¿Comparte la gente la responsabilidad con los gobernantes?
SI LAS naciones chocan con Dios, inevitablemente habrá grande destrucción. Pero si los líderes religiosos y políticos están en primer plano en oponerse a Dios, ¿por qué debe sufrir la gente?
Bueno, ¿podemos culpar únicamente a los gobernantes? No. El hecho de que un gobierno simplemente refleja al pueblo que él gobierna lo reconocen los diplomáticos. “Todo país tiene el gobierno que merece,” fue la manera en que expresó la idea José de Maistre, diplomático francés que vio entrar el siglo diecinueve. Y William Penn, estadista británico, enseñó: “Los Gobiernos dependen de los hombres, más bien que los hombres de los Gobiernos. Sean buenos los hombres, y el Gobierno no puede ser malo. Si éste es malo ellos lo curarán, pero si los hombres son malos, sin importar cuán bueno sea el Gobierno, ellos se esforzarán por torcerlo y echarlo a perder para su ventaja.” La Biblia concuerda con esto, en lo que toca a gobiernos de hechura humana.
Aun en Israel, donde la ley de Dios era la ‘constitución’ de la nación, tanto los gobernantes como el pueblo de Israel se hicieron culpables y sufrieron. La razón fue, como dijo Jehová: “Los profetas mismos realmente profetizan en falsedad; y en cuanto a los sacerdotes, ellos van sojuzgando conforme a sus poderes. Y mi propio pueblo así lo ha amado.”
En la cristiandad, que afirma ser el pueblo de Dios, su nación santa, existe la misma situación. Por eso las palabras de Dios a Israel aplican con igual fuerza a la cristiandad ahora: “¿No debo yo pedir cuentas a causa de estas mismísimas cosas? . . . o en una nación que es así ¿no debe vengarse mi alma?”—Jer. 5:29-31.
En el campo de la religión, ¿no ha escuchado la gente a los hombres más bien que a Dios? Tienen la Biblia y pueden leerla, sin embargo han continuado perteneciendo y apoyando a las iglesias en las que se han enseñado falsas enseñanzas acerca de Dios y el rechazamiento de su Palabra, en las que se ha dejado que hombres faltos de honradez e inmorales sigan sin ser corregidos, y en las que hasta se ha aceptado la teoría de la evolución que niega a Dios. ¿Puede agradarle esto a Dios?
LOS GOBIERNOS MUNDIALES NO PUEDEN CURAR LOS MALES DE LA TIERRA
Hombres prominentes reconocen que los gobiernos no pueden eliminar los numerosos males que acosan al mundo: la delincuencia, la epidemia de drogas, la enfermedad venérea, la contaminación y otras amenazas serias a la humanidad. ¿Por qué no? Porque para eliminar éstas la gente misma tiene que cooperar plenamente, tiene que guardar de todo corazón la ley, tiene que mostrar consideración a sus vecinos y, en vez de mostrar egoísmo y codicia, tiene que practicar amor verdadero. Pero no sucede así.
Los gobiernos no pueden inculcar justicia en la gente. El egoísmo está tan impregnado que ningún programa educativo diseñado por las agencias mundiales podrá eliminarlo. Los programas que se establecen, como los de beneficencia, rehabilitación, etcétera, con el tiempo quedan arruinados debido al favoritismo, egoísmo, soborno y corrupción. (Ecl. 1:15) Por lo tanto la gente misma tiene gran parte de la responsabilidad.
Todas estas condiciones que afectan física y socialmente a la gente realmente son un reflejo de la mala condición espiritual que existe. La Biblia asemeja el espíritu que ‘respira’ la gente del mundo al aire de nuestra atmósfera. Este espíritu o fuerza dominante, la actitud o inclinación del mundo, es un espíritu de desobediencia. (Efe. 2:2) Está difundido y ejerce presión en torno de nosotros, lo mismo que el aire. En el libro bíblico de Revelación se muestra que la cólera de Dios está siendo ‘derramada sobre el aire,’ como una ‘plaga.’ Ciertamente el espíritu que da impulso al mundo en general es un espíritu ‘enfermo’ y ahora su enfermedad está manifestándose en plagas literales de deterioro en todas las actividades de la sociedad moderna.—Rev. 15:1; 16:17.
TODO UN SISTEMA DE COSAS TIENE QUE DESAPARECER
Dios, al considerar a la humanidad desde Su posición superior, ve esto y comprende que a ningún grupo o elemento individual se le puede tener como el único culpable. Más bien, todo el sistema de cosas como existe hoy tiene ‘encerrada’ a la gente en un modo de vivir que hace muy difícil el que alguien evite marchar de acuerdo con él. Es el sistema el que tiene que ser reemplazado. No puede ser desviado para ir en otra dirección, así como una locomotora no puede salirse de sus rieles e ir a campo traviesa. Jesucristo mostró que el sistema de cosas de este mundo llegaría a una “conclusión” bajo las circunstancias que hoy vemos en la Tierra.
A algunos les parece que la única manera de sobrevivir es marchar de acuerdo con el sistema de cosas y sus principios faltos de honradez. Pero el abandonar así los principios correctos hace que uno comparta la responsabilidad de su iniquidad, con destrucción venidera. Sin embargo, no hay por qué uno tenga que sentirse inevitablemente impelido a convenir o marchar de acuerdo con este sistema. Dios juzga responsable a cada individuo por sus actos. Por lo tanto él suministra una salida para los que realmente están dispuestos a seguir un proceder recto y limpio. (Sof. 2:3; 1 Cor. 10:13) Él preeminentemente es un Dios de amor. Su bondad amorosa es el tema que consideraremos enseguida.