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  • La evolución tuerce el pensar religioso
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
w57 15/6 págs. 357-360

La evolución tuerce el pensar religioso

La evolución es una vieja idea a la que le han sacudido el polvo y han compuesto para consumo moderno. Aunque por el método científico no se puede probar que sea verdad, se presume que lo es. Hasta el clero la abraza, diciendo que Dios creó por medio de la evolución. Pero la Biblia no está de acuerdo con eso.

LA BIBLIA dice a los cristianos que sigan en las pisadas de Jesús, pero hoy día es la moda religiosa seguir tras los científicos que copian a los filósofos griegos. En el quinto siglo antes de Cristo el filósofo griego Empédocles creía en la generación espontánea de la vida, en la evolución gradual de los organismos y en la supervivencia del más apto. En el siglo subsiguiente Aristóteles enseñó que “el hombre es la cumbre de un ascenso largo y continuo.” En general los filósofos griegos enseñaron la idea de la evolución.

En la amonestación que Pablo dio contra las tradiciones en Colosenses 2:8 (NM) estarían incluídas las filosofías evolucionistas de estos charlatanes, los cuales eran tan sabios ante sus propios ojos y se burlaban de la sabiduría de Dios como si fuera necedad: “Cuídense: quizás haya alguien que se los lleve como presa por medio de la filosofía y el engaño vacío según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo.”

El clero de la cristiandad ha sido llevado como presa de la evolución. Los antiguos griegos entramparon a muchos en su día; los científicos modernos por medio de su sabiduría toman cautivos a millones de personas hoy día, incluyendo a muchos clérigos. La evolución es la clava que se usa para hacer que, a golpes, se sometan a pensar diferente los que en un tiempo creían en la Biblia. Igual que los griegos antiguos, los científicos son los sabios, ellos tienen los datos, siguen el método científico. A cualquiera que no esté de acuerdo con ellos porque acepta el registro bíblico de la creación se le clasifica como un ignorante crédulo. Los del clero orgulloso no quieren que se les clasifique como ignorantes crédulos. De modo que caen presa de la evolución.

EL PENSAR RELIGIOSO TORCIDO POR LA EVOLUCIÓN

The Catholic Encyclopedia dice que la idea de que Dios usó la evolución para producir el cuerpo del hombre “fué propuesta por San Agustín.” En agosto de 1950 el papa Pío removió toda objeción a que se considerara “la doctrina de la evolución en cuanto inquiriese ésta en el origen del cuerpo humano como procedente de materia preexistente y viva.” Un año más tarde él clarificó esto por medio de decir que “la teoría de la evolución puede ser estudiada hasta donde trate de orígenes del cuerpo humano, pero no debe permitírsele que haga surgir preguntas en cuanto a la creación divina del alma humana.”

En 1947 el sacerdote católico romano Hauber dijo, en Creation and Evolution, concerniente a Dios y la evolución: “Él la inició, la dirige y la guía, Él sabe hacia dónde va.” Si usted no está de acuerdo, perjudica: “Los que se oponen a teorías científicas con buena base como se le puede llamar por derecho a la teoría general de la evolución, perjudican la causa de la verdad.” Igual que los fariseos de antaño, estos clérigos rechazan la verdad ellos mismos y estorban a los que quisieran aceptarla.

Cuando se le preguntó: “¿Hay conflicto entre la evolución y nuestra fe cristiana?,” el periódico católico Our Sunday Visitor del 9 de enero de 1955 contestó: “Los científicos y filósofos cristianos en general consideran la evolución como sólo el método que Dios usó para hacer que las varias especies de vida se desarrollaran desde formas que las antecedieron. Esto no implica contradicción ni con las Escrituras ni con ninguna verdad de la fe cristiana.”

La Iglesia católica romana se jacta de que ella ha absorbido mucho de lo relacionado con el paganismo y con la adoración de demonios, y ella no se atragantará al tragarse esta filosofía impía de los griegos antiguos, como se manifiesta en la página 172 del tomo Catholic Cabinet: “Así como Roma absorbió el platonismo y el aristotelianismo, de igual modo absorberá la filosofía de la evolución.”

