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Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 118-119

ÁRBOLES

(heb. ʽets).

El variado clima de Palestina y sus países vecinos dio lugar a una gran diversidad de árboles y arbustos, desde los cedros del Líbano hasta las palmeras de dátiles de Jericó y las retamas del desierto. En la Biblia se mencionan aproximadamente treinta diferentes árboles, los cuales se consideran en esta publicación bajo sus respectivos nombres.

El problema de identificar qué árbol en particular es el indicado por la palabra hebrea o griega original es con frecuencia difícil de resolver, y en varios casos la identificación es solo tentativa. Está en función de la descripción que da el mismo registro bíblico sobre las características del árbol (a veces indicadas por el significado de la palabra raíz de la cual se deriva el nombre). Luego se compara dicha descripción con los árboles que se sabe que actualmente crecen en las tierras bíblicas y, en especial, en las regiones indicadas en el texto bíblico, en el caso de que estas se mencionen. También sirve de ayuda estudiar las palabras emparentadas (es decir, palabras que proceden de la misma raíz o tienen el mismo origen) de otros idiomas, tales como el árabe y el arameo. Pero en algunos casos el mejor proceder es simplemente transcribir el nombre del árbol, como sucede con el algum.

BAJO LA LEY

Cuando los israelitas invadieron la tierra de Canaán no se les permitió que destruyesen los árboles frutales al atacar las ciudades, aunque siglos más tarde Dios autorizó a los reyes de Judá e Israel a devastar los ‘árboles buenos’ del reino de Moab. Al parecer la razón se debía a que Moab estaba fuera de la Tierra Prometida. Era una guerra punitiva contra Moab, y dicha acción sería una protección contra cualquier posible insurrección o desquite por parte de los moabitas. (Deu. 20:19, 20; 2 Rey. 3:19, 25; compárese con Jeremías 6:6.) Al plantar un árbol, no se podía comer del fruto que produjera durante los tres primeros años, y el fruto del cuarto año tenía que ser dedicado al uso del santuario. (Lev. 19:23-25; compárese con Deuteronomio 26:2.) A partir de entonces, los primeros frutos maduros de cada año tenían también que dedicarse a “la casa de Jehová”. (Neh. 10:35-37.)

USO FIGURATIVO

En el jardín de Edén, Dios utilizó dos árboles con propósitos simbólicos: el “árbol de la vida” y “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”. El no adherirse al decreto de Dios concerniente a este último fue lo que llevó a la caída del hombre. (Gén. 2:9, 16, 17; 3:1-24.)

Muchos han creído, incorrectamente, que el significado del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” y la restricción de comer de su fruto tenía que ver con el acto sexual entre la primera pareja humana, pero este punto de vista se contradice con el explícito mandato que Dios les dio de ‘ser fructíferos y hacerse muchos y llenar la tierra’. (Gén. 1:28.) Antes bien, debido a que representaba el “conocimiento de lo bueno y lo malo” y Dios había indicado que estaba “fuera de los límites” de la pareja humana, ese árbol llegó a ser un símbolo del derecho que Dios tiene de determinar o fijar las normas en cuanto a lo que es bueno y lo que es malo. Por lo tanto, constituyó una prueba del respeto del hombre a la posición de su Creador y de su disposición de permanecer dentro de los límites de libertad decretados por Dios, límites que no le restringían indebidamente, sino que, por el contrario, le permitían el mayor disfrute de la vida. De modo que el violar esos límites, penetrando en el terreno de lo prohibido al comer del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, equivaldría a una invasión del dominio de Dios o una insurrección contra su autoridad. (Véase SOBERANÍA.)

Los árboles también se usaban para representar a individuos, gobernantes y reinos, como en el caso de la profecía que compara la caída del faraón y “su muchedumbre” con la acción de talar un cedro majestuoso (Eze., cap. 31), y en el de la profecía de Daniel concerniente al árbol poderoso que representaba el dominio en “el reino de la humanidad”. (Dan. 4:10-26.) Al hombre justo se le compara a un árbol plantado junto a corrientes de agua (Sal. 1:3), cuyo follaje es frondoso y que sigue produciendo fruto incluso en tiempo de sequía. (Jer. 17:8.)

La promesa de que los días del pueblo restaurado de Dios serían como los de un árbol (Isa. 65:22) se hace más significativa por el hecho de que algunos árboles de Palestina viven siglos e incluso mil años o más. En la visión de Ezequiel había una corriente que fluía desde el templo y que estaba bordeada de árboles frutales cuyas hojas eran curativas, y en el libro de Revelación se presenta otra visión similar. (Eze. 47:7, 12; Rev. 22:2, 14.) La expresión “árbol de vida” se usa con respecto a la sabiduría verdadera, al fruto del justo, a la realización de una cosa deseada, a la calma de la lengua, y también se asocia con la corona de la vida. (Pro. 3:18; 11:30; 13:12; 15:4; Rev. 2:7, 10.) La Biblia también relaciona los árboles con las condiciones fructíferas, pacíficas y gozosas que resultan de la gobernación real de Jehová y de la restauración de su pueblo. (1 Cró. 16:33; Sal. 96:12; 148:9; Isa. 55:12; Eze. 34:27; 36:30.)

Asimismo, Jesús habló de árboles en alguna de sus ilustraciones para subrayar la necesidad de ser fructíferos en verdadera justicia, tal como también lo había hecho Juan el Bautista. (Mat. 3:10; 7:15-20.) Puesto que en ese tiempo había que pagar impuestos por los árboles frutales en Palestina, un árbol infructífero (tan inservible como si estuviese muerto) se convertía en una carga indeseable para el propietario y, por lo tanto, era cortado y destruido. (Luc. 13:6-9.) En Judas 12 se compara a las personas inmorales que se infiltraron en la congregación cristiana con árboles infructíferos en otoño que han muerto dos veces. El que se diga que han “muerto dos veces” puede ser una manera enfática de expresar que están completamente muertos. También podría significar que están muertos desde dos puntos de vista: 1) que son estériles o infructíferos y 2) que están literalmente muertos, sin ningún tipo de vitalidad.

La palabra hebrea para árbol se usa también con respecto al madero o poste donde se colgaba a los ejecutados. (Gén. 40:19; Deu. 21:22, 23; Jos. 8:29; Est. 2:23.) Al aplicar Deuteronomio 21:23, el apóstol Pablo usó la palabra griega xý·lon. (Gál. 3:13; véase MADERO DE TORMENTO.)

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