Preguntas de los lectores
● En lugares de negocios a veces se les ofrece a las personas un boleto que las hace elegibles para estar incluidas entre las personas de las cuales algunas serán seleccionadas para recibir un regalo. ¿Es correcto que un cristiano participe en tal “sorteo”?—EE. UU.
Por lo general el propósito de estos sorteos es animar a la gente a entrar en la tienda o estimular interés en cierto producto. El sorteo mismo consta de hacer lo que se supone ser una selección imparcial de clientes a quienes se dan premios. No necesariamente está envuelto el juego, ya que ninguno paga dinero u otra consideración valiosa para obtener el boleto. Además, el aceptar el boleto no denota en sí que se está invocando al dios de la ‘Casualidad’ o la ‘Buena Suerte.’ El que acepta el boleto (o pone su nombre en el sorteo) pudiera razonar: ‘El negocio va a dar un regalo como parte de un recurso de publicidad. Si sucede que soy seleccionado, estoy dispuesto a aceptar el regalo.’
El cristiano, basado en los dictados de su conciencia, tendrá que decidir individualmente si aceptará un boleto, que simplemente sirve como parte de un plan publicitario. Podría preguntarse: ¿El que yo acepte el boleto estimulará la misma codicia que impele a la gente a jugar por dinero? ¿Podría esto servir de tropiezo a otros? ¿Podría yo ser inducido a invocar a la “Señora Fortuna”?—Isa. 65:11, Byington.
Los cristianos verdaderos aprecian que Jehová Dios desaprueba la codicia y la idolatría. (1 Cor. 6:9, 10) También están bajo mandato de ‘no estar haciendo tropezar a otros.’—Fili. 1:10.
Pero pongamos por caso que alguien acepte el boleto como solo un recurso publicitario, y con el tiempo sea seleccionado como el ganador del “sorteo,” solo para descubrir que el “regalo” es un boleto de la lotería estatal. ¿Qué hará ahora? Súbitamente lo que parecía ser un simple recurso publicitario ha resultado ser parte de un juego por dinero. Uno no está obligado a aceptarlo. ¿Aceptaría diamantes robados simplemente porque son un “regalo”?
Por eso, si un cristiano decide que serviría mejor sus intereses y también los intereses de otros el no aceptar un boleto, no hay razón para que otros se opongan a su decisión. Por otra parte, si un cristiano está convencido de que el aceptar tal boleto no haría surgir ningún problema, queda con él tomar esa decisión. Como declara la Palabra de Dios: “Cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios.”—Rom. 14:12.
● ¿Qué opinan los testigos de Jehová sobre la pena capital?—EE. UU.
Los testigos cristianos de Jehová se adhieren a lo que las Santas Escrituras presentan como el modo en que Dios ve la pena capital. Reconocen que Jehová Dios, como el Creador del hombre, tiene el derecho absoluto de manifestar leyes que se tienen que obedecer si uno ha de continuar disfrutando de la vida. Por lo tanto, cuando Dios determina que ciertas personas merecen la pena de muerte debido a su práctica persistente de pecado, él correctamente puede quitarles la vida. Dos ejemplos notables de casos en que Dios ejecutó la pena capital son la destrucción de la humanidad desobediente en el Diluvio y la destrucción posterior de Sodoma y Gomorra.—2 Ped. 2:5, 6.
Como Legislador, Juez y Soberano Supremo, Jehová Dios también puede delegar a otros la autoridad para ejecutar a los quebrantadores de la ley. Después del diluvio del día de Noé, por ejemplo, autorizó a los humanos para administrar la pena capital por asesinato deliberado. Leemos: “Cualquiera que derrame la sangre del hombre, por el hombre será derramada su propia sangre, porque a la imagen de Dios hizo él al hombre.” (Gén. 9:6) La autoridad humana, al ejecutar al asesino, estaría sirviendo de “ministro de Dios, vengador para expresar ira sobre el que practica lo que es malo.”—Rom. 13:4.
Por supuesto, puede que algunas personas pongan en tela de juicio el que las autoridades humanas puedan ejecutar correctamente a individuos por hechos que la Palabra de Dios no designa como ofensas capitales. En cuanto a eso los gobiernos tendrán que cargar con la responsabilidad ante Dios. Pero no hay base bíblica para decir que los gobiernos son condenados por prescribir la pena de muerte para los asesinos. El punto de vista de Dios es que la persona que deliberadamente le quita la vida a otra persona pierde el derecho a su propia vida. Sin embargo, hoy muchos gobiernos están abandonando el modo en que Dios ve la pena capital, lo cual, sin duda está contribuyendo al crimen y violencia en aumento.
● ¿Debe esperarse que el cristiano pague impuestos a un gobierno que participa en prácticas que son contrarias a sus creencias?—EE. UU.
La Biblia muestra definitivamente que es correcto que los cristianos paguen impuestos. Cuando se le preguntó si era lícito pagar la capitación a César o no, Jesucristo contestó: “Por lo tanto, paguen de vuelta a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios.” (Mat. 22:17, 21) El apóstol Pablo, al considerar la sumisión a las autoridades gubernamentales, escribió: “Hay . . . razón apremiante para que ustedes estén en sujeción, no solo por causa de esa ira [dirigida contra las personas desaforadas], sino también por causa de la conciencia de ustedes. Pues por eso es que ustedes también pagan impuestos; porque ellos son siervos públicos de Dios que sirven constantemente según este mismo propósito. Rindan a todos lo que les es debido, al que pide impuesto, el impuesto.”—Rom. 13:5-7.
Ni en las palabras de Jesús ni en las del apóstol Pablo hay siquiera una insinuación de que el siervo de Dios tiene responsabilidad alguna respecto al uso que hacen las autoridades gubernamentales del dinero de los impuestos. La situación se compara al pago que uno hace a un electricista, plomero u otro obrero por servicios que rindan.
Las autoridades gubernamentales son “siervos públicos de Dios” en el sentido de que los cristianos se benefician de sus servicios, incluyendo el manejo de la correspondencia, la protección contra incendios, abastecimiento de agua, educación, el transporte público, la construcción y el mantenimiento de caminos y carreteras así como la protección de agencias que hacen cumplir la ley y los sistemas judiciales. Aun cuando los gobiernos participan en prácticas que son contrarias a las creencias del cristiano, él todavía se beneficia de estos servicios.
También, como indicó Jesús, el dinero pertenece a “César.” Esto se debe a que la autoridad gubernamental emite el dinero y le asigna un valor particular. Por eso cuando el gobierno requiere que se le devuelva parte del dinero por servicios que rinde, el cristiano está obligado a hacerlo.
Los gobiernos que abusan de su autoridad tendrán que dar cuenta a Dios.—Rom. 12:19.