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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 1/8 págs. 473-474

Por qué la gente hace cosas malas

Un artículo preparado especialmente para que los padres lo lean con sus hijos

¿VERDAD que sería maravilloso que toda la gente fuera buena? Entonces ninguna persona le haría daño nunca a otra.

Pero, ¿hay alguien que de veras sea bueno siempre? ¿Qué te parece? La Biblia nos dice que Jehová Dios siempre es bueno; no hay nada malo en él, no, ni un poquitito. Y Jesús, el Gran Maestro, siempre hace lo que es correcto. Pero ninguno de nosotros puede decir de verdad que somos buenos siempre.

Puede ser que tratemos de ser buenos. Pero hay veces que pensamos cosas malas, ¿verdad? Y a veces hacemos cosas que son malas. El primer hombre, Adán, desobedeció por su propia voluntad a Dios. Lo que él hizo fue muy malo. Como resultado de lo que hizo, todos nacimos imperfectos. Todos somos hijos de Adán. Esa es una razón por la cual la gente hace cosas malas, aunque no quiera ser mala.

Pero algunas personas hacen muchas cosas malas. Odian a otras personas y de propósito hacen cosas para causarles daño. ¿Te parece que una persona que haga eso pudiera cambiar alguna vez y aprender a ser buena?

La Biblia da ejemplos de personas malas que cambiaron. Voy a hablarte acerca de una que lo hizo. Y, juntos, vamos a ver si podemos llegar a saber por qué esa persona era mala.

El nombre de esta persona era Saulo de la ciudad de Tarso. Él vivió cuando Jesús estuvo en la Tierra. Pero no sabemos si Saulo vio alguna vez al Gran Maestro. La Biblia habla por primera vez acerca de Saulo poco después que Jesús había muerto y sido levantado a la vida celestial por su Padre.

Saulo era un hombre muy religioso. Pertenecía a un grupo religioso que se llamaba los fariseos. Éstos tenían los escritos de la Palabra de Dios, pero daban más importancia a las enseñanzas de algunos de sus hombres importantes que a lo que estaba escrito en esa Palabra. ¿Crees que era sabio hacer eso? Podría resultar en grave dificultad.

Un día cuando Saulo estaba en Jerusalén un discípulo de Jesús que se llamaba Esteban fue arrestado. Lo llevaron a la corte o tribunal, y algunos de los jueces del tribunal eran fariseos. Aunque se dijeron cosas malas acerca de él, Esteban no tuvo miedo. Habló con claridad y dio a los jueces un buen testimonio acerca de Dios y acerca de Jesús.

Pero a aquellos jueces no les gustó lo que oyeron. Esta no era la primera vez que habían oído acerca de Jesús. De hecho, éste era el tribunal que había dicho que se le diera muerte a Jesús. La Palabra de Dios mostraba que estos hombres eran malos. En vez de cambiar su manera de ser, peleaban contra Jesús y sus discípulos porque éstos predicaban la Palabra de Dios. A aquellos jueces no les gustaba la verdad.

Se agitaron mucho. Se apoderaron de Esteban y lo sacaron de la ciudad. Lo tumbaron a golpes, y lo apedrearon hasta que lo mataron.

Saulo estaba allí viendo lo que pasaba mientras estaban matando a Esteban. Estaba aprobando su asesinato. Pero, ¿cómo podía hacer él una cosa tan mala?

Bueno, Saulo había crecido siendo fariseo. Toda su vida se le había enseñado que los fariseos tenían razón. Consideraba a estos hombres como ejemplos para él. Por eso los copiaba.

Ahora que Esteban estaba muerto, Saulo quiso acabar con los demás discípulos de Jesús. Empezó a entrar en sus mismos hogares y a arrastrar afuera tanto a hombres como a mujeres. Entonces hacía que los echaran en la prisión. Muchos de los discípulos se mudaron de Jerusalén para huir de Saulo. Pero no dejaron de predicar acerca de Jesús.—Hech. 8:1-4.

Esto hizo que el odio que Saulo les tenía a los discípulos de Jesús aumentara. Fue a ver al sumo sacerdote y consiguió permiso para arrestar a los cristianos en la ciudad de Damasco. Quería traerlos presos a Jerusalén para que los castigaran. Pero en camino a Damasco sucedió una cosa asombrosa.

Desde el cielo brilló una luz tan fuerte que cegó a Saulo. Y una voz dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me estás persiguiendo?” ¡Era Jesús que le hablaba desde el cielo!

Tres días después Jesús se le apareció en una visión a uno de sus discípulos que se llamaba Ananías. Jesús le dijo a Ananías que visitara a Saulo, que le devolviera la vista y le hablara. Saulo había estado pensando seriamente durante los pasados tres días. Estaba dispuesto a escuchar. Ahora aceptó la verdad acerca de Jesús. Toda su manera de vivir cambió. Llegó a ser el apóstol Pablo, un fiel siervo de Dios.—Hech. 9:1-22.

¿Ahora te das cuenta de por qué Saulo era tan malo? Se le habían enseñado cosas incorrectas. Estaba siguiendo a hombres que no eran fieles a Dios. Y era de un grupo de personas que daban más importancia a las ideas de los hombres que a la Palabra de Dios.

Pero, ¿por qué cambió Saulo su vida y se puso a hacer lo bueno, aunque otros fariseos no lo hicieron? Fue porque en verdad Saulo no odiaba la verdad.

Hoy día hay muchas personas que son como Saulo. Pueden cambiar, pero no es fácil. Esto se debe a que hay alguien que se está esforzando mucho por hacer que todas las personas hagan lo malo. ¿Sabes quién es ése? Jesús lo mencionó cuando le habló a Saulo desde el cielo. Le dijo a Saulo: ‘Te envío para abrirle los ojos a la gente, para volverla de la oscuridad a la luz y de la autoridad de Satanás a Dios.’—Hech. 26:17, 18.

Sí, es Satanás el Diablo quien ha causado toda la enseñanza de cosas malas. Él quiere que la gente sea mala. La Biblia nos advierte acerca de él, diciendo: “Ay de la tierra y del mar, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera.”—Rev. 12:12.

El Diablo está aquí cerca de la Tierra. No podemos verlo, porque él es un espíritu. Pero él nos puede ver a nosotros. Él realmente existe, y está haciendo todo lo que puede para hacer mala a la gente.

Si hacemos lo que es malo, entonces le damos gusto al Diablo. Pero queremos hacer lo que le gusta a Jehová, ¿verdad? ¿Cómo podemos estar seguros de hacer lo que le agrada a Jehová?

Agradaremos a Dios si siempre prestamos atención a la Biblia y hacemos lo que ésta dice. Cuando la Biblia muestra que hemos estado haciendo algo malo, debemos dejar de hacerlo. Cuando aprendemos de la Biblia acerca de cosas que Dios quiere que hagamos, debemos querer hacerlas. Cuando hacemos lo que a Dios le gusta estamos haciendo cosas buenas, porque Dios es bueno.

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