El judaísmo se la puede tragar también. El rabí Tepfer dice, según se informó en un despacho de la Prensa Asociada fechado el 14 de agosto de 1953: “No hay ninguna contradicción, según lo vemos nosotros. Puede que la evolución misma sea parte de la revelación indirecta de Dios.” El mismo despacho dió una cita del Dr. Handy, del seminario teológico Unión, según la cual él dijo respecto al protestantismo: “Casi todos los ministros han llegado a percibir que no hay ningún conflicto entre la evolución y la creación divina.” La revista Life del 7 de noviembre de 1955 informó que el ministro bautista Harry Emerson Fosdick dijo: “Hoy día la idea general de la evolución se da por sentada así como se da por sentada la gravitación.”

DEMASIADO DÉBIL PARA RESISTIR LA TORSIÓN

Ese justamente es el problema. La evolución se da por sentada. ¿Qué importa el que los científicos no puedan probar que sea verdad? ¿Quiénes son los clérigos para que ellos exijan prueba de cosa alguna? Ellos no pueden probar ciertas doctrinas como la de la trinidad y la de la inmortalidad del alma. ¿Por qué exigir prueba de la veracidad de esta nueva doctrina que agregan a sus credos? Por la fuerza misma de la repetición se logra que millones de personas crean tanto en la falsedad científica como en las mentiras religiosas. Los ciegos guían a los ciegos, los débiles guían a los débiles; y en los sistemas religiosos de la cristiandad, ¿dónde puede un hombre con hambre encontrar el alimento espiritual que edifique fuerza que no transija con lo falso? Los predicadores y los feligreses son pusilánimes en cuanto a la justicia y la integridad, y ¿quién se esforzará para poner en práctica los principios de tan bello sonido que sólo una que otra vez se predican?

A veces los clérigos se quejan de la apatía indiferente de sus rebaños, pero ¿cómo puede el hambriento ser fuerte? Es la Biblia, no la ciencia, la que contiene agua espiritual, pero este supuesto pueblo de Dios tiene hambre y sed: “Dos males ha hecho mi pueblo: a mí me han dejado, fuente de aguas vivas, labrando a pico para sí aljibes, aljibes rajados, que no pueden retener las aguas.” Los líderes religiosos no se adhieren a la Palabra de Dios, sino que se dirigen a las cisternas rajadas de la ciencia que enseña la evolución. El resultado es un clero con inanición espiritual, y ¿cómo puede el hambreado dar de comer al hambriento? Jehová predijo las condiciones de hambre que hay en los sistemas religiosos de la cristiandad: “He aquí que vienen días, dice Jehová el Señor, en que enviaré hambre sobre la tierra; no hambre de pan, ni escasez de agua, sino de oír las palabras de Jehová.”—Jer. 2:13; Amós 8:11.

El clero de la cristiandad todavía presume de cristiano, todavía pretende creer en la Biblia. Pero sus clérigos son como veletas que dan vuelta según las impulse el viento de la opinión pública, y se alinean con cuanto sea corrientemente popular, y son arrastrados cual hojas otoñales en un día de viento. Y en todo esto tratan de arrastrar consigo la Palabra de Dios, doblándola y torciéndola para que se ajuste a los antojos populares que los doblan y tuercen a ellos. Ya que ellos se han dejado moldear por la evolución, quieren moldear la Biblia para que ella también esté en conformidad con esa teoría.

¡NO PUEDEN CAUSAR TORSIÓN EN LA BIBLIA!

