ai·ón mundano tenía que seguir existiendo por mucho tiempo después de los días del apóstol.
Así que, en Mateo 13:37-43, al explicar la parábola del sembrador, Jesús dijo que “el campo es el mundo [kó·smos] [...]. La siega es una conclusión de un sistema de cosas [ai·ón]. [...] Así como se junta la mala hierba y se quema con fuego, así será en la conclusión del sistema de cosas”. Algunas traducciones, como la Biblia de Jerusalén, utilizan “mundo” para traducir tanto kó·smos como ai·ón en estos versículos. Sin embargo, es evidente que lo que quema el agricultor de la ilustración no es el “campo” (el “mundo”), sino solo la mala hierba. De modo que lo que llega a un fin o ‘concluye’ no es el “mundo [kó·smos]” como tal sino el “sistema de cosas” (ai·ón). La Versión Moderna vierte estos textos de manera que dicen: “El campo es el mundo; [...] la siega es la consumación del siglo; [...] así será en la consumación del siglo”.
Jesús mostró que el trigo representaba a los verdaderos cristianos ungidos, discípulos genuinos, mientras que la mala hierba representaba a los cristianos falsos. Así, la conclusión del sistema de cosas llamada en esta ilustración “la época de la siega”, no se referiría en este caso a la conclusión del sistema de cosas judío, ni a la conclusión del “estado” en el que el “trigo” y la “mala hierba” crecían juntos, sino al fin del mismo sistema de cosas al que después se refirió el apóstol Pablo, es decir, el “presente sistema de cosas” señalado por la dominación satánica. (1 Tim. 6:17.) En otra ilustración Jesús habla de una red barredera y la separación de los peces al describir cómo “será en la conclusión del sistema de cosas”, cuando “saldrán los ángeles y separarán a los inicuos de entre los justos”. (Mat. 13:47-50.) Los discípulos tendrían presentes estas expresiones de Jesús cuando cierto tiempo después le hicieron la pregunta en cuanto a ‘cuál sería la señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas’. (Mat. 24:3.) Cuando Jesús prometió a sus seguidores que estaría con ellos en la obra de hacer discípulos hasta la conclusión del sistema de cosas, debió referirse a la conclusión del estado de las cosas, producto del dominio satánico. (Mat. 28:19, 20.)
EL SISTEMA DE COSAS VENIDERO
En Mateo 12:32 Jesús dijo que cualquiera que hable contra el espíritu santo no será perdonado “ni en este sistema de cosas ni en el venidero”. Esto podría entenderse como una referencia al sistema de cosas judío y al sistema de cosas que Cristo iba a introducir por medio del nuevo pacto. Sin embargo, la evidencia indica que él más bien se estaba refiriendo al presente inicuo sistema de cosas y a un sistema de cosas que vendría después; se refería al mismo del que habló cuando prometió que los que dejaran su hogar y familia por causa del reino de Dios recibirían “muchas veces más en este período [kai·rós, que significa “tiempo designado”], y en el sistema de cosas [ai·ón] venidero la vida eterna”. (Luc. 18:29, 30.) En ese sistema de cosas venidero también serán resucitadas las personas y tendrán la oportunidad de llegar a ser hijos de Dios. (Luc. 20:34, 35.) Por otra parte, en Efesios 2:7 se habla de los “sistemas de cosas venideros” (ai·ó·nes, plural) en los cuales los cristianos ungidos experimentarán una demostración de “la sobrepujante grandeza” de la bondad inmerecida de Dios para con ellos en unión con Cristo Jesús”. (Compárese con Efesios 1:18-23; Hebreos 6:4, 5.) De este modo se indica que habrá sistemas de cosas o estados de cosas dentro del “sistema de cosas venidero” general, tal como el sistema de cosas del pacto de la Ley fue contemporáneo y estuvo relacionado con otros sistemas, como ya se ha mostrado.
DIOS ‘PONE EN ORDEN’ LOS “AI·O·NES”
Jehová Dios, en el momento de determinar el medio por el cual iba a eliminar la rebelión y proveer el camino para que los humanos se reconciliaran con Él, podía ‘declarar desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho’, tal como hizo más tarde al tratar con Israel. (Isa. 46:10, 11.) Debido a su presciencia, Jehová podía ‘poner en orden los sistemas de cosas por su palabra’, como declara Hebreos 11:3.
Muchos comentaristas aplican las palabras de Hebreos 11:3 única o principalmente a la creación del universo visible. Sin embargo, en sus palabras anteriores el escritor inspirado está considerando cómo, por medio de la fe, se dio testimonio a “los hombres de tiempos antiguos” (vs. 2), y luego sigue con este mismo tema. Por lo tanto, aunque las palabras del versículo 3 podrían ser una observación parentética, parece más probable que forme parte de la misma argumentación, o tema específico que se está desarrollando. El escritor repasa ejemplos de hombres fieles de la era prediluviana, de la época patriarcal, y de la época israelita. Durante todas estas épocas distintas, y por medio de una serie de acontecimientos que Él mismo originó y en los que a su vez intervino para controlar su desarrollo, Dios estaba llevando a cabo su propósito hasta su definitiva y grandiosa realización. Estos “sistemas de cosas” sucesivos no fueron meramente el producto de fuerzas o circunstancias naturales, tal como tampoco fueron “de interpretación privada alguna” las profecías acerca de los acontecimientos y épocas que tenían que venir. (2 Ped. 1:20, 21.) Por otra parte, aquellos hombres de la antigüedad tuvieron fe en que el Dios invisible estaba dirigiendo los asuntos ordenadamente, en que era el Productor invisible de diversos sistemas de cosas y en que la meta que perseguían —el “cumplimiento de la promesa” (Heb. 11:39)— llegaría a ser una realidad al debido tiempo de Dios.
Sin embargo, Pablo muestra que antes de que aquellos “hombres de tiempos antiguos” vieran la realización completa de su esperanza, el sistema de cosas del nuevo pacto tenía que seguir su curso hasta su consumación. (Compárese con Hebreos 11:39, 40; 12:1, 18-28.) No obstante, por su fe, aquellos hombres, guiados por la Palabra de Dios, esperaron con ansia los desenvolvimientos de Su propósito, vieron de antemano muchos de ellos y hasta fueron testigos presenciales de la introducción de algunos de los “sistemas de cosas” que Dios había predicho. (Compárese con Hebreos 11:13-16, 22, 24-27; Juan 8:56; 1 Pedro 1:10-12.) La dirección invisible de Dios en la formación de tales “sistemas de cosas” no podía ser ‘vista’ o comprendida por hombres sin fe. (Compárese con 1 Corintios 2:14.)
EN LAS ESCRITURAS HEBREAS
El término hebreo jé·ledh tiene un significado similar a ai·ón, y en algunos textos se refiere a “duración”, tal como la de la propia vida de uno, (Job 11:17; Sal. 39:5; 89:47), pero en otros casos parece que lo importante son los rasgos que caracterizan un período de tiempo en particular, pudiéndose entonces traducir como “sistema de cosas”. (Sal. 17:13, 14; 49:1.) Algunas traducciones han vertido dicho término hebreo como “mundo” en estos últimos textos, pero esta manera de traducirlo no comunica bien el sentido original, el de una época con sus características.