No se doblegará ante la voluntad de ellos, no se ajustará a su filosofía científica. No se puede hacer que la Biblia diga que el cuerpo del hombre evolucionó de animales inferiores, porque cada género familia creado fué hecho para que reprodujera solamente su propio género, “según su género.” La evolución dice exactamente lo contrario, que un género produce un nuevo y diferente género. Pero la ciencia no tiene ninguna prueba, ninguna evidencia de esto. No sólo carece la cadena de la evolución de su primer eslabón de generación espontánea de vida como punto de partida, sino que carece de miles de eslabones. Esta cadena producto de la imaginación no está apoyada por el registro de los fósiles. Los cambios genéticos, llamados mutaciones, no pueden salvar los abismos que hay entre los géneros familias. Las mutaciones hacen que haya gran variedad dentro del género familia, sí; pero un nuevo género familia, no. Cause torsión en el pensar clerical transigente la evolución, pero la Biblia que no transige su verdad no dejará que causen torsión en ella tales cosas antibíblicas.—Gén. 1:11, 12, NM.

Además, cuando el clero trata de dividir al hombre en dos partes, un cuerpo humano vivo y un alma espiritual inmortal, y decir que el cuerpo evolucionó pero que el alma fué implantada directamente por Dios, otra vez está torcido su modo de pensar religioso. El cuerpo humano fué hecho directamente del polvo y Dios dió principio a los procesos de respirar y vivir, y el hombre vino a ser alma viviente, así como muchos animales habían sido hechos almas vivientes antes de él de modo parecido: “Entonces Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo de la tierra y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente.” “Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se desliza.” “Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, el animal doméstico y el animal que se arrastra y la bestia salvaje de la tierra según su género.”—Gén. 2:7; 1:21, 24, NM.

El hombre no posee un alma espiritual, inmortal, aparte de su cuerpo, la cual siga viviendo después de muerto el cuerpo. El hombre mismo es alma, y en cuanto a los humanos el “alma que pecare, ésa es la que morirá.” Aun en el caso del alma inmaculada de Jesús leemos: “Derramó su alma hasta la muerte.” Puede haber esperanza de una resurrección para hombres que han muerto, pero en sí misma la muerte es para el hombre lo mismo que es para cualquier otro animal, y es vanidad pensar de modo diferente: “Dije en mi corazón respecto a los hijos de los hombres que Dios está probándolos para mostrarles que no son más que bestias. Porque la suerte de los hijos de los hombres y la suerte de las bestias es la misma; como muere uno, así muere el otro. Todos tienen el mismo aliento, y el hombre no tiene ninguna ventaja sobre las bestias; porque todo es vanidad. Todos van a un mismo lugar; todos son del polvo, y todos tornan al polvo otra vez.”—Eze. 18:4; Isa. 53:12; Ecl. 3:18-20, Normal Revisada (en inglés).

¡NO DEJE QUE LE TUERZAN VERGONZOSAMENTE SU PENSAR!

Los verdaderos cristianos seguirán en las pisadas de Jesús, quien dijo que la Palabra de Dios es la verdad y que las tradiciones humanas la hacen nula. Los clérigos ciegos y los rebaños ciegos a los cuales ellos guían y engañan haciendo que acepten las filosofías de evolución de los griegos antiguos y de los científicos modernos no están siguiendo en el camino de Dios ni en las pisadas de Cristo ni en las enseñanzas de la Biblia. Cual tablas verdes dejadas al sol, los que se empapan con las especulaciones de las luces brillantes del pensar de los evolucionistas tienen sus pensamientos religiosos en torsión, fuera de línea con la Palabra de Dios. Decir que Dios creó por medio de la evolución es rechazar la Biblia para aceptar la sabiduría humana, y conduce a la vergüenza: “Avergonzados están los sabios; aterrados están y presos; he aquí que han rechazado con desprecio la palabra de Jehová: ¿qué sabiduría pues podrá haber en ellos?”—Jer. 8:9.

¿Por qué debería dejar usted que le tuerzan su pensar las teorías de hombres que no pueden ser probadas? ¿Por qué debería permitir que líderes clericales débiles cuyo pensar está contrahecho por las especulaciones humanas le hagan espiritualmente deforme a usted también? ¿Por qué debería usted rechazar la Palabra de Jehová y ser avergonzado con ellos? No les tenga miedo a los hombres de modo que por la fuerza de su influencia le hagan conformarse al parecer de hombres torcidos. Confórmese a la Palabra de Dios.